Una crónica de: @MiedoEscenico2
Llegaba la ida de los cuartos de final de la Champions League al Santiago Bernabéu, y Ancelotti enfrentaba a un Chelsea que era en sí mismo un misterio, con un cambio de entrenador apenas hace una semana, y que pasa por horas bajas en la competición inglesa, como contaba nuestro @pepo2204 en su Previa del partido. Así que el técnico transalpino decidió repetir con el mismo once que había laminado al Barcelona la semana anterior para intentar ganar ventaja en la eliminatoria.
El inicio del partido fue algo preocupante, con un par de llegadas muy peligrosas del Chelsea, y un hecho normal que, sin embargo, a los madridistas nos dejó perplejos. Descubrimos que, en los partidos normales, le podían sacar una tarjeta amarilla a un defensa que hiciera una falta merecedora de ello a Vinicius, algo que en España no estamos acostumbrados a ver. Fofana fue el agraciado, y lo cierto es que tanto él como Reece James vivieron una noche angustiosa, con un relámpago brasileño castigándoles la cintura, la tranquilidad y la paz espiritual.
También vió la amarilla Camavinga en esos primeros minutos, tratando de evitar una progresión de Sterling, lo cual da idea de las dificultades que estaba pasando el cuadro madridista en este tramo del partido. Al cabo de los diez minutos iniciales, el gestor Ancelotti gestionó desde su gestoría, recolocó a los laterales, ubicó de otra manera a los interiores, y el Chelsea cayó en una jaula blanca de la que no supo muy bien cómo salir en el resto de la primera mitad, y algunos tramos de la segunda.
La presión del conjunto blanco, alta e intensa, le hacía recuperar un balón tras otro sin salir del campo rival, con los laterales y los extremos ahogando la salida por banda, y el centro del campo, con Valverde y las vacas sagradas acudiendo sin freno a cortar de raíz los intentos de salida blues. Las llegadas y remates de los locales no encontraban el fruto esperado, hasta que, en el minuto 21, Carvajal, imponente casi toda la noche, sacó de su bolsa de dulces un caramelo envuelto en papel de seda y lo puso, con un toque sutil, en el corazón del área, exactamente donde entraba Vinicius en pugna con Fofana. El brasileño hizo un remate lateral, que Kepa pudo desviar con la punta de los dedos, pero sólo para ponerla a los pies de Karim Benzema, el 9 que estaba en el sitio del 9, que empujó el balón al fondo de la portería y puso al Madrid en ventaja.
Imagen: realmadrid.com
Un par de minutos después, Sterling tuvo la que quizá fue la ocasión más clara del partido para los azules, pero Courtois la neutralizó con un paradón abajo, pleno de reflejos. A partir de ahí, el conjunto madridista siguió profundizando en la idea ya planteada, ahogando completamente al Chelsea, y convirtiendo a un Kanté, que nos había parecido un gigante en el primer cuarto de hora, en un señor bajito que corría sin parar pero no acababa de llegar a ningún lado.
El Madrid obligaba al Chelsea a salir por su lado izquierdo, y allí esperaban Rodrygo, Valverde y Carvajal, con el apoyo puntual de Kroos y Militao, para recuperar y reiniciar el ataque desde ahí. Al otro lado, Camavinga, combinando con Modric y Kroos, potenciaba que Vinicius encarase a Fofana una vez tras otra, consiguiendo que el central del cuadro londinense viera como su moral se iba resquebrajando, momento a momento.
Vinicius, habitualmente hiperactivo, destapó en el partido de esta noche el tarro de las esencias, y obligó de manera constante a que la defensa del equipo londinense tuviera el corazón en un puño. Desbarajustó el flanco derecho, obligó a una basculación extrema a la línea de retaguardia del Chelsea, y generó el caos en cada una de sus arrancadas. En algunas jugadas pecó de precipitación, y en otras de individualismo, pero su partido fue como una herida abierta en la moral rival en la que no dejaba de echar pellizquitos de sal.
Imagen: realmadrid.com
En todo caso, esta sensación de dominio del Madrid no se transformaba en más goles, con ocasiones de Vinicius, Benzema o Rodrygo que no se acababan de convertir en oro. Lo último antes del descanso fue una arrancada de Valverde que finalizó con un remate que Kepa consiguió detener. El uruguayo hizo un partido también magnífico, pleno de movimiento y potencia, ayudando en la recuperación y combinando con criterio, ya fuera hacia el flanco derecho o para hacer virar las jugadas hacia el otro. El 1-0, llegada la pausa del partido, se antojaba poca ventaja para los méritos contraídos por el equipo madridista. La vuelta al césped tuvo, de nuevo, un inicio engañoso, en que pareció que el Chelsea trataba de dar un paso adelante, pero apenas duró unos minutos.
El Madrid, con Kroos en modo imperial, administrando el balón como si estuviera cuadrando balances, fue recuperando la iniciativa, el territorio y el dominio del juego. A los cinco minutos de la reanudación, una buena transición de ataque del Madrid generada por Modric, conducida por Vinicius y manejada por Benzema, acabó con una dejada del francés para que el príncipe croata mandara un misil teledirigido con efecto que salió rozando la escuadra de Kepa. En esa jugada, Vinicius cambió tres veces de ritmo, puso un buen balón atrás y mandó a Reece James al psicólogo, todo ello de una tacada.
Un par de minutos antes, Koulibaly había conseguido frenar una carrera en profundidad de Rodrygo, pero pagando el precio de romperse y, poco después, salir lesionado del campo. Fue otro pase en profundidad hacia el extremo brasileño el que le permitió entrar a toda velocidad hacia el área pero, en la frontal, ser detenido expeditivamente por Chillwell, que por esta acción vio la tarjeta roja directa, dejando a su equipo con diez jugadores, a falta de media hora. Si Vinicius estaba destrozando la banda derecha del Chelsea a base de habilidad y velocidad, Rodrygo se había encargado, gracias a su habilidad para correr al espacio, de desarbolar la zona izquierda completamente.
Lampard decidió priorizar la seguridad defensiva y retiró a sus dos jugadores más ofensivos, para que entrasen Havertz y otro central. Por el Real Madrid, Ancelotti decidió, en el minuto 71, introducir a Marco Asensio por un Rodrygo agotado y desafortunado de cara al gol, pero decisivo en el maltrato a la defensa azul. También decidió proteger a Camavinga de una segunda cartulina, dando entrada a Rudiger por él. Y, tres minutos después, un córner a favor del conjunto madridista vio a Modric sacando en corto hacia Toni Kroos, y al alemán poniendo el balón para Vinicius. El brasileño, revoloteando en el área, decidió ponerla en el sitio justo en el que llegaba Marco Asensio a la frontal, y el mallorquín volvió a sacar brillo a su buena estrella, rematando con su zurda un balón raso que pasó entre las piernas de un defensor y acabó en la red de Kepa.
Imagen: realmadrid.com
El 2-0 acercaba el pase a semifinales, pero el Madrid no cejó en los intentos de llegar a la portería del cuadro inglés, aunque con más empuje que tino. Vimos remates de Kroos, de Asensio, de Vinicius, que no permitieron obtener más ventaja. También vimos una entrada peligrosa de Mount a Carvajal, que desquició al lateral blanco, tras un partido fantástico, tanto en la salida como en la anticipación. De hecho, el de Leganés acabó viendo la amarilla por responder violentamente a otra entrada no sancionada de Cucurella, así como Militao, en su caso por una carga algo impetuosa para evitar un contraataque rival.
En esos últimos minutos, Kroos y Modric dejaron su puesto a Tchouameni y Ceballos, llevándose la ovación del Bernabéu tras otra exhibición de poder y dominio de estos dos jugadores legendarios. También escuchó la ovación del público Rudiger, al salvar un remate de Mount en el minuto 93. Poco antes, Benzema había tenido el tercer gol en su cabeza, pero el remate le salió alto, probablemente por venir de un rechace que no se esperaba. Y, tras esos cinco minutos de prolongación, el partido llegó a su final, con 2-0 en el marcador.
De esta forma, el Real Madrid parece tener encarrilada la eliminatoria con una ventaja que, antes del partido, parecía suficiente, aunque quizá se quede corta, visto el partido y habiendo jugado media hora con un jugador más. El sábado en Cádiz, rotación y descanso para muchos de los titulares, y entrenamiento con público para preparar la vuelta del próximo martes. El partido de vuelta será complicado y más vale que el equipo madridista salga a por la victoria en Londres, porque el Chelsea tratará de dar buena imagen ante su parroquia. Ése no será día de gestionar el resultado. Aunque qué vamos a decirle nosotros de gestión a Ancelotti, que sabe de esto más que cualquiera… Y, de fútbol, también.
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