The Walking Dead

Un articulo de: @resurreccion_93

No sé si imbuido por las fechas y por estas estúpidas modas importadas que rinden culto macabro a la muerte, disfrazándola de fiesta y chucherías, pero he entrado en una adicción  a las películas de zombies y sobre todo a una serie que hasta ahora había detestado. Me confieso abiertamente seguidor de “The Walking Dead”. Rick y compañía, esos cazadores de caminantes que sobreviven heroicamente en un mundo de estúpidos muertos vivientes, producen en mí una tierna empatía, una identificación con un grupo de supervivientes que se resiste a que la totalidad del mundo se transforme en esos seres sin voluntad, cuyo cerebro contaminado, infectado por un extraño virus, hace que su única obsesión sea atacar despiadadamente a aquellos que hasta hacía poco tiempo eran sus seres queridos, conocidos o vecinos, con los que compartían buenos ratos, alguna discusión pero en general, tenían proyectos y filias comunes. Esa pléyade de zombies, que se mueve sin voluntad propia y que solo atiende a sonidos guturales y desagradables para dirigir su ataque, muerde sin piedad a los que antes eran congéneres. Da igual que ese sonido sea horriblemente insoportable, ellos lo siguen como autómatas caníbales, sin criterio propio, discurriendo por una senda que ni saben dónde termina, ni les importa, se han convertido en gente sin discernimiento que solo atiende a estímulos burdos, primarios que no necesitan de razonamientos, solo efectismo, ruido mucho ruido incongruente.

El grueso de la afición madridista deambula cual muertos caminantes con su cerebro infectado al arbitrio de lo que “proselitan” guturalmente desde sus altavoces mediáticos los voceros pseudoperiodistas. Ya no acuden al Bernabéu a animar, ni siquiera en las mágicas noches de Copa de Europa. Hoy se limitan a entrar por los vomitorios del coliseo de Concha Espina, sin alma, sin ilusión, sin la sangre inflamada por el hecho de estar a punto de ver a su equipo jugar en su estadio en la competición que nos ha convertido en el equipo más grande de la historia.

Se sientan impasibles en sus butacas, callados, como el que se dispone a ver una obra de teatro de Bertolt Brecht o como el que se dispone a ver una película de un director japonés de nombre impronunciable. Allí permanecen impasibles esperando a que desde las nauseabundas emisoras amtimadridistas les digan a quien han de perseguir hasta el aniquilamiento. Sin voluntad, sin analizar, sin criterio propio… toca Bale, pues Bale, toca Benzema pues Benzema, toca Danilo pues Danilo… toca ovacionar a Isco a pesar de su infame partido pues se le ovaciona… y así hasta el hartazgo. Nada de animar al equipo en bloque, nada de levantar el espíritu de los jugadores recordándoles que hay 80.000 almas empujando con ellos; pero es que ya no hay almas, son muertos vivientes infectados por la mortífera prensa canalla que ha inoculado en ellos una sinrazón desesperante.

Es cierto que el equipo ayer fue una ruina, pero era el fiel reflejo de una afición ruinosa sin espíritu, sin emoción, desnortada, esperando las ordenes de los que determinan quienes son los buenos y los malos, olvidando que una vez que se enfundan esa camiseta blanca y durante los siguientes 90 minutos no hay ni buenos ni malos, hay Real Madrid y nada más. Cuando acabe la batalla ya habrá tiempo de análisis, críticas y cabreos. Pero no durante el partido. Cuantos daríamos lo que fuera por poder estar allí animando a nuestro equipo, sufriendo pero animando, felices de vivir “in situ” un partido de nuestro Madrid. Pero a buen seguro que si estuviésemos allí, se lanzarían a nuestra yugular para mordernos e intentar transformarnos en uno más de esos tristes, patéticos y piperos muertos vivientes.

Por fortuna, también el madridismo tiene entre sus huestes a sus particulares Rick Grimes y demás pandilla de locos valientes que se resisten a ser mordidos por la marea zombie y que luchan con todas sus fuerzas para mantener la esencia del madridismo, para que esta afición no acabe siendo un dantesco desfile de “THE WALKING DEAD”… Seguimos en la lucha…

¡HALA MADRID Y NADA MAS!