Una crónica de: @luismanper
Si alguna crítica se hace habitualmente a este torneo, aparte de la desnaturalización que supone cómo lo compró Arabia Saudí a golpe de talonario en medio de los tejemanejes de Geri y Rubi, es que es un torneo diseñado para que lo jueguen Real Madrid y Barcelona todos los años, y no se puede negar que esa crítica se repite año tras año, pues el de este domingo será el tercer Clásico consecutivo en la final de la Supercopa.
Y eso que el calendario que tiene el Real Madrid para empezar el año 2025 está más cargado que nunca, pues el equipo blanco va a disputar nada menos que 9 partidos en el mes de enero, con un partido cada tres días y por medio un larguísimo viaje de 8 horas como el de esta Supercopa de Arabia que, al lado de escándalos como la inscripción de Dani Olmo y Pau Víctor por los cojones morenos del Gobierno ya parece pecata minuta.
Imagen: realmadrid.com
Pero para jugar esa final, había que ganar hoy a un Mallorca que ha acabado la primera vuelta en puestos europeos y a quien no hay que olvidar que no fuimos capaz de ganar en el debut liguero, por lo que Ancelotti no se andó con rodeos y salió con el once de gala compuesto por Courtois en portería, Lucas Vázquez y Mendy en los laterales con Rudiger y Tchoaumeni de centrales, Camavinga en el eje del equipo flanqueado por Valverde y Bellingham, Rodrygo y Vinicius con los extremos con Mbappé en punta.
El equipo blanco salió dominador desde el principio, con las primeras ocasiones por medio de Mbappé quien pudo plantarse solo en el área si controlaba un balón llovido que acabó disparando a las nubes, y por medio de tiros lejanos de Camavinga y Lucas Vázquez quien remató un pase de atrás de Vinicius que empezaría pronto su duelo con Maffeo, quien simuló haber recibido un disparo de un fracotirador cuando Vinicius apenas le rozó en el pecho, pero el partido siguió por los mismos derroteros e incluso el Mallorca tuvo algún acercamiento con peligro que nos pudo haber costado algún disgusto.
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El resto de primera parte transcurrió sin muchos más sobresaltos que una gran jugada de Mbappé regateando dentro del área a varios defensas hasta que cayó el suelo sin que fuera sancionado ni por De Burgos Bengoechea ni por el VAR, así que todos los sobresaltos llegaron juntos a la vuelta del descanso primero fue Camavinga quien chocó cabeza con cabeza con un rival sin que pasara a mayores, como sí pasó minutos después con Tchoaumeni, ya que el francés chocó su mandíbula con la cabeza de un rival cayendo desplomado y siendo sustituido inmediatamente por Asencio.
Y entre tantas interrupciones llegó el gol que abrió el marcador, gracias a un robo de Rodrygo en el mediocampo que desembocó en un contragolpe que Vinicius puso con música en el área pequeña, el propio Rodrygo lo cabeceó a la cepa del poste, rechace que recogió Mbappé para sacarse un disparo a bocajarro que repelió Greif, hasta que Bellingham controló el rechace, paró el tiempo, buscó el hueco entre el portero y cinco defensas que había en el área pequeña para continuar su impresionante racha goleadora y abrir un partido que cada vez parecía más cerrado.
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A partir de entonces, tanto Ancelotti como Arrasate intentaron mover el avispero y además el intenso calor, fruto de jugar una Supercopa de España en mitad del desierto, hizo que jugadores como Bellingham o Valverde empezaran a notar problemas musculares, sin embargo Ancelotti únicamente cambió al uruguayo para dar entrada a Ceballos y, en los últimos minutos quitó a Vinicius quien había estado a punto de marcar un golazo minutos antes en una jugada con tan buenos remates como pésimo disparo que acabó saliendo de banda para dar entrada a Brahim Díaz, que se convirtió en el protagonista absoluto de los últimos minutos de partido cuando puso un balón al corazón del área buscando a Mbappé que un defensa desvió marcándoselo en propia, sentenciando el partido un Rodrygo que celebró su cumpleaños remachando un fantástico centro de Lucas Vázquez que cerró el partido y desencadenó una tangana, en la que Maffeo fue protagonista por enésima vez, encarándose con Bellingham cuando este fue a buscarlo tras el tercer gol como hizo el argentino con Vinicius durante el resto del partido, pero lo que ninguno esperábamos es que el protagonista de la tangana fuera un canterano como Asencio, a quien los jugadores del Mallorca le rodearon por recordar a Maffeo lo malo que es, mientras se volvía a su campo lanzando besos a la vez que Rudiger intentaba calmar los ánimos en una escena algo rocambolesca.
Porque si algo nos quedaba por ver esta semana, es a los jugadores del Mallorca dando lecciones al canterano canario para aprender a ganar con deportividad, teniendo los marrulleros que tienen en su plantilla, pero nada sorprende ya después de lo que vimos ayer con las inscripciones de Dani Olmo y Pau Víctor por orden del Consejo Superior de Deportes y el aún más indignante silencio stampa del Real Madrid, que a pesar de poder ser perjudicado por goles de estos dos jugadores que van a jugar la final del domingo, ni ha dicho nada hasta ahora y lo peor es que tampoco se espera que lo diga, porque importan más los proyectos comunes de Real Madrid y Barça que los perjuicios deportivos inmediatos que pueda producir esta cacicada.