CRÓNICA | Naufragio: Manchester City 4 – 0 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

La cita más importante de la temporada, hasta el momento, resultaba ser la de hoy: 17 de mayo de 2023, Etihad Stadium, fortín del Manchester City de Guardiola y la billetera repleta, ese estadio en que las estadísticas decían que el Real Madrid nunca había ganado. Jugando contra el que, para la prensa de este país, más guardiolista que española, era considerado el mejor equipo del mundo, con el mejor entrenador del mundo. Y justo en un año en que Suecia había ganado Eurovisión, ningún dato peor que ese, según decían los cenizos.

Una misión imposible, a todas luces, para el conjunto madridista, para el que Ancelotti selecciónó a una alineación formada por Courtois bajo los palos, no sabemos si con cabezas de ajo por allí; Carvajal, Militao, Alaba y Camavinga, como línea de defensa para tratar de evitar el destino ominoso que les aguardaba; Kroos, Modric y Valverde con el encargo de darle la vuelta al gafe y hacer que los malos augurios se tornaran favorables, desde la experiencia y el empuje; y, finalmente, Rodrygo y Vinicius, los valientes brasileños, liderados por el viejo Benzema, mil veces perseguido por el infortunio, y que pensábamos que merecía una contrapartida mejor.

La primera media hora fue un tormento. El City se fue haciendo con el terreno, con el balón (aunque en esto colaboró activamente el Madrid) y con la iniciativa. Fue llegando al área madridista con peligro, teniendo oportunidades, como la que le sacaron entre Courtois y Alaba a Haaland en el minuto 13, mal presagio. No tardó mucho en pasar lo esperable, un gol de Bernardo Silva, tras una combinación en que los locales abordaron y desmontaron la espalda de Camavinga, con un pase de DeBruyne entre Kroos y Modric.

Imagen: realmadrid.com

Pero el problema no era que el City llegara, eso ya sabíamos todos que iba a ocurrir. El problema era que el Madrid no salía. Una presión feroz del City, especialmente al intentar salir por las bandas, ahogaba completamente las líneas de pase, y el equipo madridista acababa mandando el balón fuera del campo o, lo que es peor, a algún rival. Porque todos los rechaces, todos los rebotes, y todas las segundas jugadas caían del lado de los de Manchester, mejor ubicados en el césped y con el colmillo goteando. Los intentos de salir en largo de Courtois o de Militao -menos de lo habitual también naufragaban, interrumpidos por alto o bajo por los defensas y medios celestes, y los delanteros madridistas vagaban sin rumbo ni razón para vivir.

A partir de la media hora, el Madrid pareció desperezarse y lanzarse con algo más de voluntad hacia la portería rival, pero en la mejor jugada hasta ese momento, Rodrygo dejó un pase filtrado para la carrera al espacio de Vinicius que entró en el área e, inexplicablemente, se frenó, con lo que Walker llegó, le robó la tostada y le dejó con un palmo de narices. Otro pase de Rodrygo estuvo a punto de habilitar a Benzema, pero se le adelantó Ederson y, al momento, el portero brasileño vio cómo un tremendo trallazo de Kroos sacaba astillas de su larguero. Pero era evidente que el partido estaba negro, como el traje de los nuestros, y esto no hizo sino confirmarse en el minuto 37, cuando, de nuevo Bernardo Silva, cabeceando tras un nuevo rechace, estableció el 2-0.

Lo verdaderamente sorprendente de la primera mitad fue que Vinicius parecía ir con pilas de las baratas, Benzema escribía poemas melancólicos sin dar una a derechas, Valverde parecía un pájaro con las alas mojadas y Modric, lo más extraño de todo, no acabábamos de saber con quién iba, porque fallaba pases inexplicables. Si a eso se suma que Camavinga, puede que por su estado físico tras la entrada del sábado pasado, puede que por mera bisoñez, generaba un boquete imponente en el flanco izquierdo de la defensa visitante, era complicado que el barco no se fuera a pique.

Imagen: realmadrid.com

La segunda parte empezó con un Madrid más decidido a ir a por el rival, con Kroos jugando sus minutos más entonados, aunque poco acompañado por los demás, excepción hecha de Rodrygo, que también mostró la actitud de no querer darse por vencido. El resto siguió sumido en el drama de su propia incapacidad, a pesar de que Ancelotti trató de modificar cosas introduciendo a Rudiger por Modric en el minuto 63. Poco antes, Alaba había mandado nuevamente al larguero, con roce incluido de Ederson, una falta directa ejecutada con potencia y colocación, pero es que no era la noche de los madridistas.

En el minuto 70, Ancelotti decidió quemar las naves e introdujo a Asensio por Kroos, y eso fue el canto del cisne. Aunque hubo unos primeros instantes en que el Madrid pareció recobrar cierto empuje, lo cierto es que el conjunto local recuperó el balón, la iniciativa y las ganas de hacer daño, dominando desde la superioridad numérica del centro del campo, en que Camavinga y Valverde no eran capaces de controlar el juego. Courtois, probablemente el mejor del Madrid, evitaba un gol de Haaland en el minuto 73, pero la sensación que daba el cuadro madridista era la de irse a pique irremediablemente.

El último cuarto de hora de partido solamente sirvió para echar algo más de sal en la herida abierta: Militao se marcó un gol en propia puerta, tras un centro que tocó Akanji, demostrando que la noche era propicia para casi nada. Ancelotti introdujo, poco después, a Tchouameni, Lucas Vázquez y Ceballos, para intentar recuperar la solidez del medio, pero el City, que ya dominaba el balón, además marcó el 4-0 por mediación de Julián Álvarez, aprovechando un pase filtrado a la espalda de los centrales visitantes.

Imagen: realmadrid.com

Y, de esta forma, triste y no precisamente digna, el Real Madrid se despidió de esta edición de la Champions League, y ni todos los amuletos ni todos los sortilegios pudieron vencer al peso del mal fario que traía este encuentro.  Probablemente todos esperábamos algo más del equipo de nuestros amores, que nos dejó con la miel de otra final europea en los labios. Aunque tenemos futuro, tenemos ilusión, y tenemos una leyenda detrás que el próximo año volveremos a honrar, el partido de esta noche y, especialmente, la forma de salir derrotados, dejar abiertas muchas dudas respecto al futuro inmediato. Y habrá que resolverlas…