Una crónica de: @luismanper
Tras el empate de la semana pasada en el Alfredo Di Stéfano ante el Guijuelo, el Castilla llegó hoy al estadio de Pasarón obligado a ganar al Pontevedra ya que solamente había sumado hasta hoy 8 puntos de 21 posibles y los puestos de descenso a Tercera se acercan peligrosamente, y más que se acercan tras la derrota de hoy en Galicia pues el Castilla queda a solo dos puntos de los puestos de descenso a Tercera, una vez más el planteamiento de Solari ha dejado mucho que desear, así que tendrá que descender al equipo para que los dirigentes de la cantera decidan destituir a un entrenador que ha convertido al núcleo duro del Juvenil que el año pasado con Guti conquisto tres de las cuatro competiciones que disputó, en un equipo sin pena ni gloria que transmite sensaciones cada vez peores.
Salió Solari con Belman en portería, por lo que parece que ha decidido sentar definitivamente a Luca Zidane tras su absurda cantada que hace 2 jornadas nos privó de la victoria en Navalcarnero, con Álvaro Tejero y Reguilón en los laterales y Jaime Sánchez y Manu Hernando de centrales (el defensa palentino que fue uno de los más destacados del pasado año con Guti al mando, no había jugado ningún minuto con el Castilla hasta hoy a pesar de haber ido a la pretemporada del primer equipo). El mediocampo lo ocuparon la única noticia buena de lo que va de temporada como es Jaume Grau y Óscar, que volvía al equipo tras su lamentable expulsión de Navalcarnero en la que aún seguimos sin entender porque fue expulsado, por delante jugaron Mancebo y Cristo por las bandas con Toni Segura como mediapunta y Dani Gómez como único delantero centro.
El partido empezó con una ocasión de Óscar que se fue fuera por poco, pero sólo fue un espejismo pues las malas noticias no tardarían en llegar ya que a los pocos minutos de partido Jaime Sánchez se lesionó y tuvo que dejar su hueco a Álex Martín, a continuación empezó el Pontevedra a crear mucho peligro hasta el punto que Javi Belman se convirtió en el mejor jugador del Castilla ya que primero salvó un mano a mano en el área pequeña y después sacó un balón a bocajarro en una gran parada de fútbol-sala que el portero alicantino despejó con el pie exhibiendo reflejos.
Mientras tanto el Castilla sólo creó peligro gracias a un desmarque peligroso de Dani Gómez, que el delantero alcorconero no pudo controlar y el portero local se le adelantó tocando el balón y llevándose por delante después al delantero del Castilla, pero el árbitro no iba a facilitar las cosas nada al Castilla como vimos después, también Óscar dispuso de una peligrosa falta directa que se le fue fuera por poco, por lo que se llegó al descanso con el marcador inicial de 0-0.
El segundo tiempo empezó con el Castilla intentando echarse arriba pero el Pontevedra iba a marcar un gol ilegal pues en una jugada embarullada en la que el Castilla hizo gala de su inoperancia defensiva siendo incapaces de despejar el balón del área, hubo una mano clara de un jugador del Pontevedra que el árbitro no pitó y luego cayó el balón franco en el área pequeña a un jugador local que inexplicablemente estaba completamente solo y el cual pareció que también remató con la mano pero el árbitro se tragó las 2 manos del rival del Castilla en la misma jugada y acabó concediendo el gol que adelantaba al Pontevedra.
Solari intentó entonces revolucionar el encuentro sacando a Franchu por Mancebo, que había estado completamente desaparecido durante el partido, pero el tanto pontevedrés había dejado al Castilla noqueado y poco después encajaría el segundo gol cuando un jugador local recibió en una esquina del área puso el pase de la muerte al área pequeña que un compañero remató a trompicones, pero el balón dio en el larguero y entró para poner el 2-0 en el marcador.
Quedaba más de media hora por delante y al Castilla se le planteó un reto complicadísimo de intentar igualar un partido que se le había puesto muy cuesta arriba, además se veía que Manu Hernando acusaba la inactividad de ser el de hoy su primera aparición con el Castilla de la temporada y sufría problemas musculares pero Solari lo obvió y en otra de sus decisiones inexplicables, cambió a Campuzano por Toni Segura a quien tampoco se ha visto apenas en el partido de hoy. Sólo Franchu conseguía crear peligro metiendo buenos centros al área pero el único en el que un jugador del Castilla estaba en disposición de rematar se resbaló cuando le iba a llegar la oportunidad y perdió la oportunidad de apretar el marcador, también pudo hacer lo propio Cristo pero su flojo disparo fue atrapado sin problemas por el portero local.
El partido terminó con un choque tremendo entre Campuzano y un jugador del Pontevedra, en el que el delantero catalán recibió un rodillazo en las costillas que el árbitro resolvió sacando amarilla a Campuzano y es que es muy fácil sacar tarjetas al Castilla, el partido no pudo acabar peor porque como Solari no cambió a tiempo a Manu Hernando el central tuvo que forzar y acabó saliendo del campo en el descuento sin apenas poder caminar, así que su lesión pinta fea por lo que esperemos que quede únicamente en un susto.
Fue la última mala noticia de un partido pésimo en la que se juntaron la incapacidad del Castilla para dominar un partido y crear peligro de gol, su ya legendaria inoperancia defensiva con el enésimo arbitraje desfavorable que reciben los chicos de Solari, el cuál sigue demostrando jornada tras jornada que entrenar al filial del Real Madrid le queda muy grande, pero sus amistades en la directiva nos hace temer que hasta que el equipo no descienda a Tercera, la planta noble no se dará cuenta que un equipo con el núcleo duro de jugadores que el año pasado completaron con Guti un año extraordinario en el Juvenil no se le ha olvidado jugar al fútbol hasta el punto de llevar 8 puntos ganados de 24 disputados, y que ya flirtea peligrosamente con los puestos de descenso del que ya sólo le separan 2 puntos, ojalá Solari y su cuerpo técnico sean capaces de enderezar el rumbo del filial en los próximos partidos pero las sensaciones que transmite el Castilla son horribles y lo peor es que no se ven motivos para la esperanza.