Un articulo de: @Mrsambo92
La leyenda continúa.
Es duro, muy duro, para el antimadridismo, que en la mejor época de la historia del Barcelona y del Atlético de Madrid, sea el Real Madrid el mayor dominador europeo. Tiene que ser desquiciante, que en la mejor etapa de toda la historia del Barcelona el Real Madrid le saque una Champions más que cuando el club catalán ganó su primera Copa de Europa; que cuando el Atlético de Madrid logra la hazaña de llegar a dos finales de Champions las pierda, precisamente con el Real Madrid.
Es durísimo que cuando se te llena la boca de “eras” y mejores jugadores de la historia (tres Champions en seis años, de 2006 a 2011), sea el Real Madrid el que gana tres de las últimas cuatro Champions, marcando la mayor hegemonía en la competición de la época moderna, superando a la anterior mayor hegemonía, que también era del Real Madrid, la que fue de 1998 a 2002 con tres Champions en cinco años. Es desolador que tu mejor época histórica quede eclipsada entre las dos etapas más hegemónicas de la Champions League, y que estas sean del Real Madrid.
Es insoportable que en tu mejor época sea el Real Madrid el que bata récords, el que se vaya a doce Champions, el que gane por primera vez en la historia con este formato dos seguidas, que tras la murga del blanco y negro y el color tengamos más de todo, que os gane seis a uno en Copas de Europa y seis a cuatro en Champions, que os vapulee doce a cinco en el total, que os saque siete de diferencia, una más que cuando sólo teníais el recurso de consolaros hablando del blanco y negro e iban seis a cero… Que seamos el equipo que tiene más de todo, se acoten al formato anterior (seis), al nuevo (otras seis) o en total, la única cuenta válida (doce).
Es desalentador que tus propios slogans, frases hechas y presuntos valores sean sublimados, demostrados y constatados por tu rival. Que cuando gritas “Nunca dejes de creer”, sólo venga a la cabeza el club que tiene esa frase en su ADN y que la ha demostrado a lo largo de sus 115 años de historia, plasmada contra ti mismo en el minuto 92:48 para que se te grabe a fuego.
Es profundamente amargo que creas que has roto una racha contra tu rival, que tu entrenador-ideólogo ha dado con la clave y que ese rival te elimine cuatro veces seguidas en la Champions, tres de ellas terminando con el triunfo final…
Es desesperante que cuando hablas de remontadas el modelo sea el Real Madrid, icono y modelo de las mismas, como del “nunca dejes de creer”, donde se recuerdan las de los 80 y a Juanito o a Sergio Ramos en la actualidad… o al Madrid en cualquier década. Vosotros, en cambio, debéis avergonzaros de la forma en que se produjo la vuestra para alargar un poco la eliminación.
Es francamente triste tener que ponerte frente a alguien y hacer el ridículo argumentando que sólo cuentan o se valoran las Champions que has visto, desechando, supongo, la existencia de tus abuelos o padres por no haberlos visto nacer, o la existencia de ti mismo, porque es difícil ver cómo nace uno, tanto o más que recordarlo. A mí, por ejemplo, no me ha dado por ver las finales de Champions del Barcelona, ¡Fíjense ustedes qué cosas!, pero no se me ocurriría cuestionar su valor o existencia… raro que es uno…
Es desquiciante tener que hacer el ridículo vinculando la victoria a la falta de valores, esconder tus fracasos en palabras vacuas para jalear a los tuyos contra los otros, vender burras porque el que gana es el Madrid. O tener que despreciar el único título que has ganado esta temporada para intentar despreciar el temporadón del rival, en unas declaraciones que escenifican una realidad: Se consideran segundones.
Por eso siempre consideran que los demás están en deuda con ellos, siempre hay una deuda que saciar con el Atlético o el Barcelona. El Madrid les debe, la Champions les debe, Europa les debe, el mundo les debe lisonjas y trofeos hechos de viento… Eso sí, las deudas reales, las tangibles, las de dinero, con el fisco, esas que tienen ellos, son otro tema, más mundano, supongo.
¿Por qué si no, Piqué, vendes como un logro que el Real Madrid celebrara una Copa del Rey, como vosotros hicisteis también en vuestra mejor época, sino es porque el subconsciente te traicionó? Esas declaraciones lo que demuestran es que alzasteis la cabeza durante unos añitos frente al todopoderoso Real Madrid, y ahora, que cada uno está en su lugar, añoras aquello como el gran y fugaz éxito de vuestra historia. No lo negaré, y desde luego te agradeceré ese reconocimiento encubierto y tácito, que ya sé que más no podemos esperar.
Por todo esto, y no por ser madridista, es por lo que quedan claros los comportamientos de unos y otros. Por todo esto unos se sienten a gusto en pactos paternalistas, mal llamados “de caballeros”, donde el Madrid tiene que tener misericordia, mientras ellos y sólo ellos salen beneficiados. ¿Por qué si no aceptar y complacerse en ese pacto si no desde la inferioridad asumida?
Es dolorosísimo tener que recurrir al desprecio de cualquier equipo al que gana el Madrid, aunque ese equipo te haya humillado a ti poco antes, para simular indiferencia o restar méritos, convirtiendo en gordos y viejos a los que antes eran exuberantes atletas y maestros tácticos.
Es desgarrador que cuando te crees el inventor del fútbol o que te deben Champions tengáis que asistir a la mayor exhibición vista en una final de Copa de Europa. Sí, eso que reconocen pocos medios de comunicación de este país y que sería cacareado a los cuatro vientos de haberla realizado otro. La mejor final jamás jugada con las excepciones de la también madridista contra el Eintracht de Frankfurt en 1960 (7-3 para el Madrid), y, quizá, la del Milán contra el Barcelona en 1994 (4-0 para el Milán).
Necesitan convertir al Madrid en señor feudal, en dictador, en emperador tiránico, en monarca absolutista, en jefe autoritario… al que culpar de su falta de triunfos, de títulos, de su triste situación. Así pueden llorar, así pueden pedir, así quieren que les den, que el Madrid les dé, adoptando una posición de siervo que simplemente nos confirma como los más grandes sin que se den cuenta, empequeñeciéndose a voluntad, porque en el fondo es con el planteamiento con el que están a gusto, con ese orden de cosas, con esa situación y división en estratos, donde en su cabeza unos son el “poder corrupto” y otros el pueblo desamparado y humilde, porque se sienten incapaces de plantear una competencia duradera, de asumir la realidad que nos convierte en líderes legítimos. Necesitan crear el líder maltratador impostado para respirar, para no avergonzarse, para fingir una imaginaria esencia.
Por eso otros están cómodos en el lloriqueo continuo, en la provocación incesante, donde unas décadas es Franco, otras los árbitros, otras el poder de Florentino y los palcos del Bernabéu, otras donde sólo valen las victorias morales… La cuestión es que siempre haya algo por lo que protestar y alguien a quien culpar, directamente relacionado con el Madrid.
Como consecuencia se sobrevalora todo lo que hacen ellos mientras se pretende infravalorar, matizar o denigrar las hazañas y éxitos sin igual del Madrid, lo que pone el listón donde nunca antes estuvo. La sobrevaloración que proviene del complejo.
Es como niño que hace sus necesidades por primera vez en el váter. Todo son aplausos y lisonjas, pero cuando ese niño tiene ya quince años, aplaudirle por semejante hazaña está algo sobrevalorado, lo que se elogia son sus sobresalientes… Eso sucede con el Madrid, el resto de equipos siguen en pañales y cualquier cosita es elevada a quintaesencia, mientras que la costumbre ha hecho del Madrid otro rango, otro nivel, muy alejado del resto. Y duele, eso duele, pero su escenificación ya sólo provoca risa.
Es duro, muy duro, y duele, duele mucho, y hay que sacar la rabia, gritarla muy alto… y aplicarse hemoal.
¿Y qué retos tenemos ahora? ¿Nos falta algo por hacer? Pues sí, básicamente lo mismo de siempre, seguir abriendo caminos nunca antes transitados, hacer lo que ha hecho el Real Madrid desde casi su nacimiento, luchar por superarnos a nosotros mismos, por seguir siendo los primeros y los líderes en todo, luchar contra nuestra sombra y batir los récords que antes batimos.
El Madrid sólo lucha contra sí mismo, contra la sombra de su gloria, contra los récords que él mismo se impone. Por eso provoca tanta frustración la derrota, que a veces conducimos mal. Hasta confundir rivales. Somos nuestros peor y único enemigo, pero cuando dejamos de serlo somos, sencillamente, imparables.
No es una pesadilla, abnegados antimadridistas. No es un sueño, queridos madridistas. Es real, el Real Madrid, concretamente.