Un articulo de: @Mrsambo92
Los madridistas asistimos atónitos, perplejos y divertidos ante la nueva desesperada salida del antimadridismo tras darse de bruces contra nuestra leyenda e historia una vez más. Si primero fue Piqué, ahora son los del Atlético de Madrid los que hablan de valores, de los nuestros, de los que no tenemos, de esos que no pueden entender, porque no tienen ni idea de lo que es el madridismo. Qué raro, ¿Verdad? Que estos dos equipos se parezcan y coincidan en sus mensajes.
Hay que tener la cara más dura que el titanio, para ir dándole lecciones al Real Madrid de lo que sea, pero que además se atrevan Atlético de Madrid y Barcelona es para tirarse al monte. ¡No sólo hablan de los valores, sino que se permiten el lujo de aleccionarnos como afición, explicándonos lo que sentimos o dejamos de sentir los madridistas!
¿Me vais a explicar a mí lo que es sentir a mi equipo, que he llorado por él en la victoria y en la derrota, que me he levantado a las 4 o las 5 de la mañana para ver un jodido partido de pretemporada, que me dejo los cuartos para no perderme un partido, para tener recuerdos de ese escudo empapelando mi habitación desde niño, que he rezado con devoción desde pequeño buscando el desesperado consuelo de última hora, que me he quedado sin apetito y sin sueño, que he pasado días y semanas fastidiado al recordar una derrota, que he flotado por encima de las aceras al recordar una victoria? ¿Me vais a explicar a mí y al resto de millones de madridistas lo que es sentir a un equipo?.
¿Y habláis de prepotencia?
¿Vais a explicar lo que son valores a un madridista y al Real Madrid, club que ha ayudado a todo el que lo ha pedido a pesar de ser recibido a palos por las aficiones de esos equipos (Real Sociedad, Atlético, Oviedo, Deportivo de la Coruña…? ¿Nos vais a hablar de valores cuando nos hemos paseado por media España ayudando a equipos que lo necesitaban, jugando gratis y prestando nuestra imagen sin importarnos que en muchos de esos lugares nos reciban a pedradas? ¿Nos vais a hablar de valores? Este club no le debe nada a nadie, y a pesar de todo, da.
Que vosotros, después de la cesión de Grosso que evitó un más que probable descenso, del acuerdo para que jugarais en el Bernabéu mientras se acondicionaba el Metropolitano, de la excelente relación de Calderón o Javier Barroso con don Santiago Bernabéu, habléis de valores y os bañéis todos los días en odio, manda narices.
¿Vais a explicarnos lo que es el sacrificio, la lucha hasta el final y el tesón a un equipo que ha logrado las mayores gestas en este deporte, que eliminó el adjetivo imposible centenares de veces para convertirlo en realidades? ¿Nos lo vais a contar a nosotros, un equipo que ha levantado partidos y conquistado competiciones en el último segundo con el último aliento, cuando vivisteis en vuestras propias carnes lo que es este equipo luchando hasta el final en las dos finales de Champions que perdisteis?.
¿En serio tenéis algunos la desvergüenza de venir, no ya a dar lecciones, sino a mentar al club más grande de la historia? Permitidme que me carcajee.
Los perdedores quieren convencernos ahora de que hay más dignidad en la derrota que en la victoria. Y eso es un insulto.
Querer, complacientes y condescendientes, a la derrota, mirada con cariño, cómodos en ella, porque así dan alivio su razón de ser, la queja, el sentirse ofendidos y ultrajados por algo, agarrarse a ella como una impostada seña de identidad, lo entendemos todos perfectamente, porque es más fácil, porque la derrota es norma en el fútbol, como bien sabe el club más ganador de la historia. Si se pierde no pasa nada, nos pasamos la mano por el lomo y somos felices. Eso no es difícil, es en extremo sencillo.
Lo complicado es rebelarse ante la derrota, sufrir con ella porque va contra tu carácter, esencia y razón de ser, buscar superarse para limpiar esa afrenta que avergüenza. A nosotros sí nos importa perder, y esa continua exigencia, que ciertamente muchos entienden mal, es la que nos hace estar en lo más alto década tras década. Y decir que nos importa ganar y que nos subleva la derrota sólo demuestra autenticidad y valentía. Eso es lo difícil, porque requiere sacrificio, carácter recio, afán de superación y no cobijarse en esa cómoda y placentera impostura conformista de indiferencia disfrazada en seña de identidad. Es normal que para el resto esto sea imposible de entender… para un madridista no.
Si ustedes reivindican la lucha y el pundonor, valores en los que el Madrid no ha tenido rival, al mismo tiempo que la poca importancia que tienen la victoria y los títulos, ¿Para qué usan el pundonor y la lucha en un partido? ¿Por qué lloran o tiran huevos en las derrotas? ¿Por qué amenazan de muerte a los suyos? ¿Por qué y para qué darlo todo y pedir que lo den todo, si la victoria es una de esas cosas que si llegan bien, pero si no también? ¿Para qué animan, para qué compiten, para qué el Atlético empate o pierda, ya que lo de la victoria no es importante? ¿Animan entonces para que los jugadores al menos salten al campo en el próximo partido? Si ganar da igual, ¿Por qué no disfrutan del juego y el malabarismo, por qué vemos tantos partidos de patada y tentetieso, de apretaditos atrás y rascar tibias, en el Atlético? ¿Por qué usan defensas y porteros? Si la victoria no importa, ¿Por qué se gastan los cuartos, por qué usan ese mote de “sufridores” orgullosamente? Si perder a ustedes ni fú ni fá, ¿Por qué esos aspavientos y esos llantos al descender? ¡Qué más dará un descenso, si el fútbol es igual de bonito con tu equipo en Primera que en Tercera, mientras tengan esas rayas! ¡Puede que incluso mejor, más puro! Por eso se hicieron más socios con el descenso, para demostrarlo. Si la victoria da igual, ¿Por qué se celebran tanto, por qué esos viajes a Neptuno, de higos a brevas, bien es cierto, cuando debería celebrarse cada partido por el mero hecho de jugarse, por el placer de ver jugar a los tuyos, ganen, pierdan o empate? ¡Lo demás es una vulgaridad! ¿Por qué sois tan hipócritas? ¿Pug qué? ¿Pug qué?.
De lo que se trata es de obviar el baño descomunal que un equipo dio a otro en el partido de ida de Champions, con un resultado que fue, a todas luces, muy corto. Ya se sabe, de fútbol sólo se habla cuando ganan los demás y pierde el Madrid, independientemente de que haya escándalos sin parangón (hola PSG), porque si el que gana es el Madrid se habla de lo primero que salga, siempre que no haya nada redondeo por medio, y nos escandalizamos hasta de un tifo escrito por Ned Flanders.
Sí, fingimos escandalizarnos por una pancarta de “La casa de la pradera” en el Bernabéu, pero no por los que ponen en mi estadio, ni por los insultos a la memoria del difunto Juanito, ni en los minutos de silencio a Di Stéfano, ni de la práctica del lanzamiento de un ultra al Manzanares… ¡Estos nos van a hablar de valores! Los que han visto la diferencia de clase en primera persona, con el reverencial respeto y elegancia del madridismo a las memorias de Luis Aragonés o Johan Cruyff. Los que ayer mismo han recibido a pedradas y botellazos autobuses de madridistas… Estos quieren dar clases… Son pura impostura, puro escozor anal.
Desde el madridismo somos muy dados a criticarnos unos a otros, de hecho nos pasamos la vida zurrándonos por todo tipo de cuestiones, muchas coincidentes con esas cosas que se han comentado en carta viral, pero de ahí a dar lecciones o cuestionar el sentimiento de un madridista o de cualquier aficionado de otro equipo va un trecho. Cada uno sabe lo que se cuece muy bien entre los aficionados de su equipo, porque aunque su visión no tenga nada que ver con la tuya, los has visto sufrir y vibrar por lo mismo. Pero, ¿Cómo lo vais a entender? Entre nosotros llegamos incluso a cuestionar la forma de practicar el culto del otro, pero nunca su sentimiento. Así que, como suele decirse, que no vengan de fuera a ir dando lecciones ni a patearnos, por muy mal que me parezcan ciertas cosas de los míos. Y esto pasa en todas las familias. Todos tenemos cadáveres en los armarios, unos más que otros, porque es irremediable.
El Real Madrid, prepotencias aparte, es el equipo que menos lecciones necesita de nadie. Lo ha demostrado a lo largo de sus 115 años de historia. Ni de valores ni deportivamente ni de cómo conseguir títulos, pero la impotencia de los antis, esos que festejan mucho cuando ganan y reivindican su sentimiento en esos títulos, pero tienen que recurrir al desprecio de lo ajeno, a bagatelas y excusas nebulosas sobre sentimientos, valores o intangibles que nadie más tiene para demostrar que nada les importa en la derrota, no tiene límites, hasta el punto de que su gran satisfacción, su gran demostración de valores cuando de vez en cuando ganan algo, es poder echárselo en cara a todo madridista. Valores.
Es lo único que compartimos madridistas, culés, atléticos y demás antis: La obsesión por el Real Madrid.
Sí, lo he dicho muchas veces, desde el amor o desde el odio, todos somos madridistas. Por alguna extraña desviación, el madridismo se manifiesta de forma enfermiza en algunos, los antis, que demuestran su pasión desde el odio, y una vez afianzado este, eligen un equipo para sentirse integrados, para darle rienda suelta, dependiendo de la ciudad o del que pueda ganarnos en ese momento…
Muchos de nuestros rivales y el antimadridismo en general se pasan la vida lanzando mensajitos e insinuaciones, pero si se le ocurre a alguien contestar, responder a las provocaciones e injurias, incluso aunque esas contestaciones no provengan del club ni de nadie vinculado a él, pasamos a ser lo malos (en realidad lo somos por norma) y los prepotentes. Este es el nivel.
Simeone dice que son el único equipo que puede hacer una gesta así, el mismo que se excusa en el presupuesto para curarse en salud o cuando le han pasado por encima, cuando le ha pasado por encima el Madrid, porque si su Atlético gana a un club al que quintuplica en presupuesto ese término pasa al olvido. El mismo entrenador que se permite el lujo de insinuar que la liga está manipulada y predispuesta a nuestro favor, que la hemos ganado una vez en 8 años.
Otros hablan de chollos, de palcos e hilos, de atletas, de goles bien anulados que roban títulos… Toda la vida despreciando al Real Madrid, pero oigan, que no se le ocurra contestar ni defenderse al club blanco, que entonces somos prepotentes.
Tener que aguantar lecciones de equipos que tienen todo por lo que callar, que hablan de principios y valores cuando tienen los de los Hermanos Marx, escenificando su contradictoria mediocridad cuando se les escucha antes y después del resultado, su afán por machacarnos y su fingida indiferencia cuando son ellos los destrozados apelando a los “intangibles” que sólo ellos poseen. Recurro a los valores cuando no tengo victoria propia o ajena que refregar al Madrid. Te tienes que reír. ¡Equipos que aplauden un 0-6 del Barcelona en su propio estadio a su propio equipo porque nos perjudica a nosotros, nos quieren dar lecciones! ¡Equipos que sólo juegan mirando al Real Madrid por el rabillo del ojo esperando poder despreciarnos, festejando empates en el Bernabéu como si fuera la Champions que no consiguieron, pretenden filosofar sobre valores y principios! ¡Equipos que creen que sus sentimientos y su afición es mejor y más fuerte que la del resto, que desde un intermitente púlpito de superioridad moral vociferan que son la mejor afición del mundo mundial, pretenden hablarnos de prepotencia!.
¿Clubs condenados por la justicia y que pasan la vida en los juzgados, que tienen a todos los presidentes que los han dirigido desde que hay democracia imputados, cuando no sentenciados, incontables jugadores condenados también por delitos contra la hacienda pública o que van escupiendo a directivos y sacando los pies del tiesto a diario entre otras lindezas; equipos con presidencias como las de Gil y Gil, el doctor Cabeza o Cerezo, y aficionados que van a tirar huevos y amenazar de muerte a sus jugadores cuando hacen eso que tan poco les importa, o sea, perder… van a dar lecciones, no ya a nosotros, sino a nadie de algo?
Si reivindicar y defender lo nuestro, estar orgulloso de ello, es prepotencia, lo somos, indudablemente, pero no menos que cualquier otro. Lo que sí es profundamente prepotente es ir dando lecciones al resto sobre cómo deben querer o amar al club de sus amores o creerse poseedores de la verdadera pasión y afición.
Nuestros valores son los que nos han llevado a la victoria. ¿Tan difícil es entender que vuestra lucha para caer en la orilla fue la misma o menor que la nuestra para alcanzar la victoria? ¿Que ganar más que nadie, que alcanzar la victoria de todas las formas posibles, incluidas en el último minuto, son la sublimación de esos valores de los que queréis presumir y hacer gala?
Soy muy crítico con parte de la afición madridista, pero una cosa innegable es que es desgarradamente sincera, nunca juega con la impostura, y sabe que la victoria es el principal objetivo en una competición profesional. Me rio a carcajadas de esos que hablan de que ser del Madrid es fácil, esos complacientes que en cada derrota se limitan a mirar a otro lado y conformarse. ¿Dónde está el sufrimiento verdadero? El madridista sufre cuando no está en lo más alto, se le llevan los demonios, y perder es la norma en una competición, porque siempre perderás más títulos de los que ganes, y esto lo sabe el club más exitoso y ganador de la historia.
Muchos aficionados han demostrado mi añeja teoría en estas semifinales, la de que el antimadridismo tiene tan poca pegada como encaje. Se hacen las víctimas y los ofendidos cuando desde las redes sociales los ridiculizas exponiendo sus contradicciones, suplicando que nos preocupemos de nuestro equipo y les dejemos en paz. ¡Ellos, que pasan su existencia hablando de nosotros!
Sí, debe ser genético. Los que admiran la gloria, el afán de superación, el talento, el ser el mejor, la lucha continua por conquistar la cima, la insatisfacción eterna y el sufrimiento ante la derrota, y los que envidian, los que prefieren lo oscuro, odiar al de enfrente, especialmente si está arriba, para ir contracorriente.
Unos sólo luchan contra sí mismos y otros sólo buscan la excusa como precaución en forma de árbitro supuestamente comprado antes de un clásico del que jamás se volvió a hablar, o en forma de tifo que no ofende ni a una abuela victoriana. Se van a asustar de tifos algunos…
El Madrid y el madridismo está siempre dispuesto a aprender, de hecho esa humildad, no de la que se predica, sino de la que se demuestra, dándolo todo década a década, nos ha llevado a lo que somos. De lo que no estoy tan seguro, por no decir que no lo creo en absoluto, es que los que pretenden ir de profesores y maestros nuestros sean los más adecuados para tales labores.
En cambio, también queda claro que nosotros sí que podemos dar alguna lección, por ejemplo de ganar Champions, de ser los mejores sin que afecte el paso del tiempo, de superarse infinita e indefinidamente sin mirar al de al lado, a conquistar lo que nadie pudo, a batir los récords que tú mismo te has puesto… A clasificarte siete veces para semifinales, a llegar a tres finales de Champions en cuatro años, a ganar dos de las tres últimas y aspirar en unas semanas a otra… No lo podéis entender.
Ahora seguid llamándonos prepotentes por reivindicar nuestra esencia y nuestros valores.