Un articulo de: @danipuerto6
La historia de Draper en el Madrid se escribe en gris y deja como sensación la de nunca haber estado al nivel real al que parece podría estar.
Que ‘Dee’ no está cuajando la temporada deseada hasta el momento es obvio, no termina de encauzar el juego del equipo y sus participaciones no pasan de ser mediocres. Draper paga el peaje de ser el recambio de todo un Sergio Rodríguez, auténtico tótem para el madridismo. Aunque no sólo ser el sustituto del Chacho ha logrado generar esa desconfianza en el aficionado blanco, siguiendo con las comparaciones, también sale perdiendo en ellas cuando se le mide con sus otros rivales por el puesto de base: Llull y Doncic.
Los bases con Laso tienen un rol anotador y son los mayores generadores de la plantilla, algo que tanto Llull como Doncic hacen a la perfección. Cuando la jugada no sale, son ellos los que de manera individual generan la ventaja necesaria, pero por contra, ese sistema tan individualista no casa con Draper, perdiéndose porque no da ese perfil. El de Baltimore es un base-director que hace llegar el balón allí donde debe llegar, allí donde la jugada lo requiere, pero si los compañeros en cancha son anárquicos, cosa que en éste Madrid actual abunda mucho, desaparece.
Laso le trajo para dotar al equipo de mayor capacidad de juego, para tener la opción de jugar posesiones largas con criterio y acierto, para que los pivots tuviesen ese base que les convirtiese en figuras importantes en el juego de ataque, porque jamás había tenido el Madrid en los últimos 10 años semejante batería interior. Se ha cambiado el perfil del equipo, se ha crecido en centímetros, en músculo, en capacidad para anotar cerca del aro pero el equipo sigue abusando del triple, con Draper se sigue jugando a lo que el Chacho quiere, la diferencia es que el Chacho ya no está y eso mata al tipo de jugador que Dee encarna, más cartesiano, mas recto y disciplinado, con cero capacidad para improvisar cuando las vías lógicas de juego se cortan.
Hay tres líneas de acción lógicas según yo lo veo:
1) Empezar a generar más juego colectivo cuando Draper esté al mando. Sin abuso del bote, con movimientos zonales que generen opciones cercanas al aro que obliguen a la defensa a efectuar movimientos de acordeón, provocando así un juego más largo y fluido, donde el sistema esté por encima de la improvisación y cada uno cumpla el plan pre-establecido por Laso. Pero para ello, habría que reducir el tiempo de uso del sistema 4-1 en ataque que tanto ha dado al Madrid pero que parece estancado con la plantilla actual, dejando de lado el “small-ball” y buscando un juego más clásico de 3-2, formato donde el “soldado Draper” se siente cómodo, donde su alta capacidad para obedecer y ejecutar se vea recompensada.
2) Seguir jugando a lo mismo, pasarle al “2” como jugador defensivo sin opciones organizativas y dejando sólo a Llull y Doncic como bases que sí entienden éste juego rápido y de anotaciones altas que busca Laso.
3) Cortarle, ahorrarle ese sufrimiento de ser el punto en un equipo de asteriscos y fichar otro base más acorde al juego que se desempeña, rompedor y anotador que se integre mejor en los sistemas actuales.
Draper en el actual Real Madrid es el hombre gris en un mundo de color, soldado en un país sin ejército y si Laso no modifica su forma de ver el juego al menos con Dontaye en cancha, el jugador croata-americano sobra.