Un articulo de: @soyvikinga
Efímero, superfluo, inefable, etéreo, epifanía, alquimia, esencia, crepúsculo, voluble, arrebol… Son palabras con un sonido tan bonito que cautiva el escucharlas, el leerlas, el decirlas. Da igual si el significado es hermoso también o no. Pero entre esas palabras que tan bien suenan, hay una que siempre me ha atrapado tanto por su musicalidad como por su significado. La palabra es SERENDIPIA.
La serendipia es el descubrimiento por azar de algo que se produce cuando en realidad estabas buscando otra cosa. Independientemente del significado formal, la serendipia tiene un halo de magia en su significado, puesto que nos lleva a un lugar donde pasan cosas inesperadas aunque deseadas en el fondo. Un lugar que parece predestinado. Como si hubiera caído del cielo…
Siempre he pensado que la vida es un conjunto de casualidades. No sé por qué, pero así lo he sentido siempre. Pero de un tiempo a esta parte (quizás mi viaje a India haya sido el detonante para ello) he cambiado de opinión. Es verdad que a veces, la diosa fortuna, la suerte, el infortunio o la casualidad tienen que ver en el devenir de las cosas, pero ahora pienso que muchas de las cosas que pasan, si no todas, pasan por algo, tienen un por qué.
Hoy, domingo 13 de Septiembre de 2015, Keylor Navas podría estar en la ciudad de Manchester defendiendo la portería del equipo que entrena Louis Van Gaal. Así hubiera sido si los acontecimientos se hubieran desarrollado de manera normal, si los faxes de aquella ciudad inglesa funcionaran correctamente, el encargado de enviarlos hubiera estado más fino o si los responsables de ello se hubieran afanado para que así sucediera. Y aquí, defendiendo la portería del Real Madrid, estaría David de Gea, atlético de corazón y dicen que sucesor “natural” del ínclito y afortunadamente confinado Casillas. Pero no, el fax no llegó porque el encargado de enviarlo no estuvo espabilado o porque los responsables de ello no pusieron todo el empeño que tenían que ponerle, quién sabe. Lo cierto es que David de Gea se quedó en Manchester (con su corazón atlético y su frustración intactos) mientras que nosotros nos quedamos con el señor Navas. Digo señor porque en toda esta historia, nadie más que él ha demostrado ser un señor. Y también digo que si Keylor Navas ahora es quien defiende la portería del Real Madrid y no otro a día de hoy es porque así tiene que ser. Si ha sucedido de esta manera es por algo y ese algo va a ser el triunfo. Y no sólo porque se lo merece, sino porque a estas alturas de esta película no se concibe otro final.
Llegaba Keylor un 5 de Agosto del año pasado con la vitola de ser el mejor portero del pasado mundial y con una ilusión que pronto se tornaría en decepción del madridismo de bien, no sé si propia también, supongo que sí, cuando el afortunadamente ya ex entrenador del equipo lo relegaba a un papel secundario en detrimento de la meritocracia y a favor del peor portero de ese mismo mundial. Así tuvo que ver pasar la temporada, como un actor secundario que salía a escena de vez en cuando, cuando había que proteger al “rey” que había secuestrado el trono de la portería de los silbidos o cuando alguna competición no protagonista precisaba sus servicios.
Si todos nosotros sentíamos la rabia de ver cómo nuestra portería era una de esas porterías de las tómbolas de las ferias batida por cualquiera un poco presto sin que nada pudiéramos hacer gracias a los caprichos de unos cuantos, no quiero ni pensar lo que pasaría por la cabeza del bueno de Keylor… A más de uno se le debería caer la cara de vergüenza. Pero no me detendré más en este tema porque ya no merece la pena hacerlo.
Termina la temporada, en blanco como no podía ser de otra forma jugando sin portero, y por fin nos zafamos de uno de los mayores secuestradores del club que teníamos. Pero entonces llega la transición dulce y la sucesión del trono que dejó el “rey pasmado”. Y alguien decide entonces que ese trono lo tiene que ocupar alguien español, querido por la prensa y futuro heredero también de la portería del equipo “nacional”. Entonces nuestro presidente, en un ataque de ese señorío falso que él sólo entiende y como si le debiéramos algo al ex del Atleti, mueve cielo y tierra para que así sea, ninguneando a quien ni siquiera le ha dado la oportunidad de demostrar si es o no digno de defender la portería del Real Madrid. Florentino invita a irse al tico dándole una patada sólo comparable a la que le dio anteriormente a otro que tuvo que hacer sus maletas rumbo a Italia. (Florentino debería revisar su concepción de la palabra “señorío” porque a veces se confunde con el de “bienqueda” y todos sabemos que actuando así rara vez podremos ser honestos y justos con todos. ¿O es que Keylor se merecía este trato vil por contentar a David además de manera innecesaria?.
Todo esto ha sucedido sin que escuchemos ni una sola declaración de malestar de boca de nuestro protagonista. Ni una mala cara, ni un mal gesto. Podría haberse visto afectado por tanta injusticia y mal trato en su rendimiento, en sus ganas de entrenar, pero más bien al contrario, su disposición y su actitud han sido impecables. Ayer lo pudimos ver, y también el día del Betis, y el del Sporting. Mientras Keylor se estiraba para atajar ese balón imposible que salía de la cabeza del jugador del Espanyol no podía parar de pensar qué hubiera pasado la temporada pasada de haber sido él el que hubiera defendido la portería blanca. Pero quizás eso también tuvo que pasar, o mejor dicho, no pasar, para que ahora estemos disfrutándolo. Y es que Keylor Navas está haciendo que muchas portadas de añoranza al portero ahora del Porto C.F. de las redacciones deportivas de este país estén muertas y yacientes en un cajón sin haber siquiera nacido.
Para cerrar sólo me queda decir que Keylor Navas tenía que jugar en el Real Madrid. Él seguramente le agradece a Dios que ese fax nunca llegara , yo se lo agradezco a él. Por su honestidad, por su trabajo, por su aura. Y porque se lo merece, porque tenía que ser así, no había de otra. Porque Keylor y la portería del Real Madrid tienen feeling, un feeling que estaba perdido desde hacía demasiado tiempo.
Así que efectivamente, quizás sea la serendipia, pero no una serendipia casual sin más, sino una serendipia movida por el karma, que es otra palabra hermosa y mágica y que describe mejor lo que he querido exponer en este artículo. Un karma que hace justicia a quién ha luchado por brillar desde su papel de actor secundario y que ahora le toca el de protagonista. Porque después de Casillas también hay vida. Pero no una cualquiera, sino… ¡¡PURA VIDA!!