Una crónica de: @Mrsambo92
“Papa, hay como cuatro o cinco delanteros en la alineación”, le dijo Davide a Carlo. Carlo, un tanto extrañado, le contestó: “¿Sólo? Pon dos más”. Davide, dubitativo, dijo: “Ya no hay más, están todos lesionados”. Carlo, molestó, se resignó: “Bueno, llama a algún chaval de la cantera para el banquillo entonces”.
Ancelotti vio claro que este era un partido ideal para un lema muy madridista, ese de “defender es de cobardes”. Sacó todo lo que no estaba en la enfermería y podía meter gol de alguna forma. Supongo que a ello ayudó la exhibición de Bellingham en la segunda parte contra el Nápoles, sus mejores minutos como madridista, con una presencia total en el campo, comenzando, llevando y definiendo cada jugada en una apabullante demostración que hacía tiempo no se veía. Y eso fue retrasando un poco su posición hasta la que había sido la suya habitualmente.
Se agradece, ya que, si uno se levanta de la siesta para verlos a ellos en vez de, qué sé yo, la Trilogía de “El Señor de los Anillos”, pues que se pase un buen ratico. Rodrygo, Brahim, Joselu, Bellingham… Con Kroos y Valverde de escuderos. Casi ná.
Imagen: realmadrid.com
No hubo mucho que contar en la primera parte, donde asistimos a uno de esos arbitrajes que me sacan de quicio, malicioso y sibilino, de los que como no decidas con contundencia te acaban complicando las cosas. De los que sirven para desahogar las tensiones de la semana.
El Granada no vio el balón, lo tocaron menos aún que Lunin (Joselu tampoco coincidió mucho con él, bien es cierto). Una superioridad total que no se manifestó en muchas ocasiones, aunque las suficientes como para ir cómodos en el marcador.
El Granada intentó frenar el ritmo en todo momento, como el árbitro, con fueras de juego que no existían y faltas cometidas a los nuestros que pitaba al revés, pero el equipo no bajó el pistón. El portero titular de los andaluces, Raúl Fernández, tuvo que irse lesionado a los pocos minutos de empezar, acentuando la frialdad, pero el Madrid cogió el balón y no dejó salir al rival de su campo hasta el descanso.
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Una buena combinación terminó con un centro de Valverde al que no llegó Rodrygo por poco. No tuvo muchas opciones el brasileño en estos primeros minutos, pero dejó detalles para gozar con el visionado.
Una falta en diagonal que se envenenó un tanto, fue la única aproximación granadina. Luego llegó nuestro gol.
Brahim, el mejor del partido, escorado hacia la derecha, pisó el balón y calculó con precisión el futuro. Pase al centro y desmarque para recibir la asistencia de un Kroos, el otro mejor del partido, que anda pletórico. El control dentro del área y la definición con picadita son de crack.
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No hubo mucho más. Un penalti pedido por Bellingham, al que el árbitro despertó sus peores instintos, y un jugadón entre el británico y Brahim, con taconazo del segundó y disparo cruzado del primero, que fue de esas injusticias futboleras de las que nos lamentamos a veces porque no terminara como merecía.
Es necesario destacar a los cuatro de la defensa. Mendy recibió numerosos balones con cambios de juego que abrían el campo y favorecían la circulación. Los centrales estuvieron impecables y Carvajal sigue en una línea excelsa. Los mejores junto a Kroos y Brahim.
La segunda parte fue por los mismos derroteros, con la salvedad de que ligera y ocasionalmente el equipo retrasó la presión para aprovechar los espacios, con lo que el Granada pudo tocar un poco el balón. No mucho, pero oye… No puedo sentir pena por Lunin, que dedicó el partido a escuchar crecer la hierba por si algún día debe presentar un informe a Xavi Hernández, ya que los partidos tranquilos y ganados con contundencia siempre apetecen.
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No hubo grandes vértigos. El Madrid se mostraba infinitamente superior y con un buen ritmo de toque y circulación, sabedor de que no le hacía falta forzar ni desgastarse, que las ocasiones y el gol llegarían por inercia. Así fue.
Brahim lanzó desviado de zurda, pero poco después volvió a ser determinante buscando una triangulación en la que volvió a desbordar persiguiendo con ahínco la descarga de Joselu hasta línea de fondo, imponiéndose al defensor por garra, instinto y velocidad. Su pase atrás lo remató Bellingham, que siempre está, aunque esta vez, y extrañamente, marró el remate ante Ferreira, que sacó una gran mano. El rechacé lo empotró Rodrygo, como buen semental brasileño, al fondo de la portería. Un Rodrygo que ahora lo mete todo donde antes no metía nada.
También la tuvo Valverde, tras una gran asistencia de Bellingham, pero Ferreira hizo otra gran parada.
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Los cambios fueron Cafucas por Carvajal (mucho estaba durando sin molestias, pero parece que no es grave), Joselu por Ceballos, Rodrygo por Gonzalo y Brahim por Nico Paz. Estos últimos fueron cambios de aplauso.
Con la entrada de Ceballos, Bellingham pudo incorporarse más libremente al ataque.
No hubo mucha más historia, más allá del onanismo madridista ante una victoria, donde todos nos miramos satisfechos y orgullosos, como recién fo… gueados. Una placidez rutinaria que nos vuelve a situar en lo más alto de la tabla esperando que los demás pinchen intentando seguir el ritmo.