CRÓNICA | Los días importantes: Real Madrid 2 – 1 Osasuna

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Por fin llegó. Después de unos cuantos partidos de Liga donde lo mejor que podía pasar era que no se lesionara ningún jugador, algo relativamente improbable dada la permisividad del gremio arbitral con los rivales del Madrid, llegaba el primero de los tres partidos (ojalá sean cuatro) en que el equipo más universal del fútbol se jugaba gran parte de la temporada. Lo explicó @pepo2204 en su previa, y deberían haberla leído: llegan los días importantes. Así sabrían que, nueve años después, volvía el conjunto blanco a una final de la Copa del Rey, esta vez en La Cartuja, Sevilla, y frente al Osasuna de Jagoba Arrasate, que había merecido, partido a partido, prórroga a prórroga, llegar hasta aquí.

Carlo Michelangelo Ancelotti no pareció reservar nada para lo que vendrá en el futuro inmediato, y apostó por una alineación formada por Courtois como guardameta, defendido por Carvajal, Militao, Alaba y Camavinga en la línea defensiva. En el centro del campo, Tchouameni como medio defensivo, Kroos como brújula y timón del juego, y Valverde para galopar por la pradera. Y arriba, preparados para hacer daño, el diablillo Rodrygo, el violinista Benzema, y el cohete Vinicius Júnior. Once hombres ante un destino inevitable, ligado al carácter del Real Madrid: la victoria.

El arranque del partido fue deslumbrante. Apenas a los dos minutos, Vinicius, ese relámpago, ese rayo que no cesa, abrió un socavón en la defensa rojilla, se fue de Moncayola, alcanzó la línea de fondo y puso atrás un pase de dulce. Fede Valverde, como buen halcón, sobrevoló el balón y lo dejó pasar para que Rodrygo lo rematara con la zurda y, con cierta fortuna, porque tocó en un defensa rival, lo enviara a las mallas para poner el 1-0 en el marcador. Mantuvo el Madrid todavía el empuje, con lanzamientos en largo que Rodrygo y Vinicius trataban de aprovechar a la carrera, aunque sin premio en el marcador.

Imagen: realmadrid.com

Antes de los diez minutos de partido, el Osasuna ya se había sobrepuesto, y empezó a acabar cada ataque con centros al área y remates de cabeza, que o bien salieron fuera, o bien fueron detenidos con tranquilidad y oficio por Courtois, insuperable por alto. A cada centro a la olla del equipo navarro le sucedía un pase buscando a Vinicius, que comenzó a desbordar a Moncayola por la derecha, por la izquierda y por el centro, sugiriéndole que fuera buscando un buen psiquiatra. La tensión entre ellos se acentuó a medida que el lateral osasunista empezó a pegar antes de preguntar, y a Vini se le soltó, probablemente demasiado, la lengua y el repertorio gestual.

De hecho, en torno a los 20 minutos, el lateral rojillo ya veía la tarjeta amarilla, y eso acabó suponiendo que Arrasate tratara de mandar apoyos allí cada vez que el extremo brasileño cogía la pelota. A los 25, una de las torturas de Vini en esa zona acabó con otro pase atrás, una dejada de Rodrygo y un remate de Benzema que Sergio Herrera sacó milagrosamente con una mano. Justo a continuación era Abde, en la otra portería, el que se medía y ganaba a Militao, quizá en otro exceso de confianza del central, y elevaba el balón por encima de Courtois. Apareció en ese momento el ángel de la guarda, con la camiseta de Carvajal, y sacó la pelota antes de que llegara a la línea de gol, evitando el empate.

A continuación, pudo verse el detalle que dejaba claro que el Madrid estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta para ganar este título. Una salida al contraataque de Osasuna, por la banda de Abde, vio hasta a siete jugadores blancos haciendo un repliegue absolutamente brutal, que acabó impidiendo el éxito de la jugada y, sobre todo, dejando claro que no le iba a ser sencillo a los navarros marcar un gol. Poco después de la media hora, David Alaba, recuperado de su lesión, lanzaba una falta directa a una distancia de 40 metros, al larguero del arco osasunista, con una violencia inesperada.

De ahí al descanso, la misma dinámica: el Madrid saliendo al contraataque a toda pastilla, y oportunidades erradas por Vinicius o Camavinga, con remates que salieron fuera, y también una falta evidente a Rodrygo que disparó las protestas de su compañero brasileño, y que le costaron una tarjeta, siendo el quinto de cinco partidos de Copa del Rey en que la ha visto. Se montó algo de bronca en el túnel de vestuarios entre Vini y el Chimy Ávila, que tampoco se calla mucho, pero al final quedó en nada, con los dos equipos poniendo paz.

Imagen: realmadrid.com

El principio de la segunda mitad introdujo una variación en el partido: el Madrid seguía replegado y esperando su oportunidad para cerrar el partido a la contra, pero el Osasuna no le dejaba salir de su campo. El cuadro rojillo jugó sus mejores minutos del partido, llegando apretando, y solamente alguna intervención milagrosa de Carvajal, despejando de cabeza, y la solidez de los centrales impidieron que el gol del empate llegara. Al menos, hasta la hora de partido porque, en ese momento, una penetración de Abde por el lado de Carvajal acabó en rechace del de Leganés hacia la frontal del área. Allí la encontró Lucas Torró, que lanzó un latigazo seco y raso que batió a Courtois cerca del palo, con lo que el empate volvió al electrónico de La Cartuja.

A partir de ahí, el Madrid pareció recuperar algo de dominio, pero se atascaba en la transición defensa-ataque. Kroos manejaba con tranquilidad, paciencia y precisión la salida y facilitaba balones para el asalto del área rival, pero las imprecisiones de unos y otros acababan con las posibilidades de hacer algo más. Ancelotti vio desde la banda, como veíamos todos, que Tchouameni no estaba aportando gran cosa en la transición de balón, y tampoco es que estuviera especialmente bien en defensa, así que le retiró del campo y metió, en su lugar, a Rudiger a jugar.

Con el cambio, en el minuto 69, Alaba pasó al lateral izquierdo, y Camavinga se ubicó en la posición de 5, desde donde empezó a mostrarse mucho más participativo. Apenas un minuto después, otra penetración de Vinicius por la línea de fondo, acabó un pase que fue rechazado por la defensa. El balón llegó suelto a Kroos, que disparó, pero impactó en Aridane, y el rechace fue a parar a Rodrygo, que estaba por allí, con sus calcetines llenos de pólvora y su rabo diabólico. El menino no dudó en rematar a puerta cruzado y volver a poner en ventaja de nuevo al conjunto madridista.

Imagen: realmadrid.com

El 2-1 no tuvo un efecto especialmente definido en el partido, que siguió con Osasuna teniendo mucho balón, pero sin hacer daño, y el Madrid, ahora sí, saliendo como centellas en busca de aventuras, pero sin conseguir botín, a pesar de contraataques bien conducidos pero mal finalizados por Vinicius y Benzema. El galo tuvo otro de esos días aciagos, en que solamente le falta caerse por una zanja y que le cague una paloma en la cabeza. En el minuto 82, Toni Kroos, ovacionado tras un buen partido, dejaba su lugar a Luka Modric, y el príncipe de los croatas regaló un cuarto de hora de maestría en la colocación en el campo, la oferta de líneas de pase y el juego a un toque.

En el minuto 89, Ancelotti dio entrada a Asensio por el goleador del día, y MVP del partido, Rodrygo Goles, y Vinicius tuvo la mejor oportunidad del partido: se plantó, gracias a un fantástico pase en profundidad de Asensio, frente a Sergio Herrera, pero, extrañamente, prefirió dar un pase atrás para Benzema -que le salió flojo-, en vez de rematar a portería. Antes de que el árbitro pitara el final, dio tiempo a que Osasuna volviera a tener una ocasión clara, pero el remate de Kike Barja fue obstaculizado lo suficiente por el pie milagroso, de nuevo, de Dani Carvajal, que fue de nuevo el de los días importantes.

Y es que, amigas y amigos lectores, en los días importantes, este equipo vuelve a sacar lo mejor de sí mismo, y así acabó el partido, con 2-1 para el Real Madrid, campeón de la Copa del Rey, nueve años después, la vigésima vez, para completar la colección de seis títulos en dos años. Disfruten de la victoria, del título, del recuerdo de Vinicius relampagueando por la banda, de Rodrygo rematando con su cara de niño bueno, de la sonrisa de Kroos y de los enfados de Ancelotti. Pero, como campeones de España, prepárense, porque el martes llega otro de los días importantes. Y es de los de ir de etiqueta, frac y corbata. Aquí lo contaremos.