CRÓNICA | El mejor homenaje posible: Liverpool 2 – 5 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscénico2

Créanme, un paseo por el fresco de Madrid, a estas horas, da para pensar muchos títulos para esta Crónica. Pero, al final, decidí que nada manchara algo tan sacrosanto como ese poder que solamente nuestro equipo tiene: ser, al mismo tiempo, universal y autorreferencial. Así que descarté titularla “El karma de Negreira”, haciendo referencia a que el Madrid ha sido tan baqueteado, sobresancionado y megaperjudicado en España, que ha resultado convertirse en un auténtico acorazado en Europa.  También pensé titularla, por consejo de @gdelatorre, “Provocando en Anfield”, pero es que me parece que sería darles voz a los mequetrefes que dicen informar, y solamente desinforman en las ondas y los periódicos patrios. Así que decidí que la venganza es un plato que se come frío, y que ni los tramposos ni los mentirosos merecían quitarle el protagonismo al más bonito homenaje que se le puede dar a un futbolista: ganar un partido, jugando como los ángeles, para dedicárselo a su fallecimiento.

Empezó la cosa mal. Y no lo digo por el gol que encajó Courtois, con la defensa absolutamente empanada, da igual que fueran los que no cerraron el pase de Salah o los que no evitaron que Darwin Núñez batiera de tacón, solo, al belga en el minuto 4 de partido, poniendo el 1-0 en el marcador y a los madridistas algo cabreados. Lo digo porque el anuncio de la alineación, dos horas antes del partido, generó el típico caldillo agrio en las redes sociales, clamando por la ausencia de algunos y la presencia de otros. Courtois; Carvajal, Militao, Rudiger, Alaba; Camavinga, Valverde, Modric; Rodrygo, Benzema y Vinicius. Leída ahora, suena a gesta, a fanfarrias y trompetas sonando, a gloria bendita, pero a las 19:00 del día de hoy suponía un insulto (otro más) de Ancelotti a los sospechosos habituales. Que siguen mamando, a estas horas, sin embargo.

Por si fuera poco, al cuarto de hora, Carvajal rebañó un balón, tras una pérdida de pelota de Camavinga, y lo envió con cierto riesgo a los dominios de Courtois, que pareció controlar con aplomo. Pero el belga se confió, el balón le tocó en la rodilla, y quedó a merced de un Salah que no estaba por la labor de desaprovechar una de las que le ponían a Fernando VII, así que remató a placer el 2-0 al fondo de la red. Paren un momento y dediquen conmigo –nueva sugerencia de @gdelatorre- unos momentos a pensar en las caras, las expresiones y las emociones, en ese minuto 14, de los David Bernabéu, Jotajordis, Fran Guillenes, Migueles Martín Talavera y toda la recua de antimadridistas que pululan por los medios de comunicación. Imaginen sus caras de satisfacción, de felicidad, de alegría sincera. Qué poco conocen al equipo que Amancio Amaro Varela contribuyó a forjar. Y qué tontos, así, en general. No aprenden.

Imagen: realmadrid.com

En el minuto 21, una combinación de lujo entre Modrić, Benzema y Vinicius, no sabría decirles si billar francés o tiquicaca, el caso es que el chaval brasileño decidió mirar a portería y largó un remate con efecto, ajustado al palo, que pasó entre los defensas, que hizo inútil al estirada del portero, y que supuso el 2-1. Lo verdaderamente épico, sublime, es que Vinicius Junior, marcado el gol, corrió como una centella hacia el fondo de la portería, recogió el balón, y fue celebrando el tanto con sus compañeros mientras esprintaba hacia el centro del campo para colocar el balón y buscar otro. Se juntaron en su figura la del Jefe Negro, Obdulio Varela, en pleno Maracanazo, y la del propio Amancio Amaro en Heysel tras marcar el empate, para buscar el Sexto Grial de la religión blanca.

En el contexto de lo irreal, tras veinticinco minutos de castigo del Liverpool entrando por el flanco de Rudiger-Alaba, una presión infernal, y los gritos de Anfield como si hubiera allí tres millones de ingleses, el Madrid resurgió de su ataúd, una vez más. Escupió cuatro clavos, se irguió y comenzó a jugar la pelota con sentido, intención y jerarquía. Contribuyó a ello indirectamente la lesión de David Alaba, bastante superado por Salah en el primer tramo, que fue sustituido por el incólume Nacho, que entró al campo con su casco de albañil, su arnés y su cinturón de herramientas, y que levantó pacientemente un muro perfecto, impoluto, desde su entrada en el minuto 27, hasta el final de los finales. Ese chico que siempre cumplía se ha convertido en un señor que transmite una seguridad bárbara al resto del equipo, que aporta siempre la solución más funcional a los problemas que se le presentan, y que, con su pesimismo, nos vuelve optimistas. A Salah, por el contrario, le convirtió en una mezcla entre el romanticismo fúnebre de Larra y la sombra de la chica de la curva.

La entrada de Nacho, de alguna manera, recompuso al equipo, y le supuso una inyección de vitaminas a Militao. Este tipo que parece el jefe de una mara es, en realidad, un chaval de 23 años que impartió, desde ese momento en adelante, incluso algo antes, un simposio sobre lo que tiene que hacer un central. A la media hora, otro chaval, conocido por su perseverancia, llamado Vinicius Junior, probó a repetir lo del primer gol, pero esta vez el portero Allison se sacó una parada antológica que impidió el empate. Pero, en el minuto 36, los héroes se transformaron en villanos, y un intento de pase del portero, tras un amago de presión del joven Vinicius, rebotó en él, y se coló en la portería del Liverpool, dejando claro que el karma, a veces, vuelve más rápido de lo que creemos.

Imagen: realmadrid.com

El empate a 2 llevó el partido a un espectáculo inenarrable, de ida y vuelta, en que igual Alexander-Arnold penetraba y generaba problemas a Courtois, que Vinicius ponía un caramelo para Rodrygo que Robertson mandaba, al límite, a córner. Llegó el descanso, más que merecido para los dos equipos, con las espadas en todo lo alto, y la sensación de que igual podía acabar el partido con goleada de uno o de otro equipo, por lo abierto y disputado del encuentro.

¿Qué podemos contarles de la segunda parte? ¿Qué Militao salió con su sable de honor y su traje con charreteras y gorra de plato, convirtiéndose en un auténtico mariscal en el área madridista? ¿Qué Carvajal pareció quitarse cinco años de encima y volvió a ser ese cerrojo que no deja que pase una por su lado? ¿Qué Camavinga se convirtió en una versión descatalogada de Redondo, jugando el balón a toda velocidad y con una enorme precisión, iniciando cada golpe del Madrid? ¿Qué Modrić parecía el hermano pequeño de Modrić, dominando el juego, moviéndose de lado a lado, trabajando atrás y construyendo sueños adelante? ¿Qué Rodrygo volvió a recuperar sus cuernos y su rabo diabólico, y mandó a Robertson al psiquiatra? ¿Qué Vinicius siguió percutiendo a la espalda de Alexander-Arnold hasta que tuvieron que cambiar al central que le guardaba las espaldas, Joe Gómez, que se fue camino del manicomio?

Les contaremos que, a los dos minutos del reinicio, en una jugada que pareció ensayada (aunque digan que Ancelotti no hace esas cosas), el príncipe de los croatas puso un centro de falta lateral preciso y precioso al corazón del área,  y que allí llegó el mariscal Militao, con su impedimenta, para rematar de cabeza a gol y poner en ventaja al Madrid por 2-3. Les contaremos que Karim Mostafá Benzema, con poca presencia en el área, asomaba fuera a hacer mejor cada jugada de sus compañeros, que entraba y salía, y que, en una de esas, en el minuto 55, combinó con Rodrygo, y remató, tropezando el balón en Joe Gómez y otorgándole al francés el regreso al gol continental con el 2-4. Les contaremos que, en el minuto 67, tras una fantástica jugada de Modrić, sacando el balón jugado y abriéndola a Vinicius, el brasileño puso la pelota para Benzema y el francés, con un recorte, volvió a recitar poesía, a componer sinfonías, a pintar cuadros impresionistas, y mandó el balón con la zurda a las mallas, estableciendo el que sería el definitivo 2-5. Para qué contarles más.

Imagen: realmadrid.com

El regreso del Madrid de las sombras del primer cuarto de hora, así, se concretó a falta de veinte minutos para el final, con todo el equipo en una fantástica actuación coral, incluso con la entrada posterior de Ceballos, Asensio y Kroos, para acabar de mandar a los antimadridistas con sus clavos y sus martillos a la cueva, a esperar a otro momento. Qué quieren que les digamos: si alguno de nosotros fuera Don Amancio Amaro, de cuya participación pudimos disfrutar en el podcast del Décimo Aniversario de esta casa, estaríamos enormemente orgullosos de este equipo. Descansará en paz, lo sabemos, porque hoy ha empezado una nueva era, justamente el día que él se iba a acompañar a Don Alfredo Di Stefano y Don Paco Gento, y los jóvenes que llevan el escudo del Real Madrid en su corazón han demostrado que están hechos del material necesario para defenderlo. El mejor homenaje posible.