Una cronica de: @Javirodespi – planetacb
¿Cómo podría ser el tercer encuentro de la serie? Muchos apostaban por un equilibrio entre ambas fuerzas que se solventaría al final del partido, otros por un FC. Barcelona que debía resarcirse de lo pasado en el Palau, y otros, los menos, apostaban por una nueva muestra de superioridad blanca con una victoria inapelable para los locales. El caso es que, apuestas aparte, el Real Madrid volvió a dar un puñetazo en la mesa y se llevó sin ningún tipo de excusa, un nuevo clásico que pone al equipo catalán sobre las cuerdas y es que, lo que sucedió hoy en el Barclaycard con sus 12.038 almas, fue lo más parecido a una tormenta perfecta, como el título de nuestro OjO Al Blanco.
El susto (no quitado) de Carroll
Todo parecía una fiesta en el Palacio, completamente abarrotado para ver a los de Laso en su lucha por romper la maldición del 1-0 y dar hoy el primer paso, con un juego inicial en el que mostraba su equilibrio en el juego interior-exterior, pero con una mala noticia al poco de iniciarse, una mala caída en el pie de Navarro por parte de Jaycee Carroll, le torcía el tobillo y le mandaba al vestuario, del que salió correspondientemente vendado y probándose en un par de ocasiones posteriores pero sin forzar lo más mínimo, mala suerte para el norteamericano que estará en algodones hasta saber si puede jugar el cuarto partido.
Un sustituto de nivel
Como dice el sabio refranero español, “no hay mal que por bien no venga” y en este caso, el sustituto de Carroll fue Rudy Fernández, que acabó el primer cuarto como el más valorado del encuentro con sus 6 puntos y su 10 de valoración, gracias al inicio del juego preciosista basado en el extra-pass que empezaba a mostrar el Real Madrid y donde el final del primer cuarto empezaba a marcar la primera distancia con 29-21.
¡¡Por favor, no pitéis tanto!!
Sabemos que nos reiteramos mucho, pero nos resulta muy difícil de admitir que el criterio arbitral ponga al Barça en bonus en el primer minuto de juego del segundo cuarto, y al Real Madrid a los tres minutos de iniciarse. Cierto es que ahí empezó uno de los calvarios del equipo catalán, con demasiados fallos desde 4.60 (13/19) pero peor fue su lanzamiento desde 6.75 con un paupérrimo 2/10 ante el 7/15 blancos desde igual distancia, que hacía aumentar la ventaja de forma significativa hasta los 13 puntos, sin duda fueron unas sensaciones muy diferentes con las que cada uno afrontó el banquillo, los locales viendo como su niño Doncic era capaz de hacer daño tanto en interior como en exterior, mientras que los visitantes se tuvieron que conformar con un mate de Lawal que esperaba que le sirviera de ánimo.
Del mal al éxtasis
No era una diferencia insalvable la que tenía el Barça en el descanso (13 puntos) y muchos menos lo era cuando los de Pascual, de la mano de Tomic y Doellman se pusieron con un parcial de 0-6 que les metía en el partido, sin embargo, de repente, toda la eficacia blaugrana se fue al garete, quizás por la defensa de Taylor que estuvo siendo una pesadilla para Satoransky, no tanto a la hora de anotar pero sí de dirigir (Arroyo no jugó ni un segundo), quizás fueron por los increíbles minutos que dio Rudy Fernández, principal responsable de un parcial de locura de 15-0 por parte de los blancos, aunque, a lo mejor, también tenemos que prestar atención ante una inexistente defensa blaugrana para parar las acometidas blancas.
Corazón contra almas inanimadas
Si tuviéramos que medir la intensidad del corazón de los equipos implicados en esta batalla por la ACB, es probable que el Real Madrid rompiera el aparato de tomar la medida, mientras que el del FC. Barcelona no llegaría ni a la mitad, porque lo que se veía en el campo eran dos conjuntos completamente opuestos y que parecía increíble que ambos jugaran el mismo deporte. Por parte de los locales, la intensidad defensiva, las ganas de robar balones, de buscar al compañero mejor situado y de dejarse llevar en volandas por una afición que no defraudó, eran la antítesis a unos visitantes que agachaban la cabeza cuando veían que los tiros no entraban, que su defensa solo se limitaba a hacer un ligero movimiento como si eso sirviera para parar una penetración, o a levantar tímidamente la mano ante un tiro librado. Eran las dos caras de una misma moneda y un claro vencedor.
Líderes contra líder
Si algo nos llamó la atención del encuentro en esos momentos calientes, fue la falta de liderazgo en el Barça, solo intentado por Navarro pero encontrándose demasiado solo en su aventura, sin embargo, en el lado madridista no había problemas en encontrar protagonistas, podía ser Llull, Rudy o Ayón, dispuestos a dar el puñetazo en la mesa que pusiera las cosas claras, y si alguno de los tres se despistaba, siempre andan por ahí tanto Felipe Reyes como Chapu Nocioni, muchos gallos para un corral que confía en sí mismo.
La solución desesperada
Con un partido prácticamente finiquitado, el Madrid bajó los brazos y dejó al Barça hacer, tanto ofensivamente, con muchas menos dificultades a la hora de lanzar (que no anotar), como defensivamente, probando una zona que mutaba a individual que quién sabe con qué intención (a lo mejor para el cuarto partido). Sea como fuere, los blancos veían su ventaja recortada pero, en cuanto se olía un poco de peligro, para eso estaba Llull poniendo las cosas en su sitio. El punto segundo de la eliminatoria ya estaba conseguido con un marcador de 91-74 que dejaba las cosas claras.
Así terminamos por hoy, cerramos temporada en el Barclaycard Center el próximo miércoles a las 20.30h, no sabemos si será de forma definitiva o habrá que ir a Barcelona el sábado para saber quién se alza con el título de liga, no obstante, mientras eso pasa, no se olviden de sonreír, tanto por lo visto, como por lo que puede venir.