Un articulo de: @ErZuru2000
Permítanme unas palabrillas antes de la tormenta. No sé que sensación tienen todos ustedes en estos previos momentos a lo que se viene. Yo tengo la sensación de estar en busca y captura. Voy por la calle y miro por el rabillo del ojo. Me fijo en los carteles pegados en las farolas, pero no, tan solo se anuncian restaurantes de comida china. Así pues deduzco que es una fijación enfermiza. Me tranquilizo. Finalmente mi intuición puede con mi racionalidad y vuelvo al punto de partida.
Sí, queridos/as amigos/as, me siento perseguido. Y eso es algo novedoso para mí. Hasta este punto hemos llegado. Si me tienen paciencia, se lo explico brevemente. No tengo intención de aburrirles demasiado. Solo compartir inquietudes.
Empecé a intuir los primeros signos hace unos meses. No le di demasiada importancia al asunto. Después, con el transcurrir de los días, los signos fueron evidentes y empecé a preocuparme. En los momentos actuales estoy al borde la neurosis.
Todo empezó, o se tal vez se hizo evidente, con unas bolas y un sorteo. Voces crepusculares empezaron a advertirnos: las bolas estaban calientes y la otrora modélica organización (Uefa) que se encargaba del sorteo, se había transformado, de repente, en una especie de Spectra pero a peor.
Había dieciséis equipos, dieciséis. Quedaron emparejados de a ocho. A los primeros solo les podían tocar los segundos. Por cojones. No obstante, las bolas emparejadoras ya habían empezado a tomar temperatura. El mismo beneficiario de siempre, rompiendo toda lógica estadística. La mierda empezó a esparcirse y creció la marea. A los incautos aficionados madridistas (que de eso va el presente relatillo) nos alcanzó. Y pasamos a ser aficionados de un equipo bajo sospecho, ergo, sospechosos también.
Quedaron ocho equipos. Las bolas hervían. Las voces crepusculares se transformaron en gritos desgarradores. Aquello era inadmisible. Otra vez el mismo. La mierda ya nos llegaba por la cintura.
Quedaron cuatro. El tipo que sacaba las bolas, metió la mano enguantada en difenilopolibromado. Y otra vez lo mismo. Los zurullos flotaban alrededor de nuestro cuello. Muy desagradable. El club de nuestras entretelas era culpable y nosotros, también. De ahí mi sensación de acoso.
Quedaron dos. Ya no había sorteos. En estas estamos. Acojonados y con la sensación de haber ganado algo sin merecerlo. Mejor dicho, de poder ganar algo sin tan siquiera merecer la posibilidad de ganar. El Madrid sobra en la final. Sobra tanto que ya han declarado ganador antes de jugarse. Pase lo que pase el ganador será el Aleti del Cholo, del Mono, del Profe, del Hombre del Maletín y de esos extraños directivos que acumulan delitos prescritos. El ganador será el Aleti pase lo que pase porque la otra opción es insoportable. Es lo mismo de siempre: el Real Madrid Club de Futbol contra el AntiRealmadrid Club de Fútbol. Porque los españoles somos así, los que más reniegan de su condición, exhibiendo las típicas virtudes españolazas de siempre: la envidia, el rencor, la bilis, el cainismo.
Curioso el proceso que se ha seguido en este tortuoso camino. Primero fueron las bolas calientes, ardiendo, hirviendo, a punto de fundirse. A medida que iban pasando los sorteos y el puto Real Madrid no caía, la temperatura de las bolas no conocía los límites de la escala Celsius.
En el referido proceso se produjeron dos hechos curiosos. Por un lado el patrioterismo casposo de boina y carajillo fue olvidado cuando al que se juzgaba era al Madrid. Los penaltis en contra dejaron de ser afrentas contra la españolidad de un equipo español y los penaltis a favor no pitados se olvidaron en el sueño de los justos. La alegría por las victorias del “equipo español” dejó paso a un sospechoso escepticismo.
El segundo hecho curioso que se produjo fue un acontecimiento digno de Groucho y su famosa frase sobre los principios de quita y pon. Se hizo necesario subir a los altares una forma de practicar el fútbol que los forofos del AntiRealmadrid CF siempre habían aborrecido, condenado, denostado y escupido. Peor aún porque, aquello que otrora fue aborrecido como un modo infame de jugar al fútbol, ahora era practicado hasta llevarlo al paroxismo. No les ha importado, ni se les ha caído la cara de vergüenza. No la tienen, no saben de qué color es y nunca lo sabrán.
A medida que han ido pasando las semanas, las eliminatorias y las bolas ardiendo, a todo lo anterior han ido añadiendo argumentos y gilipolleces. La que más me gusta es la de la deuda histórica del fútbol con el Aleti. Es mentira, naturalmente. Todos lo sabemos. Ellos, los ultras antimadridistas, también. Pero todo esfuerzo es poco. Hay que arrimar el hombro. Hay que tratar de introducir en el subconsciente madridista la sensación de culpa pasada, por lo ganado, y futura, por lo que se puede ganar.
Están acojonados. Más acojonados que nosotros. Mucho más. El antimadridismo es el reverso tenebroso del madridismo y por tanto, más feroz, más fácil, más animal y más débil. Fruto del acojonamiento ya han dictaminado vencedor. Tal vez para quitarle importancia a la derrota de la franquicia rojiblanca del antimadridismo. Tal vez para cargarse de razones y argumentos para las posteriores tertulias y columnas de opinión. Fruto del acojonamiento, nos han colocado a Emery de futuro entrenador, nos han vendido a media plantilla y nos han lesionado de gravedad a Cristiano.
El caldo de cultivo que han creado es repugnante. Es un todos contra uno. Y encima, muertos de miedo. Bolas calientes, rivales débiles e inmerecidos, deuda histórica, el pesquero contra el transatlántico, un equipo trabajado frente a una panda de mercenarios, la intensidad contra los millones, el presupuesto contra los cojones, el campechano Cerezo contra el panoli del Gafas…todo muy edificante para pedir más lectores y oyentes. No les extrañe que con el devenir del tiempo, ser madridista pase ser considerado como una falta administrativa. No descarten el delito. Una institución que sería en cualquier otro lugar del mundo un monumento nacional. De ahí mi extraña sensación de acoso y derribo.
Pero esto pasará. Puede que ganemos, puede que no. Vendrá la Eurocopa y entonces todos aquellos que se han pasado por el arco del triunfo la españolidad del club más español de todos, les escupirán a todos ustedes (y a mí) la falta entusiasmo y apoyo a La Colorá. Nos dirán que somos malos españoles y malos patriotas. ¡Ellos! La Colorá, el equipo del Presidente del Fúrbol y los Álbitros, el equipo del Marqués del Rencor y de su ojito derecho, PerisPiqué. La Colorá, el equipo favorito de los ultras antimadridistas…el manolismo, el relañismo, el segurolismo…exactamente los mismos que ya han decido quien ha ganado el sábado…y no es el Madrid.