Una crónica de: @MiedoEscenico2
Antes que nada, perdonen si me notan un tono entre desabrido y cabreado, pero es lo que hay. Si hay algo que me pone de muy mala leche es que me hagan perder el tiempo. Y, visto lo visto, casi habría preferido que, al anunciarse las alineaciones por megafonía antes del partido, hubiera salido la voz del árbitro para avisarnos, diciendo algo así como “Miren, no se hagan ilusiones, tenemos consignas de que la Liga esté más disputada, porque hay que mejorar los ingresos, y vamos a dedicarnos hoy a reducir la distancia entre su equipo y el segundo de la Liga. Así que, si quieren, váyanse a algún bar a tomar un café, que aquí hoy no va a ganar el Madrid”. Y todos tan contentos.
Decía Ancelotti, en la rueda de prensa anterior al partido de esta tarde en el Bernabéu frente al Girona, que las palabras de Courtois después de aquel partido, pidiendo al equipo más concentración y agresividad, habían sido justas. Para hacer justicia, el técnico transalpino decidió enfrentar al cuadro catalán con el propio belga bajo palos, defendido por Carvajal, Rudiger, Alaba y Mendy, una zona de creación formada por Camavinga, Kroos y Modrić, y una línea ofensiva compuesta por el Halcón Valverde por la derecha, Vinicius Junior por la izquierda, y Rodrygo como falso o verdadero 9, en función del desarrollo de las jugadas. Toda una declaración de intenciones, ofensiva, pero condenada a ser una pérdida de tiempo.
Y decía también el sabio @pepo2204, en la ilustre Previa de este partido que había escrito en estas páginas, que había que tener cuidado con los equipos pequeños. Hay que darle la razón, igual que decía mi padre que un tonto jode a cien listos, y esta tarde el Girona salió dispuesto a joder desde el principio. Al minuto 5, el portero ya estaba perdiendo tiempo en el saque de portería, algo que fue una constante a lo largo de los 100 minutos (teóricos) de partido, porque en realidad se jugaron como la mitad. Pero ese tema se lo dejo a @cubelas13 en su Crónica Arbitral del partido.
Imagen: realmadrid.com
Empezó el partido el Madrid arriba, presionando alto y tratando de convertir la salida del Girona en oportunidades propias. Pero se encontró con dos problemas: el primero, que el equipo de Michel sabía mover el balón con soltura y precisión, y apenas cometía errores; y el segundo, que repetía continuamente el mismo esquema: balón del centro a la izquierda, devolución al centro, y salida por la derecha, porque la presión de Rodrygo, Valverde, Modrić, Camavinga y Kroos acababa siempre inutilizada por el lado de Vinicius, que no presionaba encima o lo hacía tarde. Para cuando el Madrid entendió que hacer esa presión era perder el tiempo, ya estaba medio equipo con la lengua fuera.
En esa situación, el jugador que brilló con luz propia fue Camavinga. El francés se marcó una primera parte magnífica, atento al corte, dando continuidad a las jugadas y con buen tino para generar peligro directa o indirectamente. Kroos y Modrić acompañaban al joven galo moviendo al equipo de un lado a otro cuando tenía el balón, pero ni Vinicius, insistente pero sin acierto, ni Valverde, algo apagado, ni Rodrygo, que no tuvo fortuna, conseguían hacer que ese dominio cristalizara en algo concreto en el marcador. Como decíamos, el Girona demostró ser un equipo al que cuesta un mundo quitarle el balón, y que tenía muy claro que cada minuto que no se jugara, corría a su favor.
No obstante, no deja de ser cierto que el Madrid tuvo sus ocasiones, un remate fuera de Modric, otros de Camavinga y Valverde, otro de Rodrygo que sacó con apuros Gazzaniga, y, sobre todo, el que hizo a la cepa del poste el brasileño, muy activo pero sin suerte. Y que el Girona también tuvo las suyas al contraataque, como un remate de Valery que salió rozando el poste de Courtois (previa agresión a Carvajal), otro del Taty Castellanos algo anterior y, especialmente, uno de Yangel Herrera que casi costó un disgusto a la parroquia merengue, estampándose en el larguero.
Llegó el descanso con empate a cero en el marcador, y con esa sensación de gota malaya que sobrevuela el Bernabéu cuando el equipo contrario ha ido a cerrarse con orden (cuatro atrás y cinco por delante, organizados, hacendosos y pulcros, pegando por detrás siempre que interesaba, con la aquiescencia del árbitro) y que, además, rompe el ritmo (a veces, poco y lento) del cuadro local a base de dedicar medio minuto a cada saque de puerta y más de quince segundos a los de banda o los de falta.
Imagen: realmadrid.com
En la segunda parte, la sensación de inicio fue que el Girona, además de lo anterior, había decidido salir a intentar dar un mordisco para ver si se llevaba algo más productivo del feudo madridista. Es lo lógico cuando ves que puedes pegar y perder el tiempo que quieras sin tener consecuencias, al fin y al cabo. Como el cabezazo que le dio David López a Vinicius en una tangana en el minuto 51, tras provocar un córner, y que se saldó con una simple amarilla para el defensor gerundense.
En los minutos siguientes, el público del Bernabéu asistió a una ceremonia harto conocida. Tras una sucesión de llegadas madridistas, el lateral derecho Yan Couto, se fue al suelo tras una entrada de Kroos que le costó la amarilla. Por los aspavientos del jugador, cualquiera diría que le había extirpado el hígado, pero el caso es que el partido se paró dos o tres minutos, mientras la enfermería móvil salía a atenderle. Un momento después, y sin haber salido del campo, el muchacho correteaba por su banda como si nada… hasta que volvió a tirarse al césped, manifestando un dolor insoportable que le impedía levantarse. Ahí ya le cambiaron por otro que pudiera lesionarse con más realismo.
A la hora de partido, el árbitro Melero López le sacaba la amarilla a Gazzaniga por recitar catorce versículos de la Biblia antes de cada saque de puerta, aunque se mostraba tolerante con el tiempo que tardaba el meta en poner el balón en juego cuando lo tenía en sus manos. Sabemos positivamente que esto de la amarilla al portero por perder tiempo es una pose, porque no hemos visto jamás que, en el Bernabéu, se expulsara a un portero por doble amarilla por este motivo. Con lo cual, la primera solamente sirve para que pueda seguir perdiendo tiempo impunemente, y eso hizo, a partir de ahí, el guardameta del equipo rojiblanco. Pero léanse la crónica arbitral de Nilo Campo, mejor, insisto.
Imagen: realmadrid.com
A esas alturas, Camavinga había perdido empuje, Mendy revoloteaba sin rumbo entre las líneas visitantes, Vinicius percutía por la banda como un palillo contra un adoquín, y al Madrid se le escapaba el tiempo entre las manos. Ancelotti decidió dar entrada a Marco Asensio en lugar del centrocampista galo, pero la verdad es que poco cambió. En el minuto 66, un buen contraataque del Girona fue desbaratado por Courtois en un uno contra uno magistral frente a Valery, aunque la jugada fue anulada por fuera de juego.
Fue tres minutos después, en el 69, cuando una jugada embarullada en el área gerundense derivó en una entrada hasta línea de fondo de Valverde, poco presente durante el tramo anterior. El charrúa puso un pase de la muerte, y Rodrygo no llegó a tiempo, pero sí Vinicius, que hizo subir el 1-0 al marcador con un remate en carrera que recordaba al de la final de París contra el Liverpool. Por fin el Madrid alcanzaba el justo premio a su esfuerzo, aunque los protagonistas no hubieran estado en su mejor partido.
Y aquí fue donde quedó claro que iba a ser muy complicado ganar el partido. El Girona se lanzó, ya sin perder ni un segundo, a intentar conseguir el empate. Y eso permitió, poco después, otra jugada en la que Marco Asensio, a la media vuelta, lanzó un pepinazo imponente a la portería, que Gazzaniga desvió rezando a todos los santos, evitando que el Madrid aumentara su ventaja. En el 77, una falta lateral cometida por Modric fue botada hacia el área madridista, y el rechace permitió montar una contra al cuadro local, que se vio interrumpida porque desde el VAR avisaron al árbitro de que había una jugada que tenía que revisar. Una mano de Asensio, después de que le diera en el pecho, exactamente igual que otra que vimos anoche de Ansu Fati y que no se señaló. Pues ésta, sí, sin embargo. Penalti.
Stuani lanzó la pena máxima que suponía para el Girona el empate y una nueva oportunidad de seguir perdiendo tiempo, haciendo el juego lo más accidentado posible, ya fuera haciendo faltas o simulando cólicos nefríticos en cada balón disputado. Imaginen cómo estaba Valverde (probablemente, sin recuperar del todo de sus problemas físicos) que Ancelotti decidió sacarle del campo, junto con un inoperante Mendy, para dar entrada a Militao y Mariano. Tengo que decir que los minutos de Mariano en el campo fueron sus mejores momentos desde que le metió 4 goles a la Leonesa, allá por 2016; recuperando balones, jugando con criterio y atento en la presión.
Imagen: realmadrid.com
En el minuto 89, el delantero de origen dominicano puso un balón fantástico en el área, al que Rodrygo llegó a rematar una, dos, hasta tres veces, la última rebañando el balón bajo la manopla del portero, hasta conseguir el gol que devolvía la ventaja al Real Madrid. He visto la repetición y les puedo jurar que no sé dónde puede haber una falta, ni los motivos por los que el portero Gazzaniga se revolcó por el suelo, víctima de espasmos, ataques epilépticos o qué se yo, porque no le tocó en ningún momento. El caso es que el árbitro se inventó una falta y anuló el gol, con el consiguiente cabreo del público madridista.
Se anunciaron por megafonía nueve minutos de descuento, pero lo más que podemos decir es que debieron jugarse, en realidad, unos cuatro, en la línea del resto del partido, apoplejía incluida del portero visitante, de las que se pasan en dos minutillos. Ese efímero periodo dio para que Kroos saliera expulsado por ver una segunda amarilla, coherente con la jugada, pero absolutamente discordante con el criterio seguido por el colegiado con el resto de jugadas del partido. Y el Madrid, diez contra once, no fue capaz de romper el empate con el que acabó el partido, en el que no perdió tiempo, pero sí perdió el tiempo intentando ganar por méritos deportivos.
Más allá del mal sabor de boca que deja no ganar un partido que estaba en la lista de obligatorios, lo que peor sabor de boca deja es la sensación de que hay mucha gente de acuerdo (Liga, Federación, Comité de Árbitros, prensa) en que la única forma de conseguir que la Liga sea atractiva es si se mantiene la igualdad en la clasificación entre el Real Madrid y el Barcelona. Cueste lo que cueste. Avisados estamos, no perdamos más tiempo en cabreos que no llevan a ningún sitio. Para poder vender el producto, van a ir con todo.
Además del arbitraje en situaciones de gol, donde el arbitro pitó un penalty que no era y anuló un gol valido, está también el arbitraje de recuperación, donde el árbitro permite al Girona recuperar el balón sin pitar faltas (solo 2 pitadas en la primera parte) o el arbitraje de posesión, donde cada vez que pierde el Girona el balón es falta del Madrid.
Y más alla del arbitraje, veo en la actitud de los jugadores del Girona unos corpotamientos parecidos a los de los jugadores del Tenerife, hace una ligas, o los jugadores del Valencia en un último partido de liga ante el Depor, también hace unos años. Esta pasión desmesurada, este perder el tiempo desmedido, esta entrega que no se volverá a ver hasta el partido de vuelta, esos antiguos maletiles , ahora que son, ¿cuentas en Andorra?