Una crónica de: @luismanper
Ninguna circunstancia que rodeaba al partido de hoy en San Mamés hacía presagiar nada bueno, desde el infumable y cada vez más indignante parón de selecciones que llevó a nuestros jugadores sudamericanos a afrontar el partido de hoy sin ningún entrenamiento previo con el equipo hasta el punto de haber llegado a Madrid apenas 30 horas antes tras jugar la noche del martes al miércoles en la otra parte del mundo, hasta las sensibles bajas conocidas esta semana de Mendy y Benzema que obligaron a Ancelotti a improvisar, más aún cuando confía tan poco en los suplentes de la plantilla (no sin motivos), hacían desconfiar del devenir de este encuentro de San Mamés, ante un Athletic de Bilbao que tras eliminar al Barça llegaba con el cuchillo entre los dientes sabiendo que dejar en el camino al Real Madrid, le allanaba bastante el camino para volver a disputar hasta el final su competición predilecta que tanto se le resiste en las rondas finales en los últimos años.
El once de circunstancias que presentó Ancelotti ya hacía indicar que el partido se convertiría pronto en un Sálvese Quien Pueda, pues estaba formado por Courtois en portería (cargándose de un plumazo la rotación de porteros típica de la Copa del Rey), Lucas Vázquez y Alaba en los laterales con Nacho y Militao de centrales, Casemiro en el eje del equipo flanqueado por Modric y Kroos, con un tridente atacante inédito formado por Vinicius y Rodrygo en los extremos y Asensio como falso nueve, dejando patente su desconfianza hacia Jovic que, a pesar de ser el único nueve puro que había en plantilla se quedó en el banco.
Imagen: realmadrid.com
El Athletic de Bilbao se lanzó arriba a presionar desde los primeros minutos dificultando sobremanera la salida del balón, pues no era suficiente con Modric y Kroos y tenían que bajar a recibir tanto Rodrygo como Vinicius mientras Asensio era un islote que pasaba desapercibido, por ello el equipo vasco no tardaría en crear peligro primero con un tiro desde la frontal del área que despejaría Courtois y después con sendos disparos de Muniain, que primero estrelló en el lateral de la red y luego quiso clavar de rosca en la escuadra como hizo contra el Barça, pero ésta vez no ajustó bien y se le fue fuera, mientras tanto la defensa blanca que fue la única que hoy dio la cara se multiplicaba como podía para tapar los boquetes y el único acercamiento del Real Madrid llegó por medio de Rodrygo, quien desde una esquina del área chutó mansamente a las manos del portero local, hasta ese momento inédito.
La segunda parte comenzó como acabó la primera, con el Athletic rondando el área de Courtois hasta el punto que un cabezazo de Raúl García fue revisado por posible mano de Nacho en el salto, la cuál solo intuyeron en el VAR porque afortunadamente no tardarían en descartarla y seguir con un partido, en el que Ancelotti decidió tomar cartas en el asunto sustituyendo a Vinicius, que se había demostrado que estaba muy justo físicamente pues sus únicas apariciones durante el partido fue para tenerlas tiesas con Dani García, y a Kroos que había sido el primer jugador en ver la tarjeta amarilla a pesar de que el Athletic repartió en la primera parte como si no hubiera mañana, para dar entrada a Isco y a Camavinga.
Imagen: realmadrid.com
Los cambios parecieron funcionar dando por fin al Real Madrid un momentáneo dominio que estuvo a punto de materializar Casemiro cuando un taconazo de Asensio le dejó solo para fusilar al portero, pero el mediocentro demostró por qué no es delantero pegándole al suelo y poniéndoselo fácil al cancerbero vasco para repeler un balón que acabó yendo al muñeco, y que minutos después echaríamos de menos cuando el propio Casemiro a pesar de estar rodeado de contrarios en la frontal de su área no la mandó a tomar por saco que diría Zidane, sino que su afán de sacar el balón jugado acabó como tenía que acabar, regalando el balón a Vesga que solo tuvo que dejársela a Berenguer y éste con un recorte que dejó sentado a Nacho, que hasta ese momento era junto a Militao el único que había sostenido al equipo, la puso al palo largo y abajo en un disparo imposible para Courtois, que supuso el merecido gol local en el último minuto de tiempo reglamentario y que el Real Madrid ya no pudo voltear, y eso que Isco tuvo la última ocasión del partido con un gran desmarque que le dejó solo en una esquina del área pero que mandó fuera, certificando un año más que esta Copa del Rey no es nuestra competición fetiche precisamente y lo que es aún más preocupante y todos nos temíamos que Ancelotti solo confía en 14-15 jugadores de la plantilla y que cuando pilares del equipo como Benzema y Mendy están de baja, todo el equipo se tambalea.