CRÓNICA | Coraje, Sufrimiento, Alegría, Decepción y… Orgullo: Athletic Club Bilbao 0 – 1 Real Madrid

Una crónica de: @Datemus

Tuvieron que volar desde Málaga, molidos a palos por el asqueroso beneplácito de Gil Manzano con el juego violento, cuya incuria hacia la salud de los jugadores del Madrid bien le pudo costar a alguno una desgracia de aún peores consecuencias que la de Marvin Park. Si aún quedara un poco de dignidad en el CTA acólito de Rubiales, este colegiado se tiraría no menos de un año sin pitar de nuevo.

Sin tiempo de descanso, aterrizaron en Sondica a las 11:35. Si me dieran a elegir, me habría ido en coche. No conozco un aeropuerto capaz de ponérmelos más de corbata. Si hay viento, la noche de antes te la pasas en vela sólo de pensar la que te espera. El trato a los nuestros es de comando de élite. Más batallas que las que llevan este año, especialmente cuando partieron a Pamplona con el Adolfo Suárez – Barajas cerrado al resto de aeronaves, demuestra que la vida de estos tíos importa aún menos en los despachos que en el arbitraje del pasado domingo. Lo que sea por hacer daño al Madrid, que es su causa. Es repugnante. Es vomitivo el silencio de los trompeteros, que no dudarían en hablar, si algo pasara y Dios no lo quiera, de mala suerte y de tachar de locos peligrosos a los que sugirieran que una negligencia no es fruto del azar. Son la peor generación de carroñeros del periodismo que hemos padecido, y la mía empezó soportando al inefable Butano, o sea, que ya ha visto de todo.   

Ya llega el momento. Nervios casi de final de Champions, y eso que lo tenemos bien jodido gracias al arbitraje contra el Sevilla. Dicen por la línea interna de El Diario de Mou que le pueden dar por ahí a esta basura de competición, manipulada por los González y Hernández al cuadrado sobre los terrenos de juego hasta la enésima potencia, dejando el exponente de sus apellidos bien pequeño matemáticamente hablando en comparación con el daño que han causado a la liga española. No les falta razón. Pero es que estos tíos, los nuestros, llegan vivos en todos los sentidos hasta aquí, después de meterse en unas semifinales de Champions que todos habríamos firmado al comienzo de la campaña. A pesar de estar lastrados por las continuas lesiones y saboteados por los arbitrajes, no se han entregado, no se han rendido, han dignificado la porquería que Tebas y Rubiales emponzoñan incesantemente. Nos han ilusionado. Y por eso estamos aquí juntando letras sin atinar muy bien, por culpa de las mariposas en el estómago, del recuerdo de las jornadas de transistor y del anuncio del descanso en el Bernabéu (“Feymaco, Samayco y Mayfeco y…a trabajaaaar”) cuando la Quinta del Buitre, bocata propio en mano y el humo de puros ajenos surcando la pituitaria. Esta plantilla ha sido no sólo una de las más brillantes de la historia, sino digna de su escudo aun en el declive al que destina la maldita ley de vida. Por eso evoca estas memorias y despierta estas emociones.

La primera hora de juego en Los Cármenes le dio a Zidane todas las respuestas. Eso, la baja de Toni Kroos y la lesión de Marvin. Línea de cuatro atrás, con Odriozola por la derecha, Miguel por la izquierda y Militao y Nacho de centrales. Mediocampo para Case, Valverde y Modric. Arriba, Vini por la izquierda, Rodrygo por la derecha y Karim de nueve. Bajo palos, como de costumbre, San Thibau. A ver hasta dónde llegan en lo físico, por mucho que Case y el imparable motor de petrolero uruguayo de Fede, den enjundia a la capacidad pulmonar del Madrid. Enfrente, un Athletic que deseamos que se lo tome con calma. No esperamos, sin embargo, nada distinto de una revancha light de las finales de Copa perdidas.

Imagen: realmadrid.com

Comenzó el encuentro con problemas para el Madrid. Los leones se fueron a presionar arriba con mucha energía y tuvimos los tradicionales atascos de salida de balón en estas circunstancias. Poco a poco, el ritmo insostenible de los locales fue decayendo y el Madrid se fue haciendo con el control del partido. Hacia los ocho minutos, los de Zidane ya disfrutaban del control del juego y de posesiones largas.

Dicho dominio se intensificó, pero con mucha parsimonia y ritmo lento de circulación. Una pena, porque el Athletic perdía muy rápido merced a una presión muy buena de nuestros centrocampistas. Los robos no se tradujeron en contras salvo una en el 20’, en la que Modric interceptó un pase, abrió a Vinicius con todo el espacio del mundo por su izquierda y el brasileño se precipitó en la entrega a Benzema, cuando tenía tiempo para el control y la espera de una alternativa mejor, como la de su colega croata llegando ya al área. El partido que se ha cascado Vinicius en el primer tiempo es un calco del que os comentó @MiedoEscenico2 en su Crónica del Granada. No dio una a derechas y encaró mucho menos de lo que habría debido. Esta jugada es un símbolo manifiesto de la inseguridad con la que actúa. Parecía que le quemaba, o que no sabe aún cuando combinar, cuando parar y cuando regatear, salvo en esas jugadas de rapidez fulgurante para las que hoy no estuvo buena parte del encuentro.

En el 26’, Odriozola, que volvió a cuajar una buena actuación, se incorpora por su banda y mete al área. La pelota da en la mano de Morcillo, despegada del cuerpo, en un clarísimo penalti que ni Mateu vio, ni Iglesias Villanueva quiso revisar, transformando su habitáculo, una vez más, en la sala de la “desvorgüenza”. Estos paniaguados han vendido su dignidad como árbitros de fútbol para ponerla al servicio de los manipuladores de la competición, y han dejado bien clara cuál es la regla fundamental en la interpretación de estas jugadas: joder al Madrid, no hay otra. Después de la de Militao contra el Sevilla, no se han cortado. Van a tumba abierta y ya les da igual seis, que siete que ciento cincuenta mil millones. No conocen la moral, ni la honradez, y no les queda un mínimo de decencia o escrúpulo como colegiados. Pareciera que para estar ahí, en un puesto mucho mejor pagado del que la mayoría de ustedes y yo, queridos lectores, podremos tener en nuestras vidas, tuvieran que poner a la justicia por puta, a la equidad por ramera, a la ética por furcia y a su honestidad por fulana, todo para sacar pingües beneficios de la casa de lenocinio fundada con sus valores. Lo cierto es que nadie gana tanta pasta en un trabajo digno. Qué no me hablen de interpretaciones cuando siempre sale el mismo perjudicado, y las mismas acciones se pitan con distinto resultado en función del color de la camiseta.

De ahí en adelante, el Madrid fue perdiendo el control del centro del campo conforme avanzaba el choque. La primera prueba vino en una buena incorporación en el 31’: de Marcos por la derecha, pone un gran centro al corazón del área. Allí, el rey del balón aéreo, Elder Militao, despeja conjurando el peligro de un pase con tanta mala leche.

Imagen: realmadrid.com

En el 38’, Modric, desde tres cuartos, combina con Vinicius en una de las ocasiones en que abandonó la banda. El brasileño vio muy bien el desmarque de su compañero Rodrygo, en diagonal y hacia la portería, pero se la dio un poco larga, imposibilitando por centímetros que el joven delantero pudiera tocarla con toda la meta rival a su favor.

Con un Madrid más tímido que el de la primera parte del primer tiempo, se llegó al final de este periodo. Modric, Case y Valverde fueron dueños de su parcela, pero el equipo no acababa de realizar una sucesión de ocasiones de gol que inquietara de veras a su rival. Con dudas sobre hasta dónde podría llegar la resistencia de estos hombres, nos íbamos con la inquietud de no habernos adelantado en el marcador.

El hecho es que estos tíos están hechos de una pasta muy especial. A pesar del cansancio, salieron a por todas y encerraron al Athletic en su campo. Seguíamos, no obstante, negados arriba. Rodrygo estaba poco participativo y muy sacrificado en intendencia. Vinicius, igual de fallón en las primeras acciones. A pesar de todo, la primera ocasión fue rojiblanca. En una contra iniciada por Willians, los leones progresaron muchos metros con pocos efectivos y menos oposición aún de los nuestros. La acción fue a morir en un escorado Morcillo, que chutó al primer palo donde un infalible San Thibau esperaba para pararla.

Los diez minutos siguientes fueron de mayor dominio visitante. Rodrygo y Vinicius crecieron. Uno combinando en tres cuartos y el otro encarando por fin. En el 54’, Vini penetró por la izquierda tras un gran cambio de juego de un monumental Valverde. Qué importante haber recuperado al uruguayo en este tramo final. Vini, al ganar la línea de fondo, se topó con un Íñigo Martínez que le tapó el envío enviando a córner. Al menos, por fin veíamos al Madrid entrar por esa banda con peligro, ya que fue más y mejor el que llevaron las combinaciones de Miguel cada vez que transitó por esa zona. Qué buena pinta tiene este chico.

Imagen: realmadrid.com

En el 56’, Miguel cierra desde la izquierda a Vinicius y éste, de primeras hacia la frontal para Modric, en buena posición para disparo y con un Athletic cerradísimo, sin opción a presentar oponentes cercanos en esa zona. El croata chutó raso y abajo, y Unai Simón hizo un paradón para mantener vivos a los suyos, despejando con una mano tensa a córner.

Aunque Vinicius estuviera más entonado, el contador de Zidane parecía haber alcanzado el límite de las pifias y lo quitó en el 58’, probablemente más por la acumulación de los malos recuerdos de la primera mitad. Su puesto lo ocupó Asensio, que se colocó en la misma posición. Los minutos del mallorquín explican por qué el francés termina por alinear al carioca.

En el 60’, Modric bota un córner como mandan los cánones (sacó unos cuantos gilicórners que nos pudieron dar algún disgusto) y Case, ganando en su poderosísimo salto a la marca, remató al larguero con Unai Simón totalmente batido. Merecía el gol el Madrid, pero parecíamos estar inmersos en otra tarde maldita.

Siete minutos después, el Madrid bota otro córner. Los defensas bilbaínos no están suficientemente expeditivos en el despeje y dejan que Rodrygo se quede con la pelota en la frontal. Ve a Case a su derecha y se la envía. El mediocentro blanco envía raso al segundo palo, aprovechando el desorden en la defensa local, donde Nacho se la encuentra para enviarla a la red. 0-1. Por fin algo de justicia, con el juego del equipo y con un tipo como Nacho, que está haciendo una campaña espectacular, haciéndonos olvidar, junto a Militao, que Ramos y Varane existen.  Pasamos unos segundos fastidiados porque antes de que el balón llegara al canterano, la pelota pasó por debajo de Benzema, que se encontraba en fuera de juego. El hecho de que el francés estuviera en la trayectoria del balón no restaba ni una sola posibilidad de percepción o acción a la defensa local, pero ya vimos de lo que fue capaz el VAR en la primera parte y, para qué negarlo, algunos nos temíamos lo peor. No le debió de parecerle a Iglesias que tensar tanto la cuerda le fuera a ser producente en el ministerio de la manipulación, y decidió dar el tanto sin solicitar a Mateu que la revisara en el monitor, a ver si así hernandizaba o a munuerizaba la jugada.

Imagen: realmadrid.com

El gol llegó a balón parado, fruto de la dificultad para entrar con peligro por bandas que hoy mostró el equipo. El Madrid se vino algo atrás, conocedor encima de que el Osasuna se había adelantado. Estuvo a punto de salir caro cuando en el 75’, Ibai Gómez penetró por la izquierda, aprovechando el cansancio de Rodrygo, y centró al área donde Villalibre, más solo que la una pero forzado, la envió a las nubes en medio de varios amagos de infarto de los aficionados merengues.

Lo vio muy bien Zidane y dio entrada, dos minutos después, a Hazard por Rodrygo. El belga se fue a la izquierda y Asensio a la derecha, donde hizo su mejor aportación frenando las internadas del Athletic por esa zona.

En el 82’, llegó el último susto para el Madrid en el encuentro. Tras un saque de esquina, Benzemá intenta un sombrero en la frontal del área propia que no sale. El Athletic abrió una vez más a su izquierda y buscó el centro lateral pasado, aprovechando que la zaga rival estaba descolocada. Vesga remató el envío de cabeza y envió el cuero a lamer el palo. El desfibrilador ya estaba a mano, más aún al conocer que el Atleti nivelaba su contienda frente a la escuadra navarra. Aún nos valía.

Los tres últimos minutos de encuentro fueron para Mateu y para Raúl García. Apenas saltó al campo, fue amonestado por dirigirse al árbitro quién sabe con qué razones. En el 87’, Mateu perdonó, en una contra del Madrid, una amarilla de libro a Balenciaga por derribar por detrás a Hazard sin opciones de disputa. Un minuto más tarde, Raúl García vuelve a dirigirse a Mateu a unos 40 metros de distancia. El colegiado lo expulsa. Recordó al encuentro de copa, en el que el jugador navarro se borró del partido tras una sucesión de entradas durísimas a Modric y Kroos que, entonces sí, fueron castigadas por un Gil Manzano desgraciadamente irreconocible esta temporada.

El partido llegó a su final con este lamentable hecho y con la todavía peor noticia de la victoria del Atleti en el 88’. Un varapalo durísimo para los aficionados madridistas, que estuvimos soñando unos minutos con un título liguero verdaderamente imposible, épico, heroico, arrebatado en los despachos con una saña manipuladora jamás vista. La enorme decepción no puede, sin embargo, hacer olvidar dos cuestiones: Una, que por difícil que esté esto, no se ha acabado todavía. Y la otra: la temporada de esta mezcla de la plantilla de las Copas de Europa y del Castilla, asolada por lesiones y trampas descaradas, es para que nos sintamos muy orgullosos de unos tíos que lo siguen peleando todo con el ímpetu propio de la camiseta del Madrid. Se han hecho dignos de ella, y de seguir escribiendo páginas para la historia de nuestro club en uno de los momentos más delicados de la historia del fútbol, en una dificilísima situación a la que no somos ajenos. Sea lo que sea, gracias de corazón. ¡Hala Madrid!