El OjO Al Blanco del Olympiacos 99 – 84 Real Madrid: “Sin deseo no hay victoria”

Una cronica de: @Javirodespi – planetacb.com

Tendríamos muy fácil hacer nuestro OjO Al Blanco de hoy, casi podríamos resumirlo en un solo párrafo y en él hablaríamos de deseo, ese que surge cuando uno va perdiendo y hace lo posible por remontar matándose en defensa, o el que cierra su rebote a costa de su propio seguridad, o ese que cuando falla un triple, no piensa en ese error sino en mejorar en la siguiente acción, o, sencillamente, el que sale a la cancha dispuesto a comerse al que le pongan por delante, sin pensar en si el árbitro va a pitar tal o cual porque sabe dónde está jugando y a lo que se expone. Todo eso y mucho más, le ha faltado hoy al Real Madrid, y sin ese deseo, no puede haber victoria.

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Tres espectadores de lujo

Luka Doncic, Maurice Ndour y Trey Thompkins llevan camino en esta Euroliga de ganarse un puesto de abono VIP en todos los partidos, con el primero lo entendemos, está verde para estas batallas, con el segundo está claro que no tiene nivel para estas batallas pero, con el tercero, ocupando ficha en el banquillo, sin contar ni un minuto para Laso, con cara de no levantarse ni para animar al equipo, solo esperamos que el próximo año tenga otro equipo que le pague esas vacaciones tan bien pagadas que está teniendo este año en el club blanco. Un fiasco total y absoluto que se fichó para días como hoy, no para que se tire cuatro triples contra el CAI Zaragoza como así hará seguro el próximo domingo y que alguno habrá que piense que “a ver si lo recuperamos”, cosa que ya se nos ha hecho tan cuesta arriba que lo vemos como imposible.

Tócala otra vez, Sam

Bueno, llámese Sam, Vassilis, Kostas o Georgios, porque el principio del encuentro nos recordó al nefasto encuentro jugado en Barcelona y que acabó con 25-4 en el primer cuarto, aunque en éste, aunque no se lo crean, fue todavía peor, en la ciudad condal el equipo hizo un esfuerzo que le llevó a irse solo doce abajo al descanso pero aquí la cosa fue peor con un luminoso que marcaba un -20 tras los primeros veinte minutos. ¿Qué quieren los motivos? Podríamos enumerar más de veinte, pero nos quedaremos con un juego anárquico en ataque con tiros forzados, un penoso cierre (inexistente) de rebote, que daba segundas y terceras opciones al Oly, una defensa que hacía aguas en el 1 x 1 siendo rota con mucha facilidad e inclusive, manos blandas que hacían que cualquier toque griego al balón cayera en sus manos.

El simple, tosco y eficaz juego griego

No busquen complicados entramados tácticos en el juego del Olympiacos, solo pídanles que defiendan como perros de presa, buscando 2×1 en las esquinas, o que ningún pívot avance más de la cuenta en el poste bajo, o que tapen cualquier línea de pase y, a partir de ahí, déjenle libertad en el ataque como si fueran cadetes. Con un simple bloqueo central eran capaz de generar mil problemas al Real Madrid y si lo aderezan con una buena colocación de los cinco jugadores para que aquel que tuviera más ganas lanzara a canasta con la tranquilidad de saber que, probablemente, el rebote caería en sus manos, nos deja bien claro quién tenía más deseo de ganar.

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La bronca mal entendida

Que la bronca del descanso en el vestuario blanco tuvo que ser de órdago, lo sabemos todos, sin embargo, esas cosas, en un ambiente con 20.000 personas en contra y veinte puntos abajo, puede ser contraproducente si tu equipo sale extramotivado para recuperar las canastas que te dejaste en el descanso, y eso fue exactamente lo que le pasó al Madrid, intentó hacer en cinco minutos lo que no hizo en 20 y, como las cosas no cambian en un abrir y cerrar de ojos, a los primeros fallos que tuvo se metió en unas guerras arbitrales en las que siempre sale perdedor. Cierto es que tres técnicas y una antideportiva (ésta de traca a Maciulis) pueden parecer excesivas y seguramente lo sean, pero que el desquiciamiento y el desgaste que sufre este equipo con los colegiados le pasa factura, es algo digno de estudio, porque no es el primer partido en que le ocurre.

El trío calavera

El partido no corrió riesgo de romperse en ningún momento, las ventajas para Olympiacos siempre oscilaron entre los catorce a los diecinueve puntos, porque si había algún riesgo de que algún arreón blanco, bien de Llull, Chacho o Nocioni en jugadas individuales, dieran algún problema al Oly, el trío calavera cogía su papel según fuera el momento, Spanoulis se hincó a sacar faltas en la escasa defensa de su par, hasta el punto de sacar 8 faltas y lanzar 16 tiros libres, Printezis sacó su zurda a pasear demostrando lo jugadorazo que él y dejando en mal lugar a un Ayón que anda muy por debajo de sus prestaciones habituales por culpa de su maltrecha mano, mientras que un invitado sorpresa, Vangelis Mantzaris, cosía a triples el aro blanco marcando una cifra que, si no es récord personal, le faltará poco, 6 de 6 consiguió el angelito.

Algo bueno en tanto malo

No podemos pasar por alto el buen partido jugado por KC. Rivers, el único con juego sobrio en el Real Madrid, ocupando bien las esquinas, lanzando con acierto e, inclusive, buscando las cosquillas a Spanoulis con sus posteos. Fue la única gota en un océano muy negro hoy en el equipo de Laso y que no deben dejar de impresionarse por los números de los demás, absolutamente todos, salvo Rivers, estuvieron por debajo de lo que puede esperarse de un campeón de Europa que estaba jugándose la vida hoy.

El average al garete

Ante tal cúmulo de malas cosas, era casi seguro que pasaría lo peor y era perder el average conseguido en la ida (+12) y es que, en los compases finales, el Madrid se dedicó más a intercambiar canastas que a buscar algún revulsivo que hiciera cambiar el rumbo que le permitiera bajar la renta. Todos los intentos fueron infructuosos y el Olympiacos se llevó una justísima derrota que deja al Real Madrid muy tocado para la próxima clasificación hasta el punto de no depender de sí mismo a falta de dos jornadas.

Así terminamos por hoy, les dejamos con los mejores momentos del partido y volvemos el domingo con un Real Madrid – CAI desde el Barclaycard. Hasta entonces, sonrían.