Una crónica de: @MiedoEscenico2
Llegaba la primera de las tres finales que el Real Madrid estaba obligado a ganar para tratar de hacerse con el título de Liga, sin depender de sí mismo, pero sin perder la mirada de reojo a los rivales. La visita a Granada, aun teniendo a toda la defensa titular en la enfermería y a parte de la suplente también, fue afrontada por Zinedine Zidane con un equipo joven y dinámico, especialmente por las alas de una columna vertebral cuajada y con experiencia. Así, por delante de Courtois, Marvin, Militao, Nacho y Miguel Gutiérrez tenían el encargo de neutralizar el ataque granadino. Casemiro, Modrić y Valverde formaban el centro del campo y, arriba, aparecían los dos brasileños y Benzema.
El equipo blanco no empezó mal el partido, la verdad. Aunque los primeros minutos fueron de un relativo ajuste a un once inédito, pronto pudimos ir comprobando que el Madrid salía a presionar arriba, a tratar de llegar rápido al área, y a generar peligro. Aun así, con esos pocos minutos nos fue suficiente para comprobar los tres ejes en que se apoyó el juego madridista en la primera parte: un debut imponente de Miguel Gutiérrez, la demoledora zancada en conducción de Fede Valverde, que volaba entre líneas, y la incapacidad de Vinicius para elegir bien. Poco antes del cuarto de hora, un magnífico centro de Rodrygo fue cabeceado con habilidad por Benzema, y solamente la estirada de Rui Silva evitó que el balón entrara cerca del palo. Poco después, Nacho no podía rematar con claridad un córner.
Y, en el minuto 17, Miguel Gutiérrez preparó su documentación, se estiró un poco la chaqueta, se atusó el pelo, y presentó sus credenciales para ocupar la banda izquierda del Real Madrid durante los locos años 20: ante la entrada al espacio del inmortal croata, se inventó un pase elevado, una cucharita, llámenlo como quieran, que dejó a Modric escorado, pero con ventaja respecto al defensor como para cruzar, con su pierna izquierda y entre las piernas de Rui Silva, un remate raso a la red. Aunque solamente fuese por verle la cara de felicidad al chaval, ya mereció la pena que ocurriera el 0-1. El 0-1 no cambió la dinámica en absoluto, con un Madrid mostrando mucha movilidad y ganas de ser punzante, y un Granada que no tenía claro si presionar muy arriba o protegerse muy abajo.
Imagen: realmadrid.com
A partir de ahí, lo que sí tuvo claro uno de los interiores del Granada, concretamente Yan Brice Eteki, es que no podía dejar que los blancos se movieran tanto y tan bien, y se dedicó a tatuar con sus tacos a los jugadores del Madrid. En el minuto 19, una brutal entrada a Valverde, con los tacos por delante, tras un codazo a Modrić, dejó al uruguayo tendido en el suelo y más que dolorido. De analizar cómo el árbitro manejó la violencia de este tipo le dejamos a @cubelas13 la responsabilidad, en su crónica arbitral. Pero adelantamos que no nos gustó nada que no sacara ni siquiera tarjeta amarilla en esta acción. Porque las tarjetas sirven, entre otras cosas, para avisar al jugador de que no puede ir por ahí provocando el terror, clavando los tacos a los jugadores rivales.
En el minuto 24, Machís, que había visto en la jugada anterior que había licencia para pisar, le clavó los tacos en el gemelo, en carrera, a Marvin, cuyo tobillo se retorció contra el suelo y que cayó también, dolorido y afectado por la impresionante animalada que le acababan de hacer. El árbitro, de nuevo, miró al tendido, señaló la falta, y no sacó la tarjeta roja que merecía una acción como esa. Ni tampoco la amarilla. El mensaje estaba claro a los jugadores de las rayas horizontales en la camiseta: barra libre para pegar.
Mientras tanto, el Madrid abría el campo, y Valverde detectaba espacios, ya fuera para atacarlos con esa zancada prodigiosa que tiene, o para poner balones como el que dejó a Marvin frente a la portería, algo ladeado, y que el extremo, hoy lateral, cruzó demasiado, allá por el minuto 27. En el 33, otra de sus cabalgadas salvajes, haciendo en la práctica eso del box-to-box, permitió a Benzema un remate con la izquierda que salió desviado. En el minuto 37, se volvió a cumplir esa regla no escrita, pero muy presente en la mente de los colegiados, y más aún después de las entradas que relatábamos anteriormente: Militao vio la primera tarjeta del partido por… entrar con los tacos por delante.
Imagen: realmadrid.com
Mientras tanto, arriba, Benzema buscaba a Vinicius, y el brasileño no se encontraba a sí mismo. Hacía jugadas en las que, sólo con quiebro y carrera, se plantaba en la frontal del área rival… pero para acabar haciendo un mal remate o dando un mal pase. Una cosa contumaz y dolorosa, la verdad, lo que le pasa a este chico otra vez. Tuvo otra de éstas en el minuto 45, pero le salió un chut flojo, cayéndose, que el portero no tuvo más remedio que atrapar. Un minuto después, se produjo la jugada que más podía perjudicar al brasileño. El otro brasileño, Rodrygo, tras una racha algo preocupante, y un primer tiempo algo irregular, recibió un balón recuperado por Marvin, y arrancó por la banda derecha, sacando su cuchillo de desollar defensas y poniéndoselo entre los dientes. Fue aproximándose al área, mientras afilaba la hoja, y se plantó ante central y portero. Soltó un mandoble y marcó con un remate cruzado el 0-2, en uno de esos momentos que te dan alegría, confianza y hasta la sensación de que hueles a agua de rosas.
Gil Manzano señaló el camino de los vestuarios para el descanso, tras un primer tiempo en que el Granada no había tirado una sola vez a la portería de Courtois. Y, a la vuelta, las cosas no fueron muy diferentes. Eso sí, tuvo que entrar Odriozola por Marvin, que se había quedado tocado tras la brutal entrada de Machís. Y, a los 20 segundos de la reanudación, Benzema recibió de Odriozola y dio un pase de primeras a la entrada en profundidad de Valverde, y el charrúa apareció cerca de la meta rival, aunque algo escorado, tratando de finalizar la jugada pero con un remate que salió alto. En el 49, Modrić perdió un balón junto a la banda y, en su intento de recuperarlo, le hizo algo que el árbitro interpretó como falta, aunque tocó el balón, y que le costó ser amonestado. A mí no me pregunten, por favor.
En el minuto 53, Eteki vio la amarilla, al fin, por otra entrada a Rodrygo, de nuevo entrando con los tacos por delante. Cinco minutos después, Vinicius volvió a rematar, esta vez con la izquierda, tras un fantástico pase en profundidad de Modrić, y Rui Silva paró en dos tiempos. En el 57 tuvo lugar el primer remate a puerta del Granada, por medio de Luis Suárez, que Courtois detuvo sin gran esfuerzo. Se veía que el centro del campo y los extremos empezaban a dar muestras de cansancio y, en el minuto 61, Zidane decidió dar entrada a Isco, Asensio y Hazard por Valverde, Rodrygo y Vinicius. Los minutos siguientes a este cambio fueron un poco caóticos, con alguno de los recién entrados desaparecido y otros más presentes de lo que habría sido deseable.
Imagen: realmadrid.com
Luis Suárez estuvo a punto de rematar en el segundo palo un centro cruzado, y se encendieron algo las alarmas. Apenas tres minutos después, una buena incorporación al ataque de Hazard, Benzema y Asensio, conducida por este último, acabó con un intento de pase parecido al de Migual en el primer gol, cortado por Duarte con algo que parecía el brazo, pero uno ya no sabe qué es mano y qué no lo es. En la continuación de la jugada, contraataque del Granada, mal rechace de Militao, un tres contra tres resuelto con un zapatazo de Suárez que Courtois despejó, pero con la mala fortuna de que cayó a los pies de Jorge Molina, que solamente tuvo que empujar la pelota al fondo de la portería.
No sabría decirles si fue el 1-2 o la criminal entrada, de nuevo con la plancha, a la tibia de Hazard, de Quina, el sustituto de Eteki poco antes. El caso es que el Madrid se encendió brevemente, y primero hubo un centro de Benzema, que Odriozola no supo devolver a la zona de remate. En la jugada siguiente, un magnífico pase profundo de Modric encontró a Hazard entrando por la izquierda, y el belga puso un pase atrás que Odriozola entró a rematar con la izquierda, marcando el 1-3, en el minuto 74:19. El Granada sacó de centro en el 75:23, el balón llegó a Casemiro tras recuperarlo, y el brasileño lanzó un balón de 50 metros al campo contrario. Rui Silva intentó salir a despejar, le salió una pifia y le dio el balón a Benzema. El francés se puso de todo menos nervioso, se colocó el balón hacia su derecha, y lo mandó con cariño, con música de violines sonando de fondo, al fondo de las mallas en el minuto 75:50. Así, el Madrid, en una arrancada de poco más de 4 minutos tras el gol rival, en que se colocó el cuchillo entre los dientes, marcó dos goles, se puso 1-4, y declaró el partido ganado.
Aun así, el Granada hizo varios intentos finales de compensar la desventaja, pero un enorme, colosal, Thibaut Courtois se dedicó a coger las llaves y echar el cierre definitivamente al marcador y al partido. Ese tramo postrero permitió ver algunas pérdidas de balón peligrosas, especialmente un par de ellas de Isco, que no tuvieron consecuencias. Y así, sin más, el Real Madrid volvió a colocarse a dos puntos del Atlético, a falta de seis puntos por disputarse. El domingo, en Bilbao, la siguiente etapa para intentar alcanzar la Liga. Sin prisa, pero sin pausa. Y con el cuchillo entre los dientes.
RESULTADO FINAL
Granada, 1 – Real Madrid, 4
GOLES
0-1 17’ Modrić (asistencia: Miguel Gutiérrez)
0–2 45’ Rodrygo
1-2 71’ Jorge Molina
1-3 75’ Odriozola (asistencia: Hazard)
1-4 76’ Benzema
REAL MADRID
1 Courtois
28 Marvin (19. Odriozola, min. 46)
3 Militao
6 Nacho
35 Miguel Gutiérrez
14 Casemiro
15 Valverde (22. Isco, min. 62)
10 Modrić
25 Rodrygo (11. Asensio, min. 62)
9 Benzema (24. Mariano, min. 74)
20 Vini Jr. (7. Hazard, min. 62)
ARBITRAJE
Gil Manzano (Comité Extremeño)
Mostró tarjeta amarilla por el Real Madrid a Militao (min. 38), Modrić (minuto 39) y Nacho (min. 63).