Por: @DanielHeredero
Debido a la notoriedad de los temas tratados en los últimos capítulos, habíamos dejado un poco al margen la pura cronología de los hechos, pero tengo el propósito de retomar la senda emprendida, y así explicada ya la dimisión de Martí Carreto y su sustitución por Francesc Miró-Sans i Casacuberta al frente de la tribu culé, es momento de analizar el mandato de este hombre que comenzó un 14 de noviembre de 1953 tras unas elecciones, las primeras que se producían en su historia y en las que pudieron votar todos los hombres con dos o más años de antigüedad como socios. De esta forma se le puede considerar el primer presidente elegido DEMOCRATICAMENTE… ¿O no?.
Según explican periodistas e historiadores catalanes, hubo en esta elección “extrañas circunstancias”, así por ejemplo se señala en el libro “El caso Di Stefano”, de Xavier García Luque y Jordi Finestres: “De los tres precandidatos que presentó Giménez Salinas, Francesc Miró-Sans, Ramon Riba y Amat Casajuana, salió el que el Gobernador Civil de Barcelona designó. Miró-Sans, que estaba considerado como uno de los hombres de absoluta confianza del régimen”.
Finalmente los dos candidatos que optaban a la elección fueron Miró-Sans y Amat Casajoana. Miró-Sans basó su campaña en la construcción de un nuevo estadio(el que a la postre sería el Camp Nou), como base para construir un nuevo y próspero Barça (siguiendo la impronta que Don Santiago había dejado con la construcción del nuevo estadio de Chamartín, renombrado en honor a su mentor como Estadio Santiago Bernabéu). Su lema fue «Por el mejor campo del mundo». Enfrente, Amat Casajoana, «concesionario de una marca de automóviles, socio veterano, partidario de la prudencia y el seny, que tiene el apoyo de aquellos que, como él, piensan que es muy arriesgado construir un campo nuevo, y es suficiente remodelar el campo de Las Corts», según cuenta el periodista Santiago Codina en el libro “Els presidents del Barça”.
En la página 227 del libro “El caso Di Stéfano”, de Xavier García Luque y Jordi Finestres, también se afirma que en las elecciones «hubo un mercadeo vergonzoso de carnés, porque la presentación de un carné de socio equivalía a un voto aunque el titular no acudiese a votar en persona, y Alfonso Tuset, el fiel colaborador de Pepe Samitier, tuvo un papel destacado aportando pilas de carnés en favor de Miró-Sans». Santiago Codina, en “Els presidents del Barça”, confirma los hechos: «No votaron los socios, votaron los carnés. Eso hizo que los emisarios de los dos candidatos intentasen como locos recoger carnés para convertirlos en papeletas».
Finalmente Miró Sans obtuvo 8.771 votos, y derrotó a Amat Casajuana (8.470) por sólo 311 votos de diferencia y el 23 de diciembre de 1953 se convirtió en presidente del club. Todos los autores citados dejan entrever, que todo estaba organizado entre bambalinas por el propio Régimen franquista, lo que es seguro es que todos los candidatos eran fieles y adeptos de Francisco Franco, y Miró-Sans un por entonces floreciente empresario textil, se beneficiaba de todas las prerrogativas que otorgó el Régimen a las empresas catalanas del ramo…
Su primer mandato estuvo marcado por dos hechos contradictorios, o tal vez no tanto; por un lado un declive deportivo evidente, acrecentado por el despegue definitivo del Real Madrid de Di Stefano y sus irrepetibles 5 títulos continentales seguidos, y como contrapunto a ese declive, a Miró-Sans le permitieron toda clase de barrabasadas, esas que ya pudimos leer en el anterior capítulo, empezando por un tropel de recalificaciones que el Gobierno Franquista hubo de realizar no sólo para la construcción del nuevo campo, sino en última instancia permitir acabar de un plumazo (de puño y letra del Generalísimo) la deuda que acarreó dicha construcción.
El Camp Nou, se inaugura un 27 de septiembre de 1957 tras haber gastado 242.853.989 pesetas de entonces y presentando una deuda a esa fecha de 58 millones de pesetas, una fortuna de la época…
Sea como fuere, fue reelegido para un segundo mandato, esta vez por un curioso sistema, ya que fueron 200 compromisarios, previamente “elegidos” y todos ellos hombres (la igualdad de género no se debía estilar en Barcelona), los que votaron, obteniendo 158 votos a favor.
Esta segunda etapa fue algo mejor en lo deportivo (sin desde luego ser brillante) y se recuerda en Barcelona porque durante ese periodo se fichó a Helenio Herrera que consiguió dos ligas (59 y 60) tras un largo período de sequía, aunque la personalidad de este último y su posterior cese así como la creciente deuda económica fueron finalmente la “tumba” presidencial de Miró-Sans, que prácticamente se vio obligado a dimitir el 28 de febrero de 1961. Tras su dimisión, una junta gestora encabezada por Antoni Juliá de Capmany se hizo cargo del club en un momento tan delicado, que obligados por la acuciante necesidad de dinero, la junta gestora tuvo que vender a una de sus perlas, Luis Suárez, al Inter de Milán por 25 millones de pesetas…
Finalmente se convocan nuevas elecciones a las que se presentan Enric Llaudet y Jaume Fuset, ganando el primero por 24 votos (122 a 98) utilizando el curioso sistema antes comentado de los compromisarios. Lo que se encontró a su llegada (es un decir, porque Llaudet ya formaba parte de la dimisionaria junta de Miró-Sans) fue una deuda de 289 millones de pesetas y una de sus primeras ideas, al margen de la venta de Suárez de la que también fue el ideólogo fue la eliminación de la sección de baloncesto, aunque un año después rectificó tal decisión por la presión popular. En sus 6 años y medio de mandato, los triunfos deportivos brillaron por su ausencia, tan sólo una Copa del Generalísimo y una Copa de Ferias.
Realmente lo único reseñable de su mandato fue el pelotazo urbanístico pergeñado entre Llaudet y el alcalde falangista de Barcelona el Señor Porcioles, que en 1962 dio luz verde a la recalificación de los terrenos de Les Corts, cuya obvia y súbita revalorización permitieron venderlos a la inmobiliaria Hábitat por 226 millones de pesetas, lo que le facilitó al club un balón de oxígeno, un balón que cargó de oxigeno una firma del mismísimo Francisco Franco.
Antes de marcharse este individuo dejó para la posteridad una frase que hoy le hubiera puesto en serios aprietos, pero que muestra a las claras cual era el talante del individuo que había elegido la culerada como presidente. Tras contratar a un jugador brasileño de nombre Walter Manchado da Silva y tras presionar infructuosamente a la Delegación Nacional de Deportes, que taxativamente prohibía fichar extranjeros, afirmó que si finalmente el futbolista no podía jugar “será mi chofer, siempre me ha hecho ilusión tener un chofer negro”, toda una perla que debió encantar al jugador brasileño… Finalmente y ante el creciente descontento con su gestión deportiva, convocó elecciones anticipadas a las que no se presentó y desapareció por la puerta de atrás un 17 de enero de 1968. Creedme si os digo que a pesar que he intentado averiguarlo, desconozco si el bueno de Walter Manchado da Silva conducía el coche que le sacó del Camp Nou tras su obligado adiós a la presidencia culerda.
Continuará…
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