Un articulo de: @AngeluisAlba
He visto en las redes sociales un breve vídeo de la victoria del Real Madrid en la séptima Copa de Europa contra una gran Juventus y al oír comentar a algunos de los héroes de ese partido, primero he sentido mucha nostalgia y sobre todo muchísimo madridismo, madridismo en vena, del de verdad.
Confieso que esos partidos tan importantes, sobre todo finales de Copa de Europa los vivo con tanta tensión y que solo mantengo “flashes” de los mismos. Para mí, esa final es el principio de todo lo que vivimos en la actualidad, de esta segunda edad de oro del Real Madrid.
Imagen: panenka.org
Hoy en día, y tras cuatro Champions en cinco años (Copas de Europa, es parecido, pero tenía mucho más mérito al ser solo por ganadores de Liga y a eliminatoria) el madridismo y me incluyo, hemos perdido un poco la perspectiva de lo que es coronarse como el mejor equipo de Europa, un poco por estar “mal acostumbrados” a ganarla tan seguida y además porque desde el anti madridismo imperante, un Universo en sí mismo, muy poderoso y numeroso, nos han hecho creer que estas últimas Champions han sido ganadas injustamente, de forma denigrante o por ayudas arbitrales, lo cual además de ser falso debería reforzarnos más en nuestro madridismo.
Pero volviendo a la consecución de la séptima Copa de Europa, nunca estaremos suficientemente agradecidos a esa generación de jugadores, entrenadores y directiva del logro alcanzado, ese trofeo vino después de TREINTA Y DOS AÑOS de intentar volver a ser el mejor equipo de Europa, de frustraciones, de estar muy cerca, de perder aquella final de los Garcías contra el Liverpool, de rozarlo con los equipos de la Quinta del Buitre, de luchar por un cetro que nos perteneció en los años cincuenta y sesenta por derecho propio pero que se nos resistía y que ahora hemos vuelto a recuperar.
Imagen: elespañol.com
Lo más emocionante de esa victoria en el Amsterdam Arena es ver lo que representa cada jugador, la historia que se esconde en cada uno de ellos y que son una esencia de madridismo y que nos debe representar, empezando por el héroe Pedja Mijatović, un jugador que estaba lesionado y que junto a Suker en la habitación la noche anterior ideó ponerse un vendaje en el muslo que no viera el míster para poder jugar, que hizo un calentamiento suave para no agravar su lesión muscular y que al meter su gol, nuestro gol, salió corriendo sin sentido recordando todos aquellos momentos de su vida y recordarlo como el mejor instante de su existencia. Ver llorar a Sanchís, el gran capitán y al recoger la “orejona” ayudado y con una mano en el trofeo de los míticos Buitre, Martín Vázquez y Michel que tanto lucharon por ella y que por fin ganaron. Ver a Hierro emocionado y recordar que al meter el gol Pedja, miraba a los defensas y con la mirada presentir que no encajarían ningún gol y que ya estaba hecho. Oír decir a Panucci que cuando salió del estadio con su familia mucho tiempo de finalizado el partido, fuera del estadio estaba lleno de madridistas abrazados y llorando, y así, las historias preciosas personales de cada jugador. Un equipo formado por muchos canteranos, que después salieron a otros equipos, y siendo rivales del Madrid, jamás han renunciado de su madridismo, muy al contrario, siempre defendieron su pertenencia a un equipo que les formó como futbolistas y sobre todo como personas.
Después de romper el maleficio en Amsterdam, después de la ansiada séptima, han llegado otras seis Champions, pero yo me quedo con la magia de una Copa en la que no eramos favoritos pero teníamos un grupo humano que pasó a nuestros corazones por entrega, amor al escudo y sentimiento. Hala Madrid.