Un articulo de: @luismanper
Por estas emociones inexplicables que nos embargan durante los partidos, yo acabé la final de Champions emocionado por la hazaña que acabábamos de lograr en forma de 3 champions consecutivas, y a la vez con la sensación de que terminaba un ciclo deportivo en este club que tanto amamos. Y desgraciadamente, mis sospechas se están confirmando con una desilusión tras otra desde que Sergio Ramos alzara la Decimotercera al cielo de Kiev, y es que a pesar de que yo ni soy ni he sido nunca supersticioso voy a tener que empezar a creer que realmente el 13 da mala suerte.
En el mismo césped ya se empezaron a torcer los acontecimientos, con las rajadas y posteriores amenazas de dejar el club tanto de Cristiano como Bale, ambas muy inoportunas a pesar de que ellos puedan considerar sus demandas más o menos justas la de aumento de salario del portugués y la de más minutos del galés respectivamente, en el caso de Bale que no se lesionara continuamente ayudaría sobremanera a que su petición de jugar más se haga realidad. Y es que ambos jugadores demostraron un egoísmo desmedido y muy poco compañerismo empañando una celebración de Champions, que mucho me temo que los jugadores son los primeros que empiezan a valorar como algo cotidiano sin ser capaces de valorar en su justa medida la dificultad extrema de ganar una Champions, quien no sea capaz de darse cuenta por sí mismo de la gigantesca dificultad de esta competición que le pregunte a esos vecinos que presumen mandar en la capital por ganar lo que el mítico y eterno Paco Gento denominó “el reintegro”.
Si de mí dependiera ambas estrellas se quedarían porque con su rendimiento se lo han ganado, pero si uno de los 2 jugadores o ambos quieren salir ya saben dónde tienen la puerta que diría don Santiago Bernabéu (de quien el pasado sábado se cumplieron 40 años de su fallecimiento), pero esas pataletas de niño pequeño se iban a quedar en simples rabietas cuando el pasado jueves entre los ecos de la moción de censura que se debatía en el Congreso de los Diputados, estalló la bomba de que Zidane había decidido dejar de ser entrenador del Real Madrid, por lo que para la prensa patria y para los entendidos twitteros que hablan de este deporte pasó de ser un mero alineador a un mito del fútbol mundial como si hubiera llegado al Real Madrid porque un helicóptero cayó sobre el Bernabéu y lo dejó allí y es que como dijo ese famoso juntaletras que no merece que recuerde su nombre “Zidane era uno que pasaba por allí”
Nos dejó a todos en shock la despedida de Zizou, pues nadie esperábamos que repitiera su despedida de futbolista cuando renunció al año de contrato que le quedaba porque no se veía capacitado para rendir al máximo nivel, recordando aquello nos parece inexplicable que ninguno nos tomásemos en serio las declaraciones de Sergio Ramos tras el partido contra el PSG cuando dijo aquello de “estáis muy seguros que Zidane continuará el año que viene, lo mismo gana la Champions y se retira a descansar”. Por cierto, cuando alguien os saque el madridismo de Raúl o Casillas y lo injustas que fueron sus salidas, recordarle la despedida de Zidane tanto de jugador como de entrenador para demostrar que cada uno tiene la despedida que se merece.
Y así nos encontramos ahora esperando que el club anuncie la contratación del nuevo entrenador, y teniendo que aguantar inventos como el del error genético que habla en el chiringuito y que todos conocéis diciendo que la marcha real de Zidane se origina en que Kiko Casilla estuvo a punto de agredirle cuando se enteró que en el último partido liguero de la temporada Zidane daría la oportunidad de debutar con el primer equipo a su hijo Luca Zidane, que había tenido una temporada muy dura con recurrentes lesiones de hombro y al que decidió premiar permitiéndole jugar el último e intrascendente partido de la temporada antes de la final de Champions. Mientras tenemos que aguantar esa basura periodística, o la que desde Inglaterra asegura que Zidane se fue después de discutir con Florentino por la composición de la futura plantilla, todos los que vimos su rueda de prensa de despedida vimos que la cara de abatimiento de Floper, reflejaba que la culpa de la marcha de Zidane era suya, especialmente si te lo dicen periodistas que cualquier día le culparán de la guerra de Siria.
Pero como decía mientras nos recuperamos del shock por la repentina marcha de un ídolo del madridismo como Zizou que ha contribuido a ganar las últimas 5 champions del equipo ya sea como futbolista, segundo entrenador o primer entrenador, tenemos que asistir impasibles a la catarata de rumores que nos colocan a los entrenadores más variopintos y de más diversos perfiles en el futuro del Real Madrid. Mejor será que tengamos paciencia y no caigamos en la trampa de esos periogolfos que dicen saber el nombre del futuro entrenador madridista, a la vez que saben hasta el último motivo por los que Zidane ha dejado el Real Madrid, cuando no supieron hasta un minuto antes de la comparecencia ante la prensa del astro francés que Zizou iba a dejar la nave blanca, que por cierto la dejó muy tarde sin dejar al club apenas margen de maniobra para encontrar el sustituto adecuado que esté capacitado para hacerse cargo del Real Madrid
Y mientras tanto, presumamos de ser el único equipo desde el Bayern de los 70 que ha logrado la hazaña de ganar tres Champions consecutivas, y crucemos los dedos porque ese 13 no nos dé más mala suerte de la que ha llegado ya con esta combinación de rajadas de jugadores fuera de sitio y de lugar unido a la marcha más inesperada y dolorosa que los madridistas hemos sufrido en mucho tiempo. Esperemos que nos sepamos recuperar y que esta congelación de planificación de entradas y salidas en la plantilla que vamos a sufrir hasta que llegue un nuevo entrenador, el equipo no lo acuse la próxima temporada, cuyo inicio está a la vuelta de la esquina con ese derbi en Supercopa de Europa ante el Atleti que vergonzosamente la UEFA concedió a un campo minúsculo de una ciudad pequeña como Tallin y a la que sólo podrán asistir a verla en directo apenas 1500 madridistas, y es que si los tres grandes equipos de nuestra Liga han despedido este año a tres de sus mitos (Fernando Torres, Iniesta y Zidane), la UEFA nunca despedirá a los ladrones que no les importa llevar competiciones a las ciudades más apartadas y estadios más pequeños siempre que los dirigentes de esas federaciones les paguen al día sus correspondientes mordidas.