Un articulo de: @Estela_Estrada
Diez años de guerra y Troya no caía. Los griegos liderados por Agamenón, Aquiles y Ulises no habían podido traspasar los muros de la ciudad de Troya, pero donde los mejores guerreros de la época no habían podido llegar, un inmenso caballo de madera sí lo haría, y ya conocemos los estragos que causó.
Inofensivo, majestuoso, deslumbrante, toda una obra de arte digna de admirar, ¿Quién podría resistirse ante semejante creación?. Nadie, ni siquiera los troyanos que a pesar de conocer bien los alcances y la astucia de los griegos, sospecharon algo al principio, pero luego sucumbieron ante la tentación de conservar el monumento.
Recibieron la ofrenda como símbolo de paz y llevaron el caballo al interior de la ciudad. Esa misma noche los troyanos comieron y bebieron y ya cuando estaban ebrios de felicidad y victoria se apearon del hermoso caballo muchos soldados griegos. Imposible reaccionar, el enemigo ya estaba en casa.
Al equipo merengue también le fue imposible reaccionar el domingo pasado. ¡Tenía al enemigo en casa! Y por “enemigo en casa” no solo me refiero al Valencia, que como todos sabemos hace de cada encuentro con el Real Madrid una guerra de vida o muerte, sus otras batallas le da igual y no le importa aliarse con las tropas del descenso ni coquetear en el campo con los demás rivales. Al enemigo que me refiero es a esa parte de la afición que frecuentemente incursiona en el Bernabéu con apariencia amigable e inofensiva, cual caballo de Troya, pero sorprendentemente en ocasiones silba, repele y repudia a sus soldados blancos y otras veces se alía con el enemigo y ovaciona a sus rivales.
Tal como fue sorprendida Troya celebrando su triunfo, Zidane y los suyos aún ebrios de gloria y victoria, con las piernas cansadas de librar batallas finales y los brazos fatigados de levantar tantas copas, fueron sorprendidos en casa por un caballo de Troya que hábilmente traspasó los muros de la Casa Blanca y una vez dentro, con un camuflaje perfecto, puso en la mira a dos soldados blancos. Inconcebible, más cuando estos dos soldados venían de contribuir con goles y asistencias en las dos finales de supercopa y en el primer partido de liga. ¿Se puede ser más ingrato y desagradecido? Lo dudo.
Ahora mismo están en la mira Bale y Benzemá, hace unas semanas no le daban tregua a Cristiano y durante la temporada pasada masacraron a James, Danilo, Navas, e incluso hasta Casemiro también fue objeto de los famosos “toques de atención”, y así con casi todos los de la plantilla porque estos caballos de madera siempre buscaran una Troya que atacar.
La autocrítica, la exigencia y la búsqueda de la excelencia es importante, pero pitar a tus jugadores durante un partido es un sinsentido. ¿Acaso el ambiente hostil en campos rivales no es suficiente? ¿Te parecen pocos lo insultos y vejámenes a las que se expone el Real Madrid como visitante y por eso también lo condenas a sufrir los rigores de la desaprobación y el menosprecio cuando juega en su propia casa? Absurdo. Todo lo que no sea rezar, apoyar y dejarte la voz para alentar a los tuyos es un despropósito; sin embargo, hay caballos de Troya con un ego tan grande que no cabe en el Bernabéu y llegan a la grada convencidos que son ellos los que forjan los éxitos del club a base de pitos a los jugadores. Les tengo noticia: Sus malditos silbidos no sirven pa’ un carajo, así que no se crean tan importantes, y si de algo sirvieran no sería para otra cosa que dar pena.
Sí, pena. Una pena que no entiendan su lugar y deber como aficionados. Una pena que no sepan valorar el privilegio -y si me lo permiten, diría yo que la bendición- de poder ir al Bernabéu a alentar y a bancar a muerte a los nuestros y en su lugar prefieran hacer de caballos de Troya.
También están otros gigantescos caballos de Troya bajo la apariencia de “prensa deportiva”, algunos se pintan de blanco para camuflarse e incluso son bien recibidos dentro de la ciudad, pero son tan miserables que corresponden a esa hospitalidad mordiendo la mano del club que les da de comer y lo que es peor, siempre están dispuestos a manipular e incendiar la ciudad madridista cada vez que se les presenta la oportunidad.
Ningún estrago causarían estos caballos de Troya si la afición madridista le hiciera la guerra con la misma voluntad y entusiasmo que se la declaran a uno de sus soldados, llámese Bale, Benzemá, Cristiano o cualquier otro, pero lejos de irse contra estos medios de comunicación tan nocivos, prefieren gastarse las municiones contra sus propios soldados.
También están los que se alzan contra esos medios de comunicación y utilizan las redes sociales, webs o podcast para desenmascarar a la prensa, poner resistencia a las patrañas que ellos orquestan contra el club y algunos de sus jugadores, pero curiosamente, se indignan, protestan y cierran filas solo cuando le hacen la guerra a su jugador favorito o contra aquellos por los que sienten debilidad o tienen predilección, ya cuando la campaña afecta a uno que no es de su agrado, miran para otro lado o en vez de denunciar la campaña, lo que hacen es aliarse con la prensa, sumarse y hacerle coro.
No puedo yo, como lectora, mantener el respaldo a una web madridista que sale al paso de inmediato para defender a capa y espada a un jugador, pero durante un mes, cuando la campaña fue contra Cristiano Ronaldo, los artículos para enmierdar la figura del portugués los publicaban de par en par. Tampoco puedo seguirle el juego a un tuitero que con ínfulas de manejar información privilegiada se dedica a hacer lo mismo que hace la prensa: VENDER HUMO, con el agravante de que su odio por jugadores como Navas y Cristiano le impulsa a referirse a ellos en forma despectiva y con motes irrespetuosos y denigrantes, incluso, a levantarles calumnias que muchos de sus seguidores le creen. Estoy segura que más de uno estará asumiendo como cierto que la operación Mbappé estaba hecha, y que fue CR7 quien la torpedeó, porque el portugués es un ser mezquino y le tenía miedo y celos a un culicagado de 18 años… historia absurda, pero fue contada por un caballo de twitter pintado de blanco.
Está mal lo que hacen todos estos caballos de Troya, pero peor haces tú siguiéndole el juego. Es natural y aceptable que unos jugadores nos gusten más que otros, lo que no es normal es que ataquemos al que menos nos gusta con toda la inquina del mundo sin importarnos que él también vista de blanco y defienda nuestro escudo.
En grupo aparte, está otra raza (casi extinta por fortuna) de caballos de caballos de Troya que visten una camiseta y defienden un escudo que no sienten; el máximo exponente de esta especie es Gerardo Piqué, que -como no podía ser de otra manera- fue pitado por miles de insurrectos que asistieron al Bernabéu y desobedecieron a Sergio Ramos. Es que cuando el capitán pierde el norte, el pelotón no está obligado a acatar sus órdenes.
Sergio Ramos nos ha sorprendido a todos, primero avaló los pitos contra Benzemá y Bale porque un “toque de atención a veces viene bien” y luego salió al paso pidiendo que no pitaran a Piqué. ¡A PIQUÉ! Ese enorme caballo de Troya que milita en las filas de la selección española sintiendo otros colores y otra bandera. Olvídense de la rivalidad Real Madrid-Barcelona y de todas las veces que Piqué se ha burlado de la afición madridista, ha difamado a la directiva y ofendido a nuestros jugadores, porque siendo sensatos, una cosa son los clubes y otra las selecciones nacionales, pero resulta que Piqué no solo ha sido irrespetuoso con el madridismo, sino también con España y con los símbolos patrios de su nación, razón más que suficiente para reventarles los tímpanos una y otra vez. Alguien que no se siente español y que cuando se entona el himno de ese país de una forma muy peculiar “se cruje los dedos”, no merece otra cosa que la desaprobación y el repudio, aunque Sergio, Carvajal y Nacho opinen lo contrario. Más madridismo y menos bienquedismo y buen rollo en la selección, si no saben de qué va esto, que le pregunten a Arbeloa.
Diez años duró la guerra entre griegos y troyanos, que no son nada si lo comparas con los 115 que lleva el Real Madrid en la batalla, sobreponiéndose a todos los que intentan destruirle, incluso a caballos de Troya tan poderosos que han sido capaces de traspasar los muros de la Real Federación Española de Fútbol y del estamento arbitral, organismos que lejos de velar por una batalla limpia y justa, lo que hacen es valerse de su autoridad para favorecer a nuestro máximo rival, pero cómo será de grande el Real Madrid que, ni con ellos en sus filas, nuestro más grande adversario ha podido derribar el imperio madridista.
Hala Madrid, a seguir reinando y nada más.