Un articulo de: @pilisinmas
Mi situación es ésta, llega el momento del partido, yo me fumo un piti en la ventana de mi habitación diez minutos antes para calmar la incipiente ansiedad que empiezo a sentir. Termino mi cigarro mientras pienso en la alineación del Real Madrid: “Yo hubiese sacado a fulanito en vez de a menganito”… “A ver si zutanito hoy tiene el día y no hay que arrepentirse de su alineación”, todo desde la más sincera ignorancia, claro… Cuando termino el cigarrito, me siento, no sin antes haber buscado mis gafas de verlo todo, porque sin ellas, los jugadores son meras manchas que se mueven por una pantalla verde, me las coloco muy dignamente y se abre ante mí un mundo de posibilidades, un mundo nuevo en el que distingo hasta quién es quién. Maravilloso invento el de los espejuelos… Un monumento a las gafotas pondría yo.
Entre tanto, mi hermano ya ha procedido a sentarse en su sitio de los partidos, y ya está subiendo el volumen del televisor, cosa que me molesta sobremanera porque no suelo aguantar los sonidos altos, pero él tiene oídos de corcho-pan, que le vamos a hacer… También comienza el ritual de la selección de brillo, color, intensidad, etc… de la tele, que si el césped se ve demasiado chillón, que está como apagado… Por fin, decidido ya el formato de la tele, nos centramos en el partido. Mientras, mi madre ha vuelto del baño y se ha sentado a ver el partido con nosotros y a comentar jugada por jugada, para ella siempre tiene el balón el Real Madrid, aunque lo tenga el contrario. Hay que decir que ella ve los partidos cosiendo su eterno mantel, lo cual quiere decir que levanta la mirada cada cinco minutos y no se fija ni en el color de la camiseta… A veces es un suplicio, pero me tengo que reir.
Recibo el primer whatsapp del grupo de Las del Jurgol, somos tres y comentamos de todo durante el partido. Normalmente suele empezar la conversación con un “vamosssssssssssss”. Es divertido, y como no nos pisamos las opiniones, sabe muy bien comentar los partidos así. No entro en Twitter durante un partido, lo odio, no sé por qué, no sé el motivo, pero no soporto a la gente siendo más listos que el entrenador, que el jugador y que las palomas que sobrevuelan el campo. De listos está el mundo lleno, pero que sepan todos que los listos, como los tontos, también mueren.
Vamos comentado cositas del juego mi hermano y yo, además, solemos estar bastante de acuerdo. Claro, todo aderezado con los comentarios de mi madre. Mi perro tiene mención especial, que se anima en los partidos y no nos deja en paz, cuando meten gol y lo cantamos, entonces él decide que también quiere opinar y se va a la puerta a ladrar como un loco. Hay que decir que tiene muchos años y está trompetilla total y se piensa que los ruídos vienen de la calle. Un show. Así que así transcurre el primer tiempo.
En el descanso me voy a darle al piti otra vez, ahí suelto el móvil y paso el tiempo entreteniéndome con una mosca, soy muy despistada y aunque empiece pensando en el partido, acabo pensando en cómo se ve el jardín de detrás de mi casa en invierno y en primavera, todo verde y brillante. O buscando arañitas en los alrededores de mi ventana. Así soy yo. Capaz soy de terminar pensando en un libro que me leí hace años… Tengo una capacidad de asociación de ideas asombrosa, y soy una artista del ir y venir de un pensamiento a otro a una velocidad supersónica.
¡Uy! Que empieza la segunda parte, ahí me he dejado a mi madre tragándose quince minutos de estupideces de los comentaristas de turno. La pobre no cambia el canal y eso que es la reina del mando, es capaz de cambiar tan rápido de un canal a otro y a otro y a otro que el ojo humano no es capaz de percibirlo. Mi hermano también vuelve y el perro detrás de mí, le he tenido sentado detrás de mí en la ventana u olisqueando por debajo de mi cama. Nos disponemos a disfrutar o sufrir, depende, y entonces alguna de mis hermanas decide que es buen momento para llamar y cotillear un poco sobre esto o lo de más allá. O, lo que es peor, suena el telefonillo y es mi sobrina que viene a merendar o cenar, a ducharse que no tiene agua en casa, o a saber qué… Ahí, para mí se termino el juego. A no ser que, milagrosamente, comience a sonarle el móvil contínuamente, entonces sí, no hay sobrina que valga. La conversación por whatsapp con mis amigas sigue, por supuesto.
¡Y vaya, se terminó el partido! un partido del que me he enterado a medias, no he sido capaz de seguir el hilo de la conversación de mi hermano, no sé si hemos sido capaces de jugar en condiciones. No he visto ni cómo celebraban los goles los jugadores. Que ajetreo! Para la próxima, pienso, no hay móvil, no hay cigarro, no se abre la puerta, no se coje el teléfono y se encierra al perro en otra habitación…. Pero no, cuando llega el siguiente partido, vuelvo a cometer los mismos errores del anterior, y del anterior, y del anterior…. Ni que fuera Casillas…