Una crónica de: @Javirodespi – planetacb
Las 11.293 almas que poblaban el WiZink Center no estaban preparadas para el sufrimiento que nos iba a dar este segundo partido de la serie ante Darussafaka, el caso es que al final, los turcos lograron una victoria agónica por 80-84 y que obliga al conjunto de Laso a un esfuerzo extra en Estambul
Foto: Virginia Pacheco / Planetacb
Chapu y Álex al banco
Por segunda ocasión, los descartados por Laso fueron Chapu y Álex Suárez, ambos se quedaron fuera de convocatoria y habrá que esperar a ver qué sucede en Estambul, sí es cierto que los requerimientos físicos de un equipo como Darussafaka pueden pasar factura a gente como el argentino o Felipe Reyes, prácticamente inédito en la serie por el momento.
Motivación ante concentración
Tenía que pasar, el Real Madrid puso en cada una de sus butacas un aplaudidor para motivar a la gente a convertir el WiZink Center en una atmósfera más cargada que el primer día, y la cosa parece que funcionó en cuanto ambiente pero no tanto en desconcentrar al Darussafaka que se mostró lo suficientemente serio para saber lo que se jugaba y mandaba en el marcador, sin ninguna ventaja significativa, pero siendo fiel a su estilo en situaciones de 1×1, capturando más rebotes ofensivos de los deseados y con una característica importante, que no podemos destacar a ningún jugador porque todos los que salieron a cancha aportaban sin excesivo protagonismo para ninguno, normal que acabara mandando en el primer cuarto por 19-22.
Ritmo Darussafakiano
Reconociendo que nos hemos inventado la palabra, el Darussakafa tenía bien asumido su papel jugando tal y como esperábamos y el Madrid tenía que hacer un esfuerzo inmenso para parar los 1×1 constantes que hacían los de Blatt, daba igual que fuera desde el exterior para entrar o lanzando desde la distancia, si a ello le sumamos el escaso acierto anotador de los jugadores blancos en el exterior que propició que Zizic se pusiera las botas cogiendo rebotes y que en el interior solo sacaban rendimiento cuando las ayudas turcas no llegaban, quedaba echarse a las manos de las carreras al contraataque en cuanto hubiera oportunidad y al Madrid eso le funcionó a la mitad, con éxito en algunas opciones y en otras no tanto. Sea como fuere, la sensación era de que el ritmo era completamente turco y encima, mandando en el marcador con 38-44, tocaba remar, y mucho, en la segunda mitad.
¡¡Otra vez hijo mío!!
Seguro que ya saben de quién les vamos a hablar, al final tuvo que venir el de casi siempre a revolucionar el partido y no fue otro que Sergio Llull que tuvo su momento mágico y contagió de su espíritu con sus cinco triples casi consecutivos para que todo el mundo se implicara en el asunto, esa descarga de presión fue la que necesitaba el Madrid para empezar a jugar a placer y empezar, por primera vez a mandar en el ritmo del partido y eso que Darussafaka seguía a su rollo sin querer participar en la fiesta contestando una y otra canasta sin dar ni un signo de desconcentración ciñéndose en su cuarteto mágico como principales estiletes en la anotación: Wilbekin, Wanamaker, Clyburn y Zizic. El caso es que nos dejaba un último cuarto que prometía con un marcador de 68-66.
Un thriller
Se las prometía felices el Madrid cuando el Darussafaka se puso en bonus a falta de siete minutos, pues dos tardó en igualarse el Madrid, y es que todo era igual para todos, marcador, faltas y un Madrid que tuvo a Ayón como auténtico coloso y dando una lección de lo que es sacrificio por el equipo, matándose por coger cada rebote ofensivo y defensivo para servirlos en buenas condiciones a cualquiera de sus compañeros mejor colocados, auténtico titán en toda la extensión de la palabra.
Y llegó el último minuto
Con empate en el marcador, Wilbekin se encargó de anotar un canastón en 1×1 (cómo no) a pesar de la gran defensa de Llull que ponía las cosas difíciles para los blancos, además con Rudy que tuvo que irse al banco por un golpe recibido que le dejó out, pero el Madrid falló sus tiros, uno de ellos un triple de Carroll completamente liberado, mientras que Darussafaka tuvo el aplomo de no fallar los tiros libres y sentenció un partido por 80-84 y que obliga a los blancos a ganar un partido en Estambul.