Un articulo de: @ErZuru2000
No me gustó demasiado, en su momento, el fichaje de Carletto Ancelotti. Algo más, poco más, me gustó el fichaje de Benítez. En este caso mi favorito era Jurgen Klopp. Pero yo sé, igual que todos ustedes, que la figura del entrenador del Real Madrid es casi intrascendente. Solo ha habido en los últimos tiempos un señor que ejerció de entrenador, si entendemos por tal, hacer y deshacer a voluntad y según su libre albedrío. No hace falta decir su nombre porque todos sabemos quién es. Y ya ven como acabó.
Dentro del mundo de los entrenadores yo distingo, grosso modo, solo dos clases. Por un lado los que consiguen dejar su impronta en los equipos que entrenan (y no necesariamente para bien) y, por otro lado, el resto formado por un heterogéneo grupo de entrenadores a los que se les suele denominar “gestores de vestuarios”.
En el Madrid dicha diferencia tiende a difuminarse y, sea por fas o por nefas, todos terminan siendo “gestores de vestuarios”. Aun así, ingenuo de mí, cuando se anuncia el fichaje de un nuevo entrenador, nunca termino de perder la esperanza. En realidad el término “gestor de vestuarios” es un eufemismo. Bajo ese eufemismo se esconde una realidad mucho más prosaica: la del fulano que decide compadrear con los veteranos del vestuario, es decir, con los que mandan. Jugarán siempre con independencia de su estado de forma y se les consentirá todo, incluso, dejarles que se autoalineen a pesar de estar lesionados o correr el riesgo de lesionarse de cierta gravedad.
Pues bien, mucho más grave que el empate del sábado ante el Málaga, fue, en mi opinión, la primera exhibición de “gestor de vestuarios” que tuvo a bien regalarnos Rafa, el de las rotaciones.
Para empezar sorprende que Rafa, el de las rotaciones, pusiera prácticamente a los mismos cabrones (copyright JB) que ganaron en Bilbao teniendo esta semana partido de Champions. Y sorprende mucho más que se mostrara incapaz de refrescar el equipo utilizando un banquillo formado por jugadores que, al parecer, él mismo eligió para la plantilla. Solo un cambio, y por obligación. Sorprende que, una vez expulsado el jugador del Málaga, no tomase ni una sola decisión táctica que conllevase a que alguno de los titulares se sentara en el banquillo. Ni quiso, ni supo, tal vez ni pudo, aprovechar la ventaja numérica y los espacios derivados de la misma. Las explicaciones posteriores de los motivos por los que no utilizó el banquillo, más que justificar su actuación, acojonaron mucho más. Dijo que no quería músculo, quería precisión. Como si el cansancio no afectase a la precisión. O Rafa se hizo el estúpido o tomó por estúpidos a los aficionados.
Si esto es así en el sexto partido de liga y con un resultado malo pero desde luego nada que no sea irremediable o definitivo, da pánico pensar en lo que Rafa, el de las rotaciones, será capaz de no hacer cuando tenga enfrente un Miura de eliminatoria de Champions.
El pasado año nos hartamos de ver partidos, en la primera vuelta, con resultados abultados y partidos resueltos en los que ese entrenador amigo del portero del Oporto, tenía a bien hacer el primer cambio a partir del minuto 30 de la segunda parte. Inexplicablemente, sometió a sus jugadores titulares a un desgaste innecesario y al riesgo cierto de lesión. Y pasó lo que pasó. Ya ni hablamos de la posibilidad de dejar en el banquillo a alguno de ellos ante un partido que se presumía más o menos sencillo. Daba la sensación, a mí me daba la sensación, de que le tenía pánico al gesto mohíno de alguno de aquellos titularísimos al ser cambiados en el minuto 10 de la segunda parte en alguno de aquellos partidos resueltos. El hecho de tener de portero titular a un cuerpoescombro (que le costó definitivamente la liga al Madrid) no hace más que ratificarme la teoría de que era un tipo entregado en cuerpo y alma a los pesos pesados del vestuario, que diría cualquier reportero hortera, con independencia de los méritos de cada cual.
Pues bien, viendo el partido del sábado tuve la misma desagradable sensación del año pasado. Un “gestor de vestuarios” rezando para que uno de aquellos jugadores diera, por fin, en la diana, pero no la de un entrenador que ordena, corrige y toma decisiones, acertadas o no. No soy capaz de explicarme como se puede desaprovechar la ventaja que supone poder meter en el campo a dos jugadores de refresco ante un rival con un jugador menos y con la lengua fuera. Mejor dicho, prefiero no explicármelo, porque, desgraciadamente, la única razón lógica que encuentro es la del “gestor de vestuarios”, la del alineador políticamente correcto. Es decir, lo mismo que el año pasado. Cuando las cosas se ponían difíciles, tirando siempre de 12 o 13 jugadores, lloviera, tronara o venteara. Demos gracias a Dios por que este año, como signo diferenciador, haya, debajo de los tres palos, un portero y no un cuerpoescombro (nueve goles en contra llevaba el Madrid el pasado año en la jornada sexta), porque si no, vaya usted a saber.
Puede que a ustedes les parezca una minucia el asunto de la inacción de Rafa. A mí, tal vez porque me recuerde los modos del entrenador amigo del portero del Oporto, me pone los pelos de punta. Puede que a ustedes les parezca que Rafa tuvo poca o nula incidencia en el empate a cero, no les diré que no. Lo que ocurre es que a mí me parece mucho más grave y desalentador contemplar el bloqueo (por cobardía o por incompetencia) del entrenador en la sexta jornada de liga que el mismísimo empate a cero. Yo, esperaba algo más de Benítez. Para poner siempre a los mismos cabrones y no hacer cambios, ya teníamos al de la Ceja.
Hablando del empate a cero en sí mismo, indudablemente no todo se le puede achacar a Rafa, si es que se le puede achacar algo. En este sentido, ingenuo de mí, yo esperaba que un entrenador-entrenador, como parecía ser Rafa, hiciera algo más por acabar con ciertos tics que se vienen demostrando muy perjudiciales para el equipo. Me refiero a Cristiano Ronaldo y sus remates de aluvión. Sus gestos increpando a sus compañeros tampoco ayudan mucho y desconozco si alguien, alguna vez, le ha dicho que se los ahorre. No diré que haya que silbarle ni venderle, sí diré que, a pesar de estar disfrutando en nuestro equipo de un jugador de época, hay ciertas cosas que a mí me hacen pensar que si las corrigiera podrían hacer de él un jugador todavía mejor. Ninguno de sus entrenadores, seguramente con todas las razones del mundo, parecen, aparentemente, opinar lo mismo.
En mi modesto entender Cristiano es un jugador muy poco preciso a la hora de concretar. Su mayor capacidad es su potencia, su poderío y su físico atlético no exento de talento. Él sabe que la potencia de un remate suyo con su izquierda es más demoledor que cualquier remate de cualquier jugador con su pierna buena. Y abusa, claro. A veces, da resultado. Pero la mayoría de las veces, no. Es más, en muchas ocasiones abusa en situaciones estrambóticas que necesitarían de la intervención divina o de un portero borracho como una cuba para acabar en gol. Lo peor de ese empecinamiento es que condiciona todo el juego de ataque del Madrid, dado que, cuando recibe un balón con posibilidades de ser rematado, lo primero que hace es parar el juego y evaluar la situación. Si juzga que hay posibles, remata. Si juzga que no, la entrega a algún compañero. Mientras se decide o no, las defensas rivales se han colocado. Así, se han perdido infinidades de buenas jugadas. En mi modesto entender, si esa forma de concebir el juego la hubiera modificado en su momento en favor del equipo respectivo, hoy estaríamos hablando de un jugador de época…y algo más. Seguramente estaríamos hablando de un jugador de más de dos Champions en su carrera. Tal vez menos goles, pero mejor jugador de lo que es hoy. El sábado pudimos ver al Cristiano en todo su esplendor rematador… y errático.
Obviamente, sobra decirles que en este asunto de Rafa yo no espero nada, menos aún después de visto lo visto ese mismo sábado. En el partido que el Madrid jugó en San Mamés hubo una jugada que disipó mis pocas dudas al respecto. Ocurrió en la primera parte y fue una falta favorable al Madrid en lado derecho de su ataque, es decir, la falta idónea para un zurdo. La falta estaba bastante escorada, lo que añadía dificultad a su hipotético lanzador, incluso aunque hubiera sido zurdo. Era una clara jugada de centro tocado al área por alguno de los jugones (de los muchos y muy buenos que tiene el Madrid) para el remate de, por ejemplo, el mismo Cristiano. Pues fue que no. Cristiano lanzó la falta directamente. Intentó darle rosca superando la barrera por un lateral. Ni qué decir que el balón no cogió la rosca necesaria y se fue fuera, pero es que, además, cuando el balón llegó a la altura de la portería, Iraizoz ya estaba tapando el palo. Alguien debería haberle dicho, en su tiempo, que hay ciertas cosas que mejor que no. Y como esa, unas cuantas… para mi gusto, demasiadas.
Por último, tampoco habría que olvidar del empate del sábado las ausencias de jugadores muy buenos y muy importantes. Básicamente tres, Danilo (Carvajal es una sombra a su lado), James y Bale. Entiendo que Bale se lesionó, tal vez, por la acumulación de partidos (Gales + Madrid) y el ajetreo de traslados y los cambios de todos los hábitos cada vez que pasa del Madrid a la selección. Entiendo que para él, esos partidos con la selección son muy importantes y que para Gales otro tanto de lo mismo. En este caso, lo justifico por la oficialidad de los partidos y la oportunidad, tal vez única, para una selección como Gales.
Al tal James le entiendo menos. Y al tal Danilo, tres cuartas partes de lo mismo. El tal James, al parecer, fue a jugar el partido amistoso contra Perú medio tocado. Y al parecer también iba advertido. En el partido le dieron leña de todas las texturas. Hasta que lo reventaron. Me resulta inconcebible que un profesional con un sueldo de multimillonario no sepa qué cosas se pueden y no se pueden hacer sobre un campo de fútbol en partidos amistosos u oficiales. Si de mí hubiera dependido, nada más aterrizar con su lesión a cuestas, le hubiera cogido de una oreja y me lo hubiera llevado arrastras a Valdebebas. Primera y única advertencia. A la siguiente lesión, en unas circunstancias similares, de vuelta al Mónaco.
El caso del tal Danilo, al parecer fue todavía peor. Por lo visto llevaba un aparatoso vendaje protector que, según alguien filtró, fue lo primero que le quitaron los médicos de su selección. Y el tipo no dijo ni pío o sí lo dijo no le hicieron ni puto caso. En ambos casos, con su consentimiento.
Ya vimos lo que vimos el año pasado con Modric, un chaval majete y simpático. Un jugador excepcional, solo a la altura de De las Cuevas. Lo que hizo el año pasado en aquel partido contra Italia le hubiera hecho merecedor a su devolución al Tottenham o, como castigo menor, haberle tenido sin cobrar la parte proporcional de su sueldo más un añadido por daños y perjuicios y lucro cesante en forma de liga perdida.
No sé si el Madrid hubiera ganado el partido del sábado sin lesionados. Lo que sí sé es que teniendo en el campo a Bale, James y Danilo, el equipo es mejor. Si se te lesiona Jesé en un partido oficial justo en el momento en el que apuntaba a figurón, te jodes y te aguantas. Que se te lesione un tipo por el que has gastado un dineral en un bolo y todo porque el tipo quiera ser un héroe nacional y esté dispuesto a hacer el gilipollas, es inadmisible.
Y aquí no le voy a echar las culpas a Rafa, porque desconocemos si Rafa les dijo algo a estos dos al marcharse con sus selecciones. Si no se lo dijo, malo y peor si alguien del club no les advirtió. James, que también nos cae muy bien, que es tan majete y simpático como Modric, se ha comportado con el Madrid en este asunto, como un irresponsable niñato. Y Danilo, igual.