… pues es la imagen del madridismo. Ese rostro en primer plano que nos enfocaron de Serge Ibaka sentado en el banquillo con la mirada perdida, y el partido también, en los momentos finales del segundo partido en El Pireo, es la que se nos quedó a todos y que nos dejaba muy tocados en la eliminatoria. Volver con un 2-0 obviamente era lo peor que nos podía suceder y sucedió. Cuasi incomparecencia de los nuestros en el primero en el que Olympiakos fue muy superior; ya en el segundo se mejoró la imagen, no podía ser de otra manera y tampoco pudimos llevarnos la victoria. Bien que la actuación arbitral no fue ecuánime para ambos equipos y nos perjudicó, pero hay que saber en qué momento se está tanto de la temporada como de cada partido y no somos o no deberíamos ser tan inexpertos o pardillos de pensar que nos van a regalar algo. Que no hay que normalizarlo obvio, pero hay que estar más concentrados y no irse de los partidos sabiendo lo que nos estamos jugando.
2-0 por unas causas o por otras que ya nos dejaban sin red. Salvando el primer match ball en contra en el tercero con una gran actuación de un quinteto poco habitual y dejándose la piel en defensa, no se pudo ya igualar la eliminatoria en el cuarto y forzar el quinto en un partido igualado a la par que, como toda la temporada, con altos y bajos, racheados, a tirones, y en la guerra de guerrillas los parciales de los griegos con Papanikolau a la cabeza a base de triples se distanciaron claramente en el marcador +12 a falta de poco más de tres minutos del final. Arreón final que casi, si hubiera entrado el último lanzamiento de Abalde, obra el milagro.
No queda otra que volver mejor el año que viene, solo queda una liga que puede salvar la temporada y que seguimos con firmeza contando partidos con victorias, dos más estos días en Gerona en el oasis entre la eliminatoria contra Olympiakos y otra más en casa contra Valencia en un gran partido de Feliz y de todo el equipo.