Una crónica de: @JAgilminguez
Si algo hemos aprendido de los arbitrajes de los últimos años, es que en el fútbol español existe una triple vara de medir. Existen unas normas para la mayoría de los equipos que compiten, existen normas especiales para el FC Barcelona y existen otras normas para arbitrar al Real Madrid. Y la noche del sábado no fue distinta. La Liga española se ha convertido en una ópera bufa… en una competición que cada vez se parece más a las veladas de pressing catch norteamericano. Una auténtica pantomima, con nula credibilidad, donde se han hurtado al Real Madrid cinco puntos en las dos últimas jornadas ligueras.
La noche comenzó con un merecido homenaje a Marcelo. Volver a ver sobre el césped a la leyenda blanca nos hace pensar que cualquier tiempo pasado, siempre fue mejor (al menos, en lo que a la banda izquierda se refiere). A dicho homenaje, no compareció el Atlético de Madrid. Los eternos subcampeones no quisieron estar presentes. A diferencia de la despedida que realizó el Santiago Bernabéu a un rival como Jesús Navas, cuando se despidió del fútbol en activo en el estadio merengue. Siempre ha habido niveles de señorío, y ayer no fue distinto.
Imagen: realmadrid.com
En cuanto a lo meramente futbolístico, Carlo Ancelotti puso sobre el terreno de juego el once que todos vaticinábamos (aunque no necesariamente el que todos deseábamos), con Lucas y Fran en los laterales y con Tchouameni y Asencio de centrales. Ceballos, Valverde y un Bellingham más retrasado que en los últimos partidos y en labores más organizativas, en el centro del campo y el trío Vini-Mbappé-Rodrygo en ataque.
El Atlético planteó el partido que todos esperábamos, con sus once jugadores detrás de la pelota y entregando el control al Real Madrid, para intentar sorprender a la contra, sobre todo con las entradas de Lino y Galán por la banda de Lucas Vázquez. De éste modo, a poco de empezar el partido, un resbalón del gallego propició una buena oportunidad colchonera. En el equipo blanco destacaban Ceballos y Rodrygo, mientras que en ataque Vinicius pasaba desapercibido y a Mbappé le tocaba pelear en solitario. La tela de araña que tejió Simeone en defensa, sumada a la fuerte presión, atenazaba a los atacantes blancos. Mbappé tenía que bajar al centro del campo para buscar el esférico y Vinicius acabó en posición de delantero centro. Solamente Rodrygo era capaz de poner en aprietos a la defensa rival.
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Así transcurría el partido, cuando a la media hora tuvo lugar la jugada que marcaría el devenir del encuentro. Una caída exagerada por Samuel Lino en área blanca, aprovechando que Tchouameni había dejado el pie atrás fue la excusa que necesitaba De Burgos Bengoetxea en el VAR para avisar a Soto Grado. Los lloros rojiblancos de toda la semana, habían dado su fruto. Julián Álvarez ejecutó a la perfección la pena máxima, enviando la pelota suave y a media altura por el centro de la portería. Ancelotti en la banda no daba crédito a lo que estaba sucediendo. Poco después del partido salieron a la luz los audios del VAR (ésta vez parece que sí los han querido hacer públicos). En ningún momento se ofrece al árbitro de campo una imagen clara de la acción y se fuerza al mismo a señalar penalti en base a una fotografía. Poco después, llegarían nuevas imágenes a los aficionados: no hay contacto. Un nuevo escándalo que sólo sirve para dar más la razón al Real Madrid en su cruzada contra el CTA.
La acción supuso un jarro de agua fría para el equipo blanco, que se fue totalmente del partido, con sus jugadores totalmente desquiciados y a merced del rival. A partir de ahí llegaron los mejores minutos del conjunto colchonero, que tuvo varias contras peligrosas para haber aumentado su ventaja. Lo mejor que les podía pasar a los madridistas era que se llegase al descanso con ese resultado, como así fue.
Imagen: realmadrid.com
A la vista de cómo finalizaba la primera mitad, negros nubarrones parecían cernirse sobre el Santiago Bernabéu. Sin embargo, sucedió todo lo contrario. A los cinco minutos de la reanudación, una gran jugada de Rodrygo por banda derecha, previo remate fallido de Bellingham y un mal despeje de Giménez, hizo que llegase el balón a Mbappé, quien con un disparo a bocajarro, logró el empate. El gol espoleó al Madrid, que comenzó a moverse sobre el terreno de juego como una brigada de gurkhas efectuando una carga suicida. Eran ataques constantes y presión alta. Donde en la primera parte sólo llegaban los jugadores colchoneros, ahora eran los blancos quienes se llevaban todos los balones divididos. Pocos minutos después del gol, una gran acción de Vinicius (totalmente desaparecido en la primera parte, pero en modo “The Best” en la segunda), provocó un rematé de cabeza al larguero de Bellingham. El Atlético se sostenía gracias a las actuaciones de Oblak y el Cholo se vio obligado a meter piernas frescas en el campo. La presión que realizó su equipo en la primera mitad, ya no era tan fácil de sostener. El partido parecía que iba a caer del lado merengue, pero el Atlético a la contra seguía dando sensación de peligro. Un gran Asencio que lideró la defensa blanca con la autoridad de un veterano, ayudado en esta ocasión por una buena actuación de Tchouameni, se encargaba de desbaratarlas.
Con un Real Madrid más cansado, en parte por la habitual inacción de Ancelotti en la banda, fueron transcurriendo los minutos. El partido estaba totalmente en el alambre. Una acción de Vini por banda izquierda, hizo que llegase el balón a Rodrygo, quien en vez de pasar a Valverde, que le doblaba por la derecha, optó por disparar. Su balón se fue fuera por muy poco. Fue la jugada que pudo cambiar el resultado final.
Imagen: realmadrid.com
Ancelotti por fin reaccionó y dio entrada a Camavinga y Modric por Ceballos y Lucas. Simeone optó por Sorloth. El cansancio físico era evidente y se vislumbraba el empate. Un resultado que no era malo para ninguno de los dos equipos, y que estuvo a punto de romper Mbappé, con un mano a mano en el último minuto de partido, pero el balón se le fue un poco largo, lo que dio tiempo a Oblak para tapar el hueco.
Empate a uno, que deja la Liga más apretada que nunca, y que para el Real Madrid supone (aparte del evidente desgaste físico), unas sensaciones positivas (al menos por lo visto en la segunda parte), de cara al durísimo encuentro del martes frente al Manchester City en el Etihad Stadium.