CRÓNICA | ✍ DERROTA LAMENTABLE: REAL MADRID 2-5 FC BARCELONA

Una crónica de: @OlgaUnMundo

Difícil escribir la crónica de hoy. ¿Por dónde empiezo con un resultado como éste, mientras se escuchan pitidos de coches y petardos en el exterior?.

Pero hay que ser profesional siempre y el señorío madridista que tanto nos ha faltado hoy ha de imperar también en una noche tan aciaga, así que a por ello.

Poco hacía presagiar la debacle de hoy. Yo, al menos y debo ser muy ingenua, no esperaba tal humillación. Era un partido que se podía perder o ganar. Un partido en el que esperábamos goles y que sabíamos que ninguna portería quedaría a cero. Pero creo que nadie era capaz de imaginar esto. Ni los delincuentes del país pequeñito en sus sueños más eróticos.

Un Madrid en progresión ascendente y un Barça que, una vez superado el bache, vuelve a remontar.

La afición y el equipo no vamos de la mano en algunas ocasiones. Y mira que cuando se hace conjura se logran cosas increíbles. La 14 y la 15 son una buena demostración. Pero en los clásicos, al menos en los últimos, con las ganas que tenemos de hacerles daño de verdad para hacerles pagar todas sus tropelías, la inscripción ilegal de Olmo y tantas y tantas que han hecho, hacen y harán, ellos parece que no tienen ese sentir. Especialmente el entrenador. Y es muy doloroso.

Desde el primer minuto el Barça estuvo avisando. Llegadas muy claras de Lamine Yamal y de Raphinha. El Madrid no estaba dormido, pero sí tranquilo, viéndolas venir. Y ya tenemos de ejemplo lo que pasó en el partido del Bernabéu. Hay que salir con intensidad. No controlábamos y tampoco presionábamos, pero el Barça sí y en bloque muy alto.

Aún así se produjo un espejismo que nos hizo creer por unos minutos cortos que podíamos ganar el partido. Que podíamos hacer un tick en otro título más en nuestro camino hacia el septete. O el heptete. O como se diga.

Contra brutal del Madrid, asistencia de Vinicius (una de las pocas cosas que ha hecho hoy en un partido bastante gris del brasileño), Mbappé se queda solo contra el portero y marca a placer. No falla. Hasta ahora, ha marcado en todas las finales en las que ha jugado con la camiseta blanca. Para esto lo fichamos. Esto es lo que pedimos. Qué poco iba a durar la alegría.

Aunque el arbitraje ha sido bastante bueno en general, cosa que viniendo de Gil Manzano es hasta sorprendente, aquí viene su primera. Lo ampliará mucho mejor el compañero Nilo con su crónica arbitral. Koundé pisa a Mbappé. Carlos Martínez diciendo que es el francés el que pone el pie debajo es de risa. De risa vomitiva.

Se suceden los avisos del equipo azulgrana, que Courtois va achicando como puede con una defensa que hace aguas y un centro del campo inexistente. No es que haya un mal planteamiento, es que ni lo hay.

Los laterales no funcionan y Valverde y Camavinga tienen que ayudar para cubrir, por lo que Bellingham se queda solo. Hace lo que puede, pero evidentemente no le da. Rodrygo también tiene que hacer cobertura en la defensa, por lo que se pierden opciones en el ataque.

Lo peor de todo es que esto se sabía. Está bien que decidas jugar con los mismos que contra el Mallorca. A fin de cuentas, es tu once de gala. Pero el planteamiento debe ser otro muy distinto porque el Barcelona no te juega como el equipo balear. Mis conocimientos de fútbol son muy limitados, pero no hay que ser Einstein para verlo.

Aún así tuvimos alguna oportunidad más. Del inglés, sin ir más lejos, que por poco sube al marcador. Pero no lo hizo.

En el minuto 15 presentimos lo peor: Mbappé se deja caer al suelo. Se ha resbalado y se ha torcido un poco el tobillo. Sumado al pisotón de Koundé, la cosa se complica. Pero por suerte le hacen un vendaje y aguanta todo el partido. Y no a mal ritmo, por cierto. Pero sospecho que no jugará el próximo. Tiene que tener el tobillo bonito a estas horas el bueno de Kylian.

En el minuto 21 empata el Barça. Ahí empezará la lluvia de goles que nos va a caer. La afición, por desgracia, sólo podemos taparnos la cara del bochorno que nos va a sobrevenir en los próximos 78 minutos.

Un pase largo de Lewandowski en el que Yamal encuentra el pasillo para chutar a gol. La defensa de vacaciones. Especialmente señalados Tchouaméni y Lucas Vázquez.

El partido está abierto y va de portería a portería. Los dos tienen ocasiones, pero el Madrid defiende mucho peor. El Barça ve las debilidades del equipo blanco y las exprime. Huele la sangre. Vaya si lo hace.

Mientras, mis vecinos, que así son, celebran el gol del empate como si hubieran ganado la Champions. Aun así, lo peor está por venir. Y lo mejor para ellos, claro.

En el minuto 33, Camavinga patea la rodilla de Gavi. Penalti claro e indiscutible que no desperdicia Lewandowski. Es infalible el polaco en los 11 metros.

La cosa empieza a pintar mal. No pintaba bien, pero empeora. Es momento de cambios. Son muy necesarios. El centro del campo no existe, la defensa hace aguas. Hay que reaccionar. Pero no. Inmovilismo. Y esto se paga caro.

Sólo 5 minutos más tarde, un cabezazo de Raphinha convierte el tercero. La desventaja es muy clara y la sensación de que van a caer más es más clara que el agua.

El equipo merengue no tiene ideas. Se miran entre ellos, miran al banquillo, pero no hay respuesta.

El colmo viene en el minuto 52 (se han añadido 8 minutos por el parón para atender a Mbappé). De un córner sacado horriblemente por Rodrygo, se le regala el balón al equipo más tramposo de la Historia, que monta una contra de libro. Llega el cuarto gol.

Fin de la primera parte y perdemos 1-4. Bochorno. Vergüenza. Rabia. Impotencia. Esperemos que no nos metan más. Lo único que pedimos. Muy poquito para salvar de este primer tiempo: Mbappé, Valverde, Courtois y poco más. O más bien nada más.

En el descanso se produce el primer cambio: Camavinga, con una primera parte tétrica y la amarilla del penalti por Ceballos, que nos va a dar al menos cierta seguridad en el centro del campo, tan necesaria para parar esta sangría.

Lo que no entendemos es por qué no hay más cambios. Tchouaméni, Lucas Vázquez y Mendy tienen que salir. Pues Ancelotti decide seguir ante la incomprensión de la afición blanca.

Aún sin tiempo para ponernos en posición nos cae el 5º. Debacle total. O hacemos algo pronto o nos caen 10.

El italiano decide ahora quitar a Lucas Vázquez y poner a Asencio. La pregunta es por qué no lo hizo antes. Demos gracias a que no espera al minuto 80, que es a lo que nos tiene acostumbrados.

En el minuto 55 se produce una oportunidad que, lamentablemente, el Madrid no supo aprovechar. No supo sacarle jugo. Les podríamos haber hecho sufrir mucho. Lo indecible. Quizá no ganar, pero ponerlos en un serio aprieto.

Szczesny sale con la pierna por delante a parar a un Mbappé que ya se adelantaba y lo derriba. ¿Penalti? No, es fuera del área. Roja clara que deja con uno menos al Barça. Oportunidad en bandeja, sino para remontar, al menos para convertir en pesadilla el sueño plácido del Barça. Pues ni así.

Rodrygo transformará la falta que será el último tanto que suba al marcador del partido.

En el minuto 64 sale Modric y se va Tchouaméni. Un cambio que debería haberse producido mucho, muchísimo antes. Parece que el equipo blanco se viene arriba. Se lo cree. Sube el bloque, se ordena y ataca constantemente. La mayor parte del juego se produce en el área de los catalanes. Pero no sirve de nada.

Los minutos pasan y los culés ven muy cerca su gran victoria. Carlos Martínez, el narrador de Movistar, también. Está feliz. Casi tocándose. No sé qué es más vergonzoso, si sus comentarios o el ridículo que está haciendo mi equipo en el césped

10 minutos más tarde se produce el último cambio, que será doble: Vinicius y Mendy por Fran y Brahim. Sí, le imprimen más velocidad y profundidad al juego, pero ni le hacemos cosquillas al rival. No es posible que el Real Madrid, con el plantillón que tiene, no sea capaz de hacerle daño a un Barça con Casadó y Cubarsí (Yamal ya está en el banquillo) y con uno menos. Es inadmisible. Incomprensible. Y bochornoso.

La amarilla a Asencio también lo es, pero la verdad es que ni me importa.

La ingenuidad, el profundo amor que siento hacia este escudo, la costumbre de las remontadas o incluso la estupidez, no digo que no, me hacen pensar que en estos 9 minutos de añadido se puede producir un milagro. No hace falta que os diga que no es así.

El árbitro pita el final. 2-5. Euforia azulgrana. Un partido ilegal con jugadores ilegales. No deberían ni existir. Delinquiendo desde hace décadas. 30 años como poco. Puede que más. Aunque nos estemos enterando ahora. Y nosotros lo permitimos. Y les permitimos que nos orinen en la cara de esta manera.

La afición no se merece esto. No se merece un entrenador cobarde. Un entrenador que reacciona tarde, que no hace un planteamiento correcto y que permite este desastre.

Tenemos muchos jugadores lesionados. Algunos de ellos importantísimos. Pero tenemos alternativas. No podemos seguir con Lucas de lateral. No podemos seguir con Tchouaméni de central. Mendy no nos sirve. No es hoy, son muchos partidos. Y soy defensora acérrima del 14.

Si ya sabes que algo no funciona y te empeñas en seguir utilizándolo una y otra vez es negligencia. Es hacerlo mal a posta. Es querer perder. Y encima contra unos asquerosos. No se merecen que les hagamos este favor. No se merecen este título ni ninguno de los que ganen, que no tienen valor alguno porque deberían estar descendidos.

Una derrota muy dura, humillante, pero justa. Porque la hemos merecido. Momento de replantearse muchas cosas. Pero todos sabemos que todo va a seguir igual. Esperemos que no sea el único título que perdamos esta temporada, aunque en este momento se vea todo tan negro.

 

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