Una crónica de: @luismanper
Es un caso curioso el de Jude Bellingham en el Real Madrid, un jugador excepcional que a pesar de ser inglés salió de Inglaterra con 17 años para formarse en el Borussia Dortmund con el que estuvo a punto de ganar una Bundesliga al todopoderoso Bayern, que se la arrebató en la última jornada en un partido que el inglés se perdió por lesión y que ha sido uno de los finales de Liga más crueles desde aquellas infaustas Ligas perdidas en Tenerife, que traumatizaron a más de una generación de madridistas. Sin embargo, tras esa enorme decepción, el inglés llegó a Madrid deslumbrando y rompiendo esos clichés que dicen que todo crack que llega a nuestro equipo necesita un período de adaptación hasta el punto de que la irrupción de Bellingham en la primera vuelta de la pasada temporada ha sido una de las más fulgurantes que se recuerdan en el Real Madrid, pero desafortunadamente para todo el madridismo con el nuevo año 2024 se fue desvaneciendo lentamente esa sensación tan impresionante que nos dejó el inglés, que fue perdiendo el ritmo paulatinamente cuando encadenó una grave lesión de tobillo precisamente en un partido contra el Girona el pasado mes de febrero con la sanción por protestar ante el atraco que nos perpetró en Mestalla ese Gil Manzano con el que ayer nos volvimos a encontrar meses después, cuando Bellingham regresó ya no era el mismo que había asombrado meses antes aunque aun así le dio para marcar el gol que dejó la Liga sentenciada en el Clásico del Bernabéu del pasado mes de abril, luego llegó la Champions y la Eurocopa que como el propio jugador ha reconocido le dejaron tan exhausto que le ha costado varios meses recuperarse físicamente a lo que tampoco ha contribuido el continuo vaivén de posiciones en el que lo ha sumido Carlo Ancelotti, pero afortunadamente cuando el italiano decidió devolverlo a su sitio natural en la mediapunta el crack inglés parece haber vuelto por sus fueros hasta el punto que ayer contra el Girona marcó en su quinto partido consecutivo, lo que hace indicar la importancia capital que tiene en el esquema de juego del Real Madrid formando su columna vertebral junto a Valverde, Rudiger y Courtois.
Y eso que el partido de ayer empezó con malas sensaciones tanto con los precedentes del partido del miércoles en Bilbao en que fallaron los que nunca fallan (Valverde) y los que se están acostumbrando demasiado a fallar (Mbappé) como con el once titular en el que Ancelotti devolvió a la titularidad a Tchoaumeni y a Asencio al banquillo abusando de la paciencia de muchos de nosotros, con un once formado por Courtois en portería, Lucas y Mendy en los laterales con Rudiger y Tchoaumeni de centrales, Valverde en el eje del equipo flanqueado por Modric y Arda Guler, con Bellingham en el otro eje del rombo quedando la delantera para Mbappé y Brahim, que volvía a la titularidad tras la baja de Rodrygo que se quedó en Madrid con problemas musculares continuando la sangría interminable de lesiones que cada día nos desespera más.
Imagen: realmadrid.com
El comienzo del partido no ahuyentó los malos presagios cuando vimos como los atacantes del Girona pillaban la espalda a nuestros laterales dos veces en 5 minutos, pero afortunadamente no estuvieron acertados de cara a gol ni Bryan Gil que lanzó un misil que rozó la escuadra ante el que nada habría podido hacer Courtois ni Van de Beek que la envió a las nubes cuando lo tenía todo a favor, tras ese arreón inicial y con un viejo conocido (y espero que futuro soldado) Miguel Gutiérrez buscando las cosquillas a Lucas Vázquez, a quien Arda Guler intentaba ayudar con más corazón que cabeza, el Real Madrid fue haciéndose poco a poco con el control del partido imponiendo una presión alta que no todos acompañaban, lo que le costó una buena bronca por parte de Bellingham al jugador turco, pero esa tensión se convirtió en la espoleta que faltaba para lanzarse al área del Girona, primero con un aviso de Brahim en forma de trallazo desde fuera del área que despejó Gazzaniga, luego con el portero argentino regateando por partida doble a Mbappé sobre la línea de gol, hasta que a Bellingham se le acabó la paciencia y aprovechó un despeje defectuoso de Miguel Gutiérrez ante una gran jugada de Brahim en la que llegó hasta el área pequeña para poner el pase atrás, para fusilar a Gazzaniga y colocar el 0-1 poco antes del descanso, al que se llegó con el enésimo papelón de Gil Manzano que acabó amonestando a Ancelotti y a Mbappé, por reclamar una falta clamorosa que el jugador francés sufrió en el mediocampo.
Probablemente, el árbitro se arrepentiría de esa tarjeta amarilla que sacó Mbappé en cuanto empezó el segundo tiempo, pues el francés acabó fallando un mano a mano sabiendo que la jugada estaba ya anulada por una mano que a Gil Manzano le pareció demasiado fortuita para sacarle la segunda amarilla. Pero esa jugada no fue sino la demostración que el control total del partido era del Real Madrid, como poco después certificó Arda Guler marcando el 0-2 con un disparo cruzado solo ante el portero gracias al pase de tiralíneas que para entonces ya era el mejor del partido y eso que poco después pidió el cambio por unas molestias musculares derivadas de un golpe con un rival, que según Ancelotti no tendrán relevancia más allá de hoy.
Imagen: realmadrid.com
Enseguida salió Ceballos en su lugar y poco después llegó el tercero con un fantástico pase de Modric al desmarque de Mbappé, a quien por fin le llegó un balón limpio que mandó a la jaula sin contemplaciones por debajo de las piernas de Gazzaniga para cerrar un partido, que pedía a gritos reservar a los jugadores clave del equipo ante el importantísimo partido del martes contra el Atalanta, pero como los designios de Ancelotti son inescrutables, no fue hasta el minuto 80 cuando sustituyó a Valverde, Mbappé y Mendy (este último también con problemas musculares que a él sí le harán perderse el partido de Champions intersemanal) dando entrada a Asencio para devolver a Tchoaumeni al mediocampo, a Endrick que se llevó una tarascada al poco de entrar por un empujón en un balón dividido en la frontal del área que le hizo chocar con el portero dejándolo mareado y retirado del campo antes que el árbitro pitara el final, y a un Fran García al que no queda otra que encomendarse para que en el partido de Bérgamo esté más inspirado que el pasado miércoles en San Mamés (aunque creedme que eso no es tan difícil), la guinda del pastel la puso Ancelotti sustituyendo a Arda Guler para dar entrada a un juvenil como Dani Yáñez, quien está siendo la sensación del juvenil de Arbeloa en la Youth League y que aprovechó que Gonzalo y Chema se habían caído de la convocatoria por haber terminado con molestias en la derrota del Castilla en Murcia para debutar con el primer equipo con apenas 17 años.
Tras esta victoria que nos deja a 2 puntos del Barça con un partido menos, el Real Madrid debe centrar todos esos esfuerzos en esa difícil visita a Bérgamo para enfrentarse a un Atalanta que ha ganado 12 de sus últimos 13 partidos y en la que el Real Madrid está obligado a ganar para no quedarse fuera incluso de los 24 primeros puestos de esta Champions que dan opción de jugar esa especie de repesca que se han inventado en este formato tan extraño de competición. A tiempo estamos de solucionarlo en los 3 partidos europeos que nos quedan de primera fase.