CRÓNICA | El tapado: Sevilla 1 – 2 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Llegaba el Real Madrid al Sánchez Pizjuán en la penúltima jornada de esta Liga, en un partido en que no se jugaba nada trascendental, el segundo puesto los madridistas y la posibilidad de entrar en competición europea, los sevillistas. Ancelotti, dadas las bajas que tenía en la delantera, montó un equipo basado en centrocampistas, con Tchouameni, Kroos, Modric, Valverde y Ceballos por detrás de Rodrygo, al menos en teoría. En defensa, Lucas Vázquez, Militao, Alaba y Mendy y, en la portería, Courtois.

Entró el Sevilla mucho mejor al partido, más intenso, presionando mucho arriba y llevándose casi todos los balones divididos. El Madrid trataba de sacar el balón jugado, pero el cuadro de Nervión apretaba aquí y allá, y recuperaba muy pronto, con opciones de peligro. Fíjense si será cierto que, en el minuto 3, un balón a la espalda de Lucas, permitió a Acuña dar un pase muy peligroso al corazón del área. Kroos consiguió sacarlo tirándose al suelo, pero la pelota le llegó a Bryan Gil, que chutó a puerta; el remate fue rechazado por Militao a duras penas, y la pelota llegó a Rafa Mir, que volvió a pegarla y batió a Courtois, poniendo en ventaja a los sevillistas.

A partir de estar por debajo, el Madrid fue reponiéndose, quitándose poco a poco las vendas y la escayola. El Sevilla seguía apretando, pero iba perdiendo intensidad, mientras los visitantes, vestidos de morado claro, iban ganando terreno, pero sin encontrar espacios. Cerca del cuarto de hora, un gran pase en profundidad de Ceballos para aprovechar un buen desmarque de Lucas Vázquez habilitó al gallego para poner un pase horizontal fantástico, que Rodrygo remató fuera por poco, quizá por bisoñez, quizá por pesimismo, pensando que el central sevillista lo impediría.

Siguió el dominio creciente del Madrid, cada vez más cerca de la portería de Bono, pero las dificultades para encontrar espacios, por la superpoblación del territorio sevillista, no permitía que fuera más allá de un control sin traducción efectiva. El ritmo era lento, el equipo madridista movía el balón de un lado a otro, con paciencia, pero sin encontrar un solo hueco para generar ocasiones. El Sevilla, además de estar centrado en impedir las evoluciones visitantes, salía con peligro en algunos momentos, pero sus llegadas no acababan en nada más peligroso que remates desviados.

Imagen: realmadrid.com

Poco antes de la media hora de juego, una falta de Lamela sobre Tchouameni supuso una especie de concilio de jugadores madridistas en torno al balón para ver quién tiraba la falta directa. Kroos, Valverde, Alaba y Rodrygo andaban por allí, y hasta el último momento no supimos que el elegido sería el menino brasileño de los calcetines con pólvora. Con esa naturalidad pasmosa que pone en la mayoría de las cosas que hace, Rodrygo mandó el balón, con un chut seco y firme, al fondo de la red, al lado del portero, que se había movido hacia el otro.

El empate abrió otra vez el partido, y el Sevilla volvió a apretar en la presión, buscando maneras de alterar el resultado. En el minuto 35, una buena jugada de los locales acabó con un remate de Lamela al poste, y fue el propio argentino el que volvió a tener otra oportunidad antes del descanso, pero volvió a fallar. Y, con este acoso final de los palanganas, se terminó una primera mitad con poco fútbol y los goles justos. La segunda, a diferencia de la primera, comenzó con una ocasión de Rodrygo anulada por fuera de juego, en la que estuvo a punto de marcar el joven brasileño.

Aunque hubo un par de llegadas de los sevillistas a continuación, con remates de Rafa Mir y Rakitic que salieron desviados, cada vez iba dando más sensación de que los locales bajaban la intensidad, y el Madrid iba imponiendo su juego. A esto acabó de contribuir que saliera Fede Valverde del campo, que sigue siendo una triste fotocopia del futbolista que nos encantó en la primera parte de la temporada, y que entrara Camavinga, que puso algo más de movimiento y dinamismo en la medular madridista.

Una ocasión, rematada arriba por Alaba tras un saque de córner rápido de Kroos para Rodrygo, dio paso a un tramo de insistencia del Sevilla, pero bastante improductivo. El Madrid se replegó con orden, esperando a su momento, y Ancelotti introdujo otro cambio, dando entrada a Álvaro por Mendy, algo que reconfiguró por completo al once visitante, con Rodrygo más tirado a la izquierda, Camavinga como lateral y Ceballos por el flanco derecho. Apenas unos minutos después, llegó la jugada decisiva del partido.

Imagen: realmadrid.com

Una falta lateral a favor del Sevilla, enviada al área de Courtois, permitió al conjunto madridista salir al contraataque: el rechace le llegó a Rodrygo, que jugó en corto para Modric y éste, a su vez, para Kroos. No sabemos si el mariscal alemán tiene unos prismáticos incorporados en su nervio óptico gracias a la genética, o si su manera de divisar el horizonte en mitad del campo de fútbol es un aprendizaje de los bosques de la Selva Negra. El caso es que puso un pase de 40 metros, preciso y precioso, al espacio al que ya estaba corriendo Rodrygo como un tiro, acompañado a los lados por Álvaro y Camavinga, y el menino brasileño se plantó, frente a dos defensas y el portero, en la frontal del área.

Y el menino con los calcetines llenos de pólvora, con el reloj que le había prestado Kroos, paró el tiempo, regateó hacia un lado, regateó hacia el otro, y con un toque suave, con el interior de su bota derecha, envió la pelota a las mallas, demostrando que no necesita que los focos se proyecten sobre él para saber que es un crack de esto del fútbol. Es el tapado, el chico que llegó a la sombra de muchos otros, pero que va, paso a paso, temporada a temporada, construyendo su leyenda en el mejor equipo del mundo.

El 1-2 generó una reacción plena de intensidad y, en algunos casos, agresividad por parte del conjunto sevillista. Acuña protestó, Oliver Torres protestó, pero es un hecho que estaban pegando más de lo normal, en aras de la “intensidad”. Entraron Nacho y Rudiger por Lucas Vázquez y Rodrygo, y el Madrid volvió a recomponerse de nuevo. Y, en el minuto 83, una entrada tremendamente violenta de Acuña a Ceballos, en que afortunadamente le dio sólo de refilón con la plancha, acabó con el lateral argentino en la ducha, expulsado, y un amago de tangana que no llegó a mucho más, aunque Nacho se llevó una tarjeta por su entusiasmo participando.

Desde ahí hasta el final, el Madrid controló el juego, con Kroos y Modric manejando la posesión con oficio, Ceballos escuchando silbidos cada vez que tocaba la pelota, y una última oportunidad de Rudiger que salió desviada. Con esta victoria, el Madrid aproxima más la posibilidad de mantener el segundo puesto, además de recuperar algo la autoestima perdida en las últimas salidas. Y, sobre todo, toma conciencia de que ese chico que vino casi a escondidas, el mismo año que Joao Felix costó 125 millones, el mismo verano que llegaron Hazard o Jovic, como un tapado, era una apuesta de futuro fantástica. El menino de la pólvora en los calcetines sigue creciendo, aunque nadie parezca darse cuenta…y hay mucho del futuro del club en esos calcetines.