CRÓNICA | Días raros: Real Madrid 2 – 1 Rayo Vallecano

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Estos partidos finales de una Liga agonizante, y con más interés por ver quién se salva que quien triunfa resultan un peñazo, además de un riesgo para que pueda ocurrir alguna desgracia innecesaria. Ancelotti plantó en el campo para recibir al Rayo, en un partido intrascendente, jugado a media tarde en un día laborable, un once digno, con Courtois; Carvajal, Nacho, Alaba, Rudiger; Camavinga, Kroos, Modric, Valverde; Benzema y Rodrygo.

Alguien me dirá que por qué pongo a Valverde en el centro del campo, cuando aparentemente estuvo jugando en la posición de falso extremo derecho. Si les digo la verdad, no sabía dónde ponerle, porque desde que acabó el Mundial, nuestro Fede se ha convertido en una mala réplica de ese volante que llegaba al área con contundencia y recorría kilómetros ayudando con presteza a sus compañeros. Me temo que es él el que no se encuentra a sí mismo, quien sabe por qué.

A Benzema sí le pongo donde se supone que juega, pero hay que decir que esta tarde ha vuelto a preocupar a la parroquia, primero por andar renqueando toda la primera parte, y luego porque no le sale casi nada, aunque haya marcado un –buen- gol. El tipo que se ganó el Balón de Oro en base a tres virtudes, el gol, el control y la frialdad, parece que solamente mantiene la última, y que se le han escapado las otras dos: lento, pesado, sin encontrar la grieta en la defensa rival, ni el camino al gol, que parecía que se le presentaba abierto de par en par hace apenas un año. No sabemos si será la edad, cuyo paso es inexorable para todos, la saturación de la alta competición, que a todos les alcanza, o los problemas físicos que arrastra desde septiembre. El caso es que no es el que fue el año pasado. Y eso nos apena.

Imagen: realmadrid.com

La primera parte, que se me está olvidando contar el partido, la verdad es que fue entretenida, con mucho movimiento, ritmo, ida y vuelta, el Rayo atrevido y bien plantado, y mantuvo al Madrid despierto, especialmente tras alguna pérdida de balón en la salida desde atrás, que obligó a los centrales a mostrarse ágiles y hacendosos. Tanto Nacho como Alaba fueron de lo mejor del Madrid, junto con Toni Kroos, hoy liberado de las obligaciones del 5, que recayeron sobre Camavinga. A la media hora de partido, llegó la jugada que permitió adelantarse al Madrid.

En un salto para cabecear al lanzamiento de un córner, un defensa del Rayo desplazó a Nacho, que golpeó involuntariamente con el brazo a Isi Palazón, que andaba por allí, mientras un defensa rayista despejaba y el balón le caía a Carvajal, que controló sin rivales cercanos. Gil Manzano paró el partido para que se pudiera atender a Isi, y lo mandó reanudar cuando vio que el centrocampista vallecano estaba recuperado, con un balón a tierra que entregó al Madrid, poseedor cuando se paró el juego. Kroos, según tocó el balón el suelo, dio un pase vertical a Benzema, que controló, se giró y se la entregó a Valverde. El uruguayo le devolvió la pelota al hueco, con precisión, y el galo rompió entre los dos centrales rayistas, regateó al portero y marcó el 1-0.

No está muy claro a qué se debieron las protestas del Rayo, quizá a que pensaban que el balón debería haberles sido entregado a ellos, o a que alguno de sus jugadores estaba escribiendo una postal a su novia aprovechando el parón, el caso es que no les sirvió de mucho protestar. Hasta el descanso, el Madrid tuvo un par de tramos primorosos de control del juego, con posesiones muy largas, pero con la efectividad de un ciego jugando a los dardos.

Imagen: realmadrid.com

Tras el intermedio, el partido sufrió un bajón notable. Ni el Rayo apretaba con el entusiasmo anterior, ni el Madrid jugaba rápido buscando darle matarile, con lo que se hizo todo bastante más tedioso que en el primer tiempo. Los ataques eran muy puntuales por parte del equipo de Vallecas, y bastante torpes por parte del madridista, lentos en la transición y burdos en la circulación, salvando a Kroos, que no conseguía que el resto hiciera un juego tan fluido como él proponía. No vayan a creer que no había ocasiones, que las hubo. Pero a todas llegaban los rematadores como si fueran cargando con sacos terreros a la espalda, tarde o mal. Siendo honestos, tendríamos que salvar de esta quema a Rodrygo, que rindió su particular homenaje a su compañero Vinicius haciendo lo mismo que él: no dejando de intentarlo, saliera mejor o peor. Y, cuando conseguía que le saliera bien, el problema es que no encontraba a un cómplice que le acabara de ayudar a rematar la faena (o el balón).

Los cambios en los dos equipos, especialmente en el cuadro visitante, fueron modificando las estructuras, pero no los resultados, aunque el Rayo empezó a salir con algo más de descaro. Y, en el minuto 84 de partido, una jugada por el lado izquierdo del ataque rayista obligó a la línea defensiva del equipo local a estirarse; Nacho salió a cerrar al lateral, y el balón le llego a Raúl de Tomás, excanterano del Madrid, que había salido un rato antes, y que llegaba en racha goleadora. Cruzar esas dos variables, automáticamente, desencadena la llamada maldición del ex, es decir, que RDT largó un remate duro y seco, con el único obstáculo defensivo en forma de Tchouameni, que decidió apartarse, y batió a Courtois estableciendo el empate.

Fue a raíz del empate rayista, y no antes, cuando el Madrid pareció experimentar la reanimación después de un segundo tiempo de anestesia. Para entonces, ya estaba Camavinga como lateral izquierdo, habiendo salido del campo Rudiger, con molestias, ya estaba Ceballos triscando por el césped en lugar de Valverde, y, como han podido leer más arriba, ya estaba Tchouameni como medio centro, tras sustituir a Modrić, otro de los que nos tiene preocupados porque no parece él. Con esa configuración, el equipo blanco se lanzó sin reservas a por la portería del Rayo, dejando espacios pero buscando sangre.

Imagen: realmadrid.com

Y, a falta de un minuto para llegar al 90, una jugada de combinación frente al área rayista acabó llegando a Rodrygo, algo escorado a la izquierda. Y el menino se desplazó lateralmente buscando el centro, vio el hueco entre los dos centrales y, como si fuera una cosa natural y sin mérito, algo que llevara haciendo toda la vida, colocó con suavidad, utilizando el interior de su pie derecho, un remate raso que superó a Dimitrievski y se alojó en el fondo de las mallas, mandando el 2-1 al marcador. Luego el Madrid volvió a intentarlo un par de veces, y estuvo cerca de ampliar la ventaja, pero a Ceballos le paró un buen remate el portero rayista, poco antes de que el árbitro diera por finalizado el encuentro.

He dejado para el final, de manera deliberada, el homenaje que la plantilla madridista le brindó a Vinicius, saliendo todos con la camiseta con el dorsal 20 al campo, o el del público, coreando el nombre de Vinicius. Podríamos añadir que el equipo de baloncesto calentó con el 20 también, o que el femenino, triunfador en la semifinal de la Copa de la Reina, también saltó al campo con ese dorsal en sus camisetas. Pero, probablemente, el mejor resarcimiento al extremo brasileño fue que el equipo no dejó de intentarlo, con más o menos fortuna, hasta el final, y acabó ganando. Aunque solamente sea por cuidar el amor propio, ganar es lo que mantiene vivo a este club. Y es el mejor homenaje. Incluso en los días raros.