Una crónica de: @MiedoEscenico2
No me pidan que haga una crónica al uso. Lo que ha ocurrido hoy en Mestalla trasciende el mundo del fútbol y se coloca, por derecho propio, en el podio de la ignominia. Tras muchas denuncias sin consecuencias sobre los gritos racistas a Vinicius, se tuvo que parar un partido durante diez minutos porque un descerebrado, un imbécil, un tonto de capirote, le insultó de nuevo, en medio de ese caldo de cultivo tan español que afecta a la corrupción, a las trampas deportivas o a cualquier otro asunto moralmente reprobable: tranquilos, que aquí no pasa nada. En este caso, por el enésimo insulto racista.
A mí los que dicen que no es racismo, que es otra cosa, con perdón, me la bufan. Hay un pulso racista, xenófobo, contrario a la convivencia, anidado en la sociedad española, y asoma a la primera ocasión. Y Vinicius lo lleva soportando demasiado tiempo, con una gran parte de la sociedad, de las instituciones deportivas y de los ejecutivos de los clubes mirando para otro lado. Pero, especialmente, por parte de los medios de comunicación: esta misma noche, los locutores y comentaristas que retransmitían el partido para Movistar Plus decían, al término del partido, que ellos no habían oído nada, quizá por los auriculares, el ruido ambiental, qué se yo, cuando hubo momentos en que el campo de Mestalla entero gritaba “mono, mono” al delantero brasileño. Esos, cuya profesión consiste en informar al resto de la sociedad de lo que pasa, llevan demasiado tiempo dulcificando, matizando, infravalorando y escondiendo lo que viene ocurriendo en la mayoría de estadios donde juega el Real Madrid. Esos, junto con los árbitros, bajo sospecha desde hace meses, son los principales culpables de que la podredumbre de esta sociedad y de nuestro fútbol no se limpie.
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Respecto al partido, basta con contarles que el Madrid perdió. Que encajó un gol en mitad de una primera parte inoperante y falta de actitud, como reconoció después del partido el propio Ceballos. La segunda, tampoco se vayan a creer, no fue mucho mejor, pero al menos el equipo mostró algo de amor propio y quemó todas sus naves tratando de ganar el partido. Del arbitraje de De Burgos Bengoechea mejor lean la Crónica Arbitral de @cubelas13, que yo no tengo estómago. Solamente decir que es la cuarta vez que arbitra al conjunto blanco esta temporada, cuando hay árbitros que todavía no lo han hecho, y quedan tres jornadas. Que la corrupción sigue estando presente en el sistema de designación es una evidencia como el sombrero de un picador.
El partido terminó en el minuto 106, y el Real Madrid acabó en el área contraria, jugando con un jugador menos. Vinicius fue expulsado por quitarse con un golpe la presa que le estaba haciendo en el cuello Hugo Duro, que no vio tarjeta alguna. Fue en el contexto de una tangana tras una jugada en la que Vinicius probablemente se equivocó, y acabó en mitad de una meleé con los del Madrid sujetando al portero valencianista, y los chés agarrando el cuello de Vinicius. Se supone que para separarlos. El caso es que todo eso vino después del incidente del que hemos hablado al principio de esta crónica, diez minutos de interrupción finalizados con un episodio que retrata a la morralla que había en el estadio levantino. El speaker recordó al público que no está bien eso de proferir gritos racistas, y el público le respondió con abucheos.
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Perdonen que no haya contado gran cosa del partido, y que diga esto así, pero a ver si se acaba pronto esta competición, manchada de mierda hasta las trancas, y se acaba también la sombra de sospecha que rodea a los arbitrajes, a los que dirigen el arbitraje, a los que dirigen la Liga, a los que tienen la obligación de informar de ellos, y se limpia todo esto de una puñetera vez. Porque el hedor es irrespirable, y no hay peor sensación que la de que el fútbol español esté podrido de corrupción en los pisos superiores, y de racismo sin castigo en los de abajo.