CRÓNICA | Interludio deprimente: Real Sociedad 2 – 0 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Llegaba el Real Madrid a la última etapa de este viaje sin sentido en que se ha convertido la Liga, antes de los partidos decisivos de la temporada. Se presentaba en Anoeta con ausencias por sanción, como las de Camavinga y Vinicius, por lesión, como las de Mendy y Modric, y por precaución, como las de Alaba y Benzema. La presencia de cuatro canteranos en la convocatoria animaba a imaginar algo diferente, pero Ancelotti decidió que saltaran al césped de Anoeta Courtois bajo los palos, una defensa formada por Carvajal, Militao, Rudiger y Nacho; el medio campo compuesto por Tchouameni, Kroos y Ceballos, y una línea de ataque con Asensio y Rodrygo por las alas, y Mariano en el puesto de ariete, para demostrarnos que, del puesto a la función, hay mucho trecho.

Los primeros diez minutos fueron del Madrid, con la Real presionando mucho y bien, y el equipo blanco, esta noche de negro, moviendo la pelota con criterio y paciencia hasta encontrar lugares por los que horadar la defensa donostiarra. Rodrygo asaltaba a Gorosabel, que no podía con él, y era casi el único recurso ofensivo visitante en jugada. A balón parado, un buen cabezazo de Militao, a saque de córner de Kroos, obligó a Remiro a una gran estirada, a los 8 minutos de encuentro.

El tramo siguiente fue de la Real, con Kubo haciendo daño a Nacho por la banda, gracias al apoyo de Sorloth, y el conjunto local tuvo un par de llegadas peligrosas, finalizadas con un remate de Silva que rechazó Courtois, y otro de Sorloth ante el que Militao pudo anticiparse por centímetros, despejando a córner. También hubo una penetración en el área de Oyarzábal, cortada entre Militao y Carvajal, con un más que probable penalti del brasileño que el árbitro no consideró como tal.

Imagen: realmadrid.com

El resto de la primera parte solamente sirvió para ver al Madrid sacando contraataques que no llegaban a nada, bien porque Rodrygo estaba abandonado como un náufrago en una isla desierta, porque Asensio fue el de las noches oscuras, o porque Mariano fue Mariano, con nula participación en el juego de ataque y esporádicas apariciones tan trascendentes como una burbuja de jabón en un congelador industrial. En el medio, Ceballos, en una versión floja, no tenía un peso significativo en el juego madridista, Kroos trataba de ordenar algo al equipo, aunque tampoco es que se moviera nadie, y Tchouameni iba ganando a cada minuto confianza y presencia, pero es que con medio equipo no se puede hacer gran cosa. Otro remate de cabeza de MIlitao, picado, que salió cerca del palo, fue lo único reseñable antes del descanso, en términos ofensivos.

Al minuto de la reanudación, un resbalón de Militao para salvar la presión de Sorloth alteró al central brasileño lo suficiente como para que pusiera un pase para Courtois que llegó más cerca de Take Kubo que del belga, así que el japonés agradeció el regalo, remató según le vino y marcó el 1-0, sin celebrarlo. Eso pareció activar algo al Madrid, que tomó el control del partido, por decir algo, porque era más la intención que el acierto lo que dominaba su juego.

En el minuto 59, imagínense cómo había jugado, Ancelotti retiró del campo a Mariano con su cesta de huevos, y metió a Álvaro Rodríguez para que hiciera lo que no había hecho el otro. Un minuto después, Carvajal vio la segunda tarjeta amarilla por una falta inexistente, tras haber visto la primera por reclamar una evidente tarjeta que no vio Oyarzábal, que le acababa de hacer una falta. Lucas Vázquez entró por Kroos en el minuto 64 para recolocar la defensa, y el Madrid se encomendó a resistir atrás y cazar alguna arriba, una vez en inferioridad. El centro del campo no generaba nada, el ataque seguía intrascendente, y la defensa hacía lo que podía para evitar más desgracias. Vamos, la Unidad B pareciendo la Unidad H. De horrible.

Imagen: realmadrid.com

Ancelotti veía otra amarilla por protestar una tarjeta no mostrada a la Real, en otra jugada calcada a la que había supuesto amonestación para Carvajal. Ya saben, a esas alturas de partido, el Madrid llevaba 5 faltas, y la Real Sociedad, 12, pero el conjunto visitante llevaba el triple de tarjetas que el local, dos de ellas por protestar y la otra por una falta que no fue: la sombra de Negreira es alargada. Courtois paró en el minuto 80 una falta indirecta desde la frontal, que había cometido Ceballos, por cuya protesta también vio tarjeta.

A falta de diez minutos, quizá tarde, Ancelotti introdujo el cambio que cualquier madridista con sentido común esperaba: Arribas, por un absolutamente inoperante Marco Asensio. El partido estaba todavía abierto, pero Barrenetxea aprovechó, en el minuto 85, para acabar de cerrarlo: recibió un pase de Silva en largo, recortó hacia adentro y remató, duro y raso, con suerte, entre las piernas de Lucas y pegado al poste, haciendo subir el 2-0 al marcador.

De ahí al final, una tarjeta más para Nacho y otra para Rodrygo, y una sensación de notable impotencia en el equipo madridista, incapaz de crear peligro y asaeteado por el criterio del canario Pulido Santana. Un último remate de MIlitao, en el área pequeña, en el minuto 92, tampoco sirvió de nada, como el cabezazo de Álvaro en la jugada siguiente, en un último empujón, sin cerebro ni premio. El pitido final se agradeció, acabando así este deprimente interludio previo a la final de la Copa del Rey, que esperamos que tenga un desenlace mejor que el dislate de esta noche. Ahí estaremos.