CRÓNICA | Rarezas y espinillas: Al Ahly 1 – 4 Real Madrid

Una crónica de: @Mrsambo92

Aire fresco al salir de la liga española. No lo digo yo, lo dicen ellas. En una entrevista en exclusiva al Diario de Mou, las espinillas madridistas confirmaron a nuestro jefe que se sienten más protegidas, seguras y menos golpeadas cuando viajan al extranjero. No se quejan, saben lo que hay, pero ante las incisivas preguntas de Toni explicaron su sentir, que es el de muchos madridistas. 

Allí nos fuimos, con intención de provocar, para ver si nos traemos el Mundialito contra unos equipos que quizá me deberían sonar, pero que no me suenan. Son el orgasmo de los panenkitas, que seguro os destacarán al extremo derecho, El Shahat, creo, ese que ha amargado el día a Camavinga, pero a mí, como a Dory en “Buscando a Nemo”, se me olvidará un poco antes de terminar esta crónica. No os creáis, es algo que me hace feliz, porque el próximo año, cuando volvamos a enfrentarnos a ellos, será como la primera vez, que diría Madonna. 

Ha sido otro típico partido de Mundialito del Madrid, que tiene un estilo propio para cada competición. En Copa deciden eliminarse a menudo, en Champions les mola la cosa, como generalmente en Liga, y aquí les van los partidos raros. Partidos de superioridad aplastante donde, id vosotros a saber, comienzan a ponerse de los nervios, como cuando te pica una pierna y no puedes rascarte, hasta el punto de ver el infierno a tus pies. 

Cierto es que al Madrid eso de andar con fuego es lo que le gusta. Es como el que ha vivido demasiado, está tan de vuelta de todo que ya sólo le pone la depravación máxima, los retos extremos. A veces parece que al Real Madrid el fútbol le aburre si no hay alicientes competitivos que le provoquen. Le aburre porque se ha pasado el fútbol varios cientos de veces, claro. 

La primera parte fue así, aunque más tranquila. Control absoluto, posesiones larguísimas, pocas ocasiones y algún sustillo en contra. Tuvo un par de ocasiones el equipo egipcio, que descubrió que por el lado de Camavinga, que no recibía ayudas y además tendía a descolocarse yéndose al centro, podía aprovechar alguna. Un remate desviado, otro alto de cabeza, una parada de Lunin y alguna otra aproximación, desvelaban además nuestra debilidad defensiva, aunque no se presionó mal y se recuperaron innumerables balones para no hacer mucho con ellos. 

Nosotros, salvo ese dominio posicional y alguna aproximación al área, sólo respondimos pasada la mitad de este primer tiempo, cuando nos llevamos los susticos. 

Imagen: realmadrid.com

Vinicius, en una de las múltiples recuperaciones, la tuvo cerca, pero su remate salió desviado. Lo mismo pasó con Rodrygo, que, tras robo y brillante jugada individual, la picó al palo. 

Al final Vinicius, en otra presión efectiva, logró marcar con una perfecta vaselina. Vini, junto a Kross y Rodrygo, fueron de lo más potable. 

La cosa parecía hecha, pero con el Madrid esto es lo peligroso. Y más peligroso fue que marcáramos el segundo nada más comenzar la segunda parte. Gran pase de Modric a Rodrygo que definió algo inocentemente; el rechace del portero lo aprovechó Valverde, que sigue intentando recuperar sensaciones (esperemos que esto le venga bien), para remachar a puerta. 

No tardó en desquitarse Fede, que con un pase al contrario regaló una clara ocasión a nuestro rival, pero lo cierto es que el pescado parecía vendido… para todo aquel que no conozca al Madrid. 

El control era absoluto y, quedando media hora había jugadas donde ellos ya ni bajaban… la goleada se venía… Así que, hicimos un penalti para darle salsa al asunto. Alguien tenía que tomar esta responsabilidad, que muchas veces cae en Carvajal, pero hoy recayó en Camavinga. El chaval, en un derroche de personalidad, cometió el penalti tragándose un recorte sencillo dentro del área. Ha sufrido el francés, que venía haciéndolo muy bien en esta posición, pero que hoy ha sido de lo peorcito. Supongo que en el vestuario sacará pecho diciendo: “Tuve que hacerlo yo, estaba siendo muy fácil y nadie tomaba la decisión”. 

Con el gol del equipo egipcio llegó el caos. Un correcalles absurdo donde la inseguridad, la precipitación, las malas y erráticas decisiones y la falta de control dieron vida a un equipo que había puesto el lomo para su ejecución. Y es que Camavinga quería más, otra pérdida suya concedió una nueva ocasión, que hubiera supuesto el empate. Ya teníamos nuestro clásico partido de Mundialito, que de la facilidad nos lleva a la prórroga. Lunin detuvo otro remate a la salida de un córner. 

Imagen: realmadrid.com

Es justo decir que a Vinicius le hicieron un penalti clarísimo, al menos así me lo pareció, pero al tener un VAR codificado no pitó ni el árbitro ni la sala… Aún me preguntó cómo es posible… Por fortuna sí nos pitaron el siguiente (pagarían la suscripción), aunque tuvo que ser el VAR, porque el árbitro tampoco vio nada. Los dos a Vinicius, por supuesto. Modric, como buen veterano, dio la cara y también lo falló en solidaridad con Camavinga. 

Ceballos entró para poner un poco de orden, Kross salió del campo. El equipo volvió a venirse arriba. Modric cogió el mando tras su fallo y comenzamos a recuperar constantemente. Rodrygo la tuvo, pero la envió arriba. Ese remate fue el telonero, ya que, en la siguiente, el equipo se marcó un jugadón tremendo que terminó con asistencia de Ceballos y perfecta definición del brasileño. Puro fútbol sala para recrearse. 

Con el partido finiquitado concedimos otro regalito en defensa, pero ya con menos incidencia… 

Luego entraron Odriozola y Mariano, para que los vieran en casa, más Arribas, por Rodrygo, Modric y Vinicius. Arribas, en el primer balón que tocó, ya que le dieron 30 segundos de juego, marcó el cuarto. Sí, 1-4. Quién lo iba a decir… 

Total, que, cubierto el expediente, recuperando pulsaciones con los regalitos porque parecía que padecíamos de anemia, nos plantamos en la final, que seguramente nos deparará emociones fuertes también. 

Nos gusta lo raro, lo extremo, el competir al límite… y las espinillas sanas.