Una crónica de: @Datemus
Tercer partido del Castilla en su liguilla para optar a los puestos de play-off. Con el Badajoz y el Sanse muy lejos, la pelea por la tercera plaza se antoja a cara de perro y nuestro filial, tras haber perdido contra el líder destacado del grupo, tenía una cita vespertina como local ante otro aspirante a la plaza en disputa.
Raúl recuperaba a Miguel Gutiérrez y a Dotor, y optó por una alineación ya casi clásica, formando con dos puntas. Miguel se iba al lateral izquierdo, desplazando a Pablo Ramón a su posición natural, donde hizo de pareja de Gila como defensas centrales. Sergio Santos cerró la línea de atrás por la otra banda. La medular fue para Blanco, Dotor, Hugo Vallejo y Sergio Arribas. Hugo Duro y Juanmi Latasa fueron los delanteros.
El partido empezó siendo un auténtico tostón. El Talavera armó una jaula en la que su rival se coló hasta el fondo, y le hizo sudar tinta para progresar con la pelota. El Castilla se veía incapaz de encontrar la clave del cerrojo, aunque sin balón no pasaba ni el más mínimo problema para defenderse, haciendo gala de orden, disciplina y sacrificio. Los toledanos rascaban en cada acción de lo lindo, y pareciera que al árbitro cada tarjeta mostrada le costara dinero. Fueron veinte minutos de contener la respiración para que no llegara ninguna pérdida en posiciones peligrosas que nos costara, como el domingo pasado, jugar todo el encuentro cuesta arriba. Hugo Vallejo fue el único faro en medio de la penumbra pero, sin compañeros que se sumaran, los visitantes se encontraron en su salsa. En el 16’, llegó el primer balón del Castilla con cierto peligro, cuando Miguel centró desde la izquierda y Latasa cabeceó desviado. En el 19’, el primer disparo a puerta, realizado por Hugo Vallejo desde la frontal de área, flojo y centrado. En el 23’, una falta sacada por Miguel Gutiérrez desde la frontal se coló entre la indisciplinada barrera y se fue a córner por muy poco.
Imagen: realmadrid.com
Liquidada la primera mitad del primer periodo, comenzaron a aparecer otros futbolistas del Castilla: Miguel Gutiérrez, Blanco, Arribas e incluso Hugo Duro comenzaron a participar, a combinar y a imprimir cierta velocidad a una pelota que se había desplazado como una tortuga reumática hasta entonces. El juego blanco lo notó mucho y fue mejorando con el paso de los minutos aún más. Tras la decepción de Badajoz y el preocupante inicio, allí estaban nuestros chicos de nuevo, mostrando la personalidad que les ha llevado hasta aquí.
Las llegabas al área se iban haciendo más frecuentes, pero no fue hasta el 37’ en que llegó la primera gran ocasión: un saque de falta de Arribas, con su habitual maestría, fue desperdiciado por un pésimo remate de Pablo Ramón que, sin quererlo, envió a su vez una asistencia a Hugo Duro en el segundo palo. El ex del Getafe ni se imaginaba que la pelota le iba a llegar allí y no tuvo tiempo para mandarla, completamente solo, al fondo de la portería.
Aunque no existiera una acumulación continua de ocasiones, los chicos de Raúl seguían haciendo más méritos para adelantarse en el marcador. En el 43’, llegó la última gran ocasión de la primera parte gracias a una espectacular combinación entre Arribas y Blanco que, desmarcándose y pisando área, volvió a dejar de primeras para el interior diestro merengue. Sergio se la cedió entonces, con su característica habilidad para combinar de primeras con los pases decididos ya antes de recibir, a Latasa en la frontal. Lamentablemente, el disparo del ariete, en muy buena posición, se marchó desviado.
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¿Qué nos trajo la reanudación? Pues un Castilla aún más decidido a dominar el encuentro. Los nuestros se adueñaron definitivamente de la medular y comenzaron a llegar al área, especialmente por la izquierda, donde se juntaban Miguel y Hugo Vallejo con tanta prolijidad y talento que incluso Arribas dejaba su banda para venirse a unir a la fiesta zurda.
Aunque las jugadas no se tradujeran en disparos a puerta, llevaban peligro intrínseco y si no se puede completar una relación más exhaustiva de ocasiones hasta al minuto 60’, fue por el desacierto del filial bien en el último pase, bien a la hora de encontrar un rematador bien colocado en boca de gol.
Al borde de finiquitar los primeros dos tercios de encentro, el Castilla sale en una contra rapidísima desde su campo. La pelota le llega a Hugo Vallejo con mucho espacio y la marca del central Tomás Bourdal. El ex – deportivista está siendo el mejor jugador del Castilla en esta fase y, lo que nadie le puede discutir, es que no hay uno contra uno que rehúya en cuanto detecta la ocasión de estar en condiciones de intentarlo. Dicho y hecho: el chaval se fue a por el defensor manchego, le amagó hacia dentro y se fue para fuera. La cintura del defensor talaverano trató de seguir la misma trayectoria, moviéndose hacia dentro inicialmente, pero corrigiendo hacia fuera de inmediato. El proceso de deceleraciones y aceleraciones precisas para acompasar la acción terminaron por convertirse en un sistema dinámico de fuerzas que puso a prueba la resiliencia, el límite elástico y el área transversal de cada uno de los huesos que componen la cadera del bueno de Bourdal. Como resultado, su cintura se hizo añicos, quedándole como única opción la de derribar a su par dentro del área. El penalti fue de enciclopedia, por mucho que los jugadores visitantes trataran de convencer al árbitro de que fue fuera del área. El propio Hugo Vallejo se fue a por la pelota con decisión y lo convirtió, tras esperar con sangre siberiana, al movimiento del meta rival para ponérsela al otro lado. 1-0 tras una hora de encuentro.
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El Talavera reaccionó con valentía: se fue hacia arriba con mucha determinación, adelantando todas sus líneas para presionar la salida del balón del Castilla desde su área. El segundo tiempo había sido de los locales hasta ese momento, pero los de Raúl comenzaron a ceder terreno ante el empuje de los jugadores toledanos.
Sin que hubiera una sucesión de disparos a puerta merecedora de ser relacionada, es justo reconocer que la pelota merodeaba las áreas y que, de haber habido más precisión en la última entrega en cualquiera de los dos rivales, el marcador se habría movido antes.
En el 73’, Góngora, un jugador con tanta clase como para no necesitar de ese carácter pícaro y protestón con el que desluce su talento, lanzó directo un libre directo escorado buscando la escuadra de Fuidías, que se fue lamiendo la cara superior de la red.
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Segundos después, el Castilla lleva el balón hasta el área rival. En una pelota dividida, Hugo Duro mete con habilidad el cuerpo por delante del medio centro Vicente, que le derriba con la pelota fuera ya del alcance de ambos jugadores. El árbitro sancionó la pena máxima. Es justo reconocer que al Castilla le han birlado penaltis muchísimo más claros jornada sí y jornada también, por lo que uno se sintió culpable por verse agasajado con algo de justicia. Hugo Duro transformó el dos a cero desde los once metros con calidad y personalidad.
Con tan poco tiempo hasta el final del encuentro, nos las prometíamos muy felices. Por fin un poco de descanso cardiaco tras tantas emociones, y un poco de justicia para nuestros críos, que no habían rascado una victoria aún en lo que llevábamos de segunda fase. Sin embargo, la dirección del encuentro desde los banquillos se tornó determinante para el desenlace final. Raúl vio el partido tan ganado como los aficionados y dio entrada, en el 82’, a Sintes y a Peter por Hugo Duro y Mario Gila. Víctor Cea, un gran entrenador, había sustituido con el 1-0 a Adhigibe por Víctor Ruiz y, con el 2-0, introdujo a Edmilson y Monroy por Añón y Chaco.
A sólo siete minutos para el final, el nigeriano Adhigibe recibió en la frontal y se fue, con dos excelentes quiebros, de Santos y Blanco para situarse uno contra uno ante Fuidías y batirle por alto. Grandísima jugada individual, que venía a poner el desasosiego en el ánimo de la parroquia merengue.
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El encuentro se abrió. El Talavera se vino arriba, pero el Castilla reaccionó con casta y estuvo a punto de pillar a su rival en algún que otro renuncio a la contra. De vernos forzados a decantarnos por un equipo como acreedor de las mayores probabilidades de marcar de nuevo, habríamos escogido a nuestro filial, que dispuso de buenas llegadas al área rival en los últimos minutos de encuentro, sin dejar por ello de sufrir ante los embistes de los visitantes, alentados por un banquillo que hoy ha estado mucho más afortunado que el de Raúl González.
Con todo a favor, en el 93’, concurrió el carácter pardillo de este equipo durante las últimas temporadas. Algunos lo llaman inexperiencia. Otros, ausencia de calidad. Los hay que culpan a los técnicos, que no trabajan la intensidad defensiva y la concentración a ultranza durante todo el encuentro. No faltan quienes piensan que da igual, ya que se trata de formar a alguna figura y de vender al resto de miembros no aptos para formar en el primer equipo. No les falta razón a los que argumentan que se debe a tener a los jugadores acostumbrados a ganar siempre 8-0 antes de aterrizar en el Juvenil A. Sea como fuere, de una espantosa imprecisión en un pase cantado a Kenneth que podría haber significado la sentencia, pasamos a una entrada al área del mediocentro Vicente Romero tras interceptar la acción, sin que absolutamente nadie le saliera al paso, hasta que, a la altura del punto de penalti, centrara raso al segundo palo para que Adhigibe la soplara a la red. 2-2. Sí, tremendo castigo para el partido de los nuestros, pero no es menos cierto que un equipo que se muestra hecho un flan con cada acercamiento del rival al área, que persigue la pelota asustado con la mirada como el cordero que ve venir al lobo, y que deja al contrario libre de marca con tanta entrega como la del ratoncillo que ve venir al hurón, está abocado a poner su inexperiencia al servicio de una cadena trófica de rivales que, aun con menos calidad, muestran un instinto depredador que les hace incuestionablemente más competitivos.
Una verdadera pena y una tremenda decepción, ya que podríamos estar cantando, a estas alturas del fin de semana, como el Castilla se ventilaría sus opciones de quedar tercero frente al Extremadura. Ahora, no sólo quedamos en desventaja frente a los extremeños, sino que hemos permitido que el Talavera no desaparezca del cuadrante de aspirantes a ese anheladísimo tercer puesto. Y lo que es peor: el equipo no ha cosechado ni una sola victoria aún en esta fase. Sólo la personalidad de una escuadra verdaderamente campeona, compuesta por una generación de jugadores excepcionales, es capaz de cambiar el rumbo a esta situación. ¿Será ante lo que de verdad estamos?.