CRÓNICA | Titanic no, titanes: Liverpool 0 – 0 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

En esta “semana grande”, que decía nuestro entrañable Luigi en su previa del partido de ida, el Real Madrid llegaba al último paso de lo que inicialmente parecía que sería un via crucis. Los anteriores no habían sido tan horribles como esperaban algunos, y las victorias frente al Liverpool en la ida, y el Barcelona en Liga, animaba a depositar esperanzas en un equipo diezmado por las lesiones en defensa, y agotado tras dos palizas imponentes, especialmente la del sábado bajo la tormenta. Los cenizos se llevaban las manos a la cabeza por viajar en martes y 13, y por alojarse en el Hotel Titanic, jugándose el partido el día del aniversario del hundimiento del famoso transatlántico. El 3-1 de la ida, del que el relato impresionante de @Datemus nos había dejado marca en el alma, obligaba a Zidane a preparar un partido no demasiado ofensivo, pero tampoco demasiado defensivo, sin un lateral derecho de garantías, al menos por lo visto hasta el momento.

Ese equilibrio de alquimista al que acostumbra le invitó a alinear a Courtois bajo palos, puso a Valverde de lateral derecho, a Militao y Nacho de centrales y Mendy por la izquierda. Nuestro centro del campo, probablemente el mejor del mundo desde hace un lustro, Casemiro, Kroos y Modrić, y arriba Asensio, Benzema y Vinicius. Esta crónica no puede ser como las demás, y lo siento por los que no pudieron ver el partido, pero es que ver un momento como éste merece jugarse el divorcio, la casa, el coche o lo que sea. Contaremos cosas que pasaron, claro, pero sin orden ni concierto.

Lo cierto es que las estadísticas decían que el Madrid llevaba sin encajar más de un gol en los últimos trece partidos. Claro que también es verdad que en ninguno de ellos había jugado en Anfield contra un Liverpool con sangre en el ojo, no nos engañemos. Las estadísticas son engañosas para quienes deciden que la realidad debe interpretarse, pero no dejan de ser un reflejo de la realidad que ocurre o lo que predice la probabilidad de que ocurra. Desde que Nacho empezó a compartir línea defensiva con Varane, cada vez se fue haciendo más difícil marcarle gol a este equipo.

Imagen: realmadrid.com

Amamos a Nacho, porque es el ejemplo de jugador que siempre ha sido el paradigma de jugador de este equipo, de este club, desde pequeño. Un tipo humilde, tranquilo, agradecido, dispuesto. Ese que entra en las peores condiciones (pongamos la final de la Copa de Europa en Kiev) y ofrece un rendimiento entre notable y sobresaliente. El tema es que Nacho hace tiempo que dejó de ser “ese chico que siempre cumple”. Lleva haciendo partidos sobresalientes desde hace un par de meses. Ofrece fiabilidad, seguridad, firmeza, todo lo que siempre hemos querido para un central o, qué diablos, para un yerno. Nacho es más de lo que se dice de él, aunque siempre acepta su rol sin una sola salida de tono.

Su compañero en el centro de la defensa generaba suspicacias hace tiempo. Quien escribe estas líneas se confiesa como antiguo dudoso, y así lo admite. Ahora bien, con esa imagen de mafioso, de chuleta masticando chicle, de tipo patibulario, malencarado, Eder Militao se ha ganado, por tercera vez consecutiva, los honores de ser uno di noi. Le amamos de una manera diferente a la de Nacho, pero le amamos también, porque nos parece un señor de 30 años, y en su pasaporte dice que solamente tiene 23. Un chaval. Entre él y Nacho desarmaron la mayoría de las ocasiones que intentó generar el Liverpool: por arriba, por abajo o por el medio, los centrales madridistas fueron auténticos titanes, verdaderos colosos del área, en que Mané, Firmino y Salah embarrancaron en cada intento.

Hubo alguna ocasión en que estos dos gigantes no pudieron evitar los remates, pero ahí emergió otro titán: Thibaut Courtois, a cada partido que pasa, ha ido refinando ese pack de superpoderes que igual le permite estirar una pierna al límite, como en el remate de Salah en el minuto 2, como agigantarse ante el remate a quemarropa del egipcio en el minuto 92. O estirar su brazo hasta el límite, como en el paradón que le hizo a Milner en el disparo del minuto 11, o salir a cada balón aéreo como un Godzilla o un King Kong cargándose aviones. Lo del belga, esta noche, ha sido ser mitad ángel de la guarda, mitad mastodonte insuperable. Otra vez.

Imagen: realmadrid.com

Por delante de ellos, Casemiro andaba de un lado para otro con las tijeras de podar, cortando e impactando, un auténtico trozo de diamante en bruto rajando los intentos del Liverpool por el centro. A su izquierda, Mendy con sus alicates, cortando cables de conexión entre Salah y Alexander-Arnold, destruyendo y cortocircuitando esa banda derecha letal en otros momentos. Y, a la derecha, otro titán, un uruguayo callado y siempre disponible para ayudar a cubrir las necesidades, incluso con un tobillo como una pelota, hinchado y enrojecido, como nos mostró su mujer en las redes sociales, pidiendo para él justicia y reconocimiento, tras jugar infiltrado. Fede Valverde se ganó nuestra admiración el año pasado cuando le dio aquél hachazo a Morata en la final de la Supercopa y, en esta última prueba, se ha ganado nuestro cariño para siempre: ha jugado fuera de su sitio, infiltrado, jodido, y ha aguantado los 90 minutos sobre el césped, corriendo hasta el último suspiro. Con dos cojones.

La extraña pareja, claramente al límite de gasolina, nuestros Kroos y Modrić, o Modrić y Kroos, estuvieron más centrados en limitar la comodidad de la construcción rival, robando aquí un ladrillo, tirando un muro allá, cortando más que creando, y dieron todo lo que tenían en esa labor. A la hora de hilvanar, de coser, de zurcir, se les vio agotados, imprecisos, algo tocados, pero sin rendirse en momento alguno. Asensio, en una faceta casi desconocida en él, se dedicó a ayudar a Fede Valverde en su banda, a ocupar el espacio al que le gusta llegar a Robertson por sorpresa, pero el mallorquín siempre estaba antes esperándole, con las llaves en la mano. El dos contra dos Robertson-Mané contra Valverde-Asensio fue lo más intenso de la primera parte (dio la sensación de que Klopp quería buscar desde ahí el desequilibrio), pero los dos aguantaron el envite con nota y la ayuda de Asensio acabó disuadiendo a Klopp de seguir insistiendo ahí.

En la otra orilla, Vinicius no tuvo un protagonismo tan absoluto como en Valdebebas, pero demostró que ha desarrollado criterio. Arrancó cuando la jugada lo pedía, y metió cloroformo cuando le bajaban las vallas del cruce, paciente, tranquilo, con una madurez que deleita e impresiona. Generó inquietud pero no la zozobra histérica de Madrid, probablemente porque Klopp encontró formas de amortiguar su impacto en el partido. A su lado, Karim Benzema hizo el partido más sacrificado de los últimos tiempos: en los diez primeros minutos se llevó pisotones, empujones, patadas y empellones y, como siempre, medio de casualidad y tras un rechace, envió su cuarto balón al palo de la campaña en Champions (décimo de la temporada). Benzema cerró espacios, trató de combinar, pero su labor estuvo más dedicada a lo táctico que a llegar arriba con peligro.

Imagen: realmadrid.com

Todo esto que contamos da como resultado que, mientras el Liverpool buscaba un partido frenético y a ritmo de rock’n’roll, el Madrid estaba poseído por Strauss y convertía muchos tramos de partido en valses en que manejaba el balón con oficio y pausa, incluso priorizando quedárselo por encima de buscar la portería rival sin garantías de éxito. El Liverpool, al que el cuerpo le pide atacar rápido, y presionar tras pérdida, se encontró con un rival que le maleaba, le mandaba de arriba hacia atrás, de atrás adelante, de derecha a izquierda y a la inversa, y se pasó medio partido persiguiendo el balón y el otro medio arriesgándolo para nada, tras algunos ataques relampagueantes –pocos- y una cierta tendencia a los centros al área con pocas probabilidades de ser rematados.

El cuadro inglés se encontró, durante los 94 minutos de partido, con una estructura sólida y fiable, compacta y firme, que impidió que creara ocasiones demasiado claras y le desesperó haciéndole correr tras el balón y cerrándose como una caja fuerte en los tramos en que consiguió llevar la iniciativa. Klopp sacó a Thiago, sacó a Oxlade-Chamberlain, sacó a Diogo Jota, y sacó a Shaqiri. Pero tenemos la sensación, la verdad, de que podría haber metido a Gerrard, Ian Rush o Robbie Fowler, y le hubiera dado igual. Zidane, por su parte, metió a Odriozola –algo atolondrado, en su línea-, a Rodrygo –que sigue buscándose a sí mismo, y cada vez parece más cerca- y a Isco –que salió con el tarro del cloroformo y fue, quizá, el más funcional de los tres. El resultado final, el 0-0 inicial, premió al equipo que mejor supo imponer su ritmo y sus virtudes defensivas, trayendo hecho el trabajo de casa.

Así que, finalmente, descubrimos que el Real Madrid no era el Titanic, sino el iceberg, impenetrable y rocoso, que abrió una vía de agua en el casco del Liverpool. Como tantas otras veces, dejándose el alma en un esfuerzo titánico, más titánico que nunca, para pasar la eliminatoria y llegar a semifinales de nuevo, tres años después. Esa plantilla de jugadores desahuciados, perdidos para la causa, vituperados, insultados y maltratados por parte del madridismo, cansados por dos palizas brutales y supliendo a sus compañeros lesionados, volvieron a demostrar que, cuando las cosas se ponen cuesta arriba, tiran de amor propio, de casta, de clase y de sacrificio, para alcanzar las metas que persiguen. Todo muy Real Madrid, amigos. Porque son ellos, bajo la tutela del calvo psicópata que tienen como entrenador, los que han devuelto al club al lugar que le corresponde: ser reconocidos, al menos, como uno de los cuatro mejores equipos de Europa. Poca broma. El mérito y la gloria son suyos, y hemos de agradecerles que los compartan con todas y todos los madridistas del mundo. Les debemos otra a nuestros titanes, porque están en semifinales.

 

RESULTADO FINAL

Liverpool, 0 – Real Madrid, 0

 

REAL MADRID

1     Courtois

15   Valverde

3     Militao

6     Nacho

23   Mendy

14   Casemiro

8     Kroos (19. Odriozola, min. 72)

10   Modrić

11   Asensio (22. Isco, min. 82)

9     Benzema

20   Vini Jr. (25. Rodrygo, min, 72)

 

ARBITRAJE

Bjorn Kuipers (Holanda)

Mostró tarjeta amarilla por el Real Madrid a Casemiro (min. 25).