Una crónica de: @Datemus
Hechos un manojo de nervios, esperábamos ansiosos la alineación de Zidane para esta gran noche europea, repasando cómo demonios habíamos llegado al sufrimiento previo de una de esas incomparables citas primaverales sin siquiera haber pasaportado este otoño maldito. Lamentábamos no haber arañado ni un mísero punto en nuestros choques ucranianos cuando el técnico francés, nos sacudía de nuestras ensoñaciones para disipar nuestras dudas: Ramos por Nacho y Lucas Vázquez, de nuevo, de lateral derecho. Ni un solo cambio más respecto de los que salieron de inicio en Nervión a romper, en un terreno exigente y hostil, la dinámica negativa de juego y resultados. Ni siquiera Marco Asensio por Rodrygo, un poco gris en tierras andaluzas, y es que Zizou, por un lado, los ve entrenar y por otro, no olvida que el carioca parece bendecido por la más grande de las competiciones futbolísticas o lo que es lo mismo, llamado a triunfar en este maravilloso juego llamado fútbol.
De ahí, las rutinas habituales en esta rara época de pandemia: de caminar a Chamartín dispuesto a dejarse las cuerdas vocales y pillar una pulmonía, a cenar pronto, leer unos tuits, unos guasaps para conjurar el hormigueo en la barriga, y sentarse uno frente al televisor, que es tanto como decir en el potro de tortura.
En estas empezó el partido con la incertidumbre de qué Madrid veríamos. Arrancaron los nuestros dispuestos a resemblar el Bernabéu en pleno Di Stéfano, con una presión adelantada muy agresiva, casi sofocante, mientras que, con la pelota en los pies, se presentaron determinados a conquistar el medio campo desde el primer minuto y no a través de una posesión estéril, sino de combinaciones trepidantes con vocación vertical, como dicen los modernos, disipando cualquier duda de pacto o intención de dar por bueno un empate tácito. Los alemanes hicieron cuanto estuvo en su mano por impedir este despliegue. Con la disciplina y energía propias de un conjunto teutón, presionaron desde tres cuartos con muchísima agresividad cada vez que el Madrid intentaba transitar por la medular, llegando a acumular en torno al balón hasta seis jugadores en menos de cuarenta metros cuadrados. Neuhaus y Kramer acudían como lobos auxiliados por el resto de la manada, compuesta por otros cuatro compañeros del más intimidante físico posible (Thuram, Stindl, Embolo y Plea), transformando el 4-2-3-1 en 4-4-2 y en 4-3-3 con la precisión con que cambia utillajes una la línea de montaje germana para adaptarse al producto a fabricar.
Imagen: realmadrid.com
Con un Case algo impreciso en ocasiones y con el auxilio de Kroos, emergió la magna figura de Luka Modric para mostrar a los príncipes prusianos que hoy, sobre todos ellos, reinaría su colega croata, tal y como le bautizó mi estimado @MiedoEscenico2. Lukita estuvo majestuoso todo el partido pero, en estos primeros minutos, acrecentó su leyenda en el Real Madrid ofreciendo un espectáculo digno de ser recordado. Su juego en la medular desarboló la presión alemana, ora con un amago con el cuerpo para irse de su par, ora con un toque de primeras a un compañero imposible de detectar ni a vista de dron. Al pequeño croata se le iba a sumar, una vez más esta campaña, su tocayo gallego. De nuevo inmerso en el lateral derecho, Lucas Vázquez comenzaba a apuntar la que iba a ser una de sus mejores noches en el Real Madrid, lo que nos regocija a todos los que le recordamos en la final de la Undécima ir por un balón envenenado que, aunque más pequeño que sus pelotas, conllevaba el peligro de sacrificar su futuro por el bien de su club. Maltratado por un sector cruel del madridismo, Lucas inició el encuentro dando salida al balón desde atrás y ofreciéndose por su banda en cuanto había ocasión, mientras que atrás no rehuyó la pugna contra los imponentes gigantes que atacaban por su zona, ganándoles además la mayor parte de los duelos.
En estas llegó el minuto ocho, justo tras recordar, en noche europea y en vísperas del trigésimo quinto aniversario de la eliminatoria de UEFA contra este mismo equipo, a nuestro Juan Gómez, Juanito. Casemiro robó una pelota en la medular, fruto de los problemas que el Madrid planteaba al “Gladbach” para salir jugando desde la defensa. El brasileño abrió rápido, como no, para Lucas Vázquez, que puso un gran centro lateral a un Karim muy libre de la vigilancia de los centrales. El francés, cambió el violín por la percusión y en un salto lleno de energía pero más aún de precisión, buscó justo ese ángulo donde él imaginaba ponerla, y cabeceó a la red el 1-0 en el marcador. La noche europea no podía empezar mejor para el Madrid y para el francés. Y es que si hablamos de leyendas, la de Benzema ya es digna de las páginas de oro de nuestra institución. La noche del galo no había hecho más que empezar y es que, a pesar de haber salido de lesión recientemente, parecía dispuesto, sin más que lucir su infinita clase, a ocultar cualquier posible evidencia de falta de ritmo.
El gol lubricó la maquinaria de juego blanca, ya de por sí engranada esta noche, y el equipo creció en combinaciones rápidas, a veces electrizantes, llenas de precisión y sentido. La presión alemana se diluía en el despliegue de la medular local restando, únicamente, que arriba se tradujera en más ocasiones de gol. Vinicius lo intentaba por la izquierda, cada vez con menos fortuna, mientras que Lucas y Rodrygo iban dando muestras de su inspiración por la diestra.
Imagen: realmadrid.com
No obstante, en el 24’, los alemanes vinieron a recordarnos que nunca se les puede menospreciar y en una pérdida de Lucas en la medular, lanzaron un velocísimo contragolpe en el que ni Case ni Kroos llegaron a tiempo a sus citas, añadiendo ausencia de oficio a la falta de puntualidad, ya que omitieron realizar unas faltas tácticas por las que todos clamábamos desde nuestros hogares. Plea escapó a la vigilancia de Ramos y Varane y encaró más solo que la una a Courtois. El belga tapó todo el espacio que pudo al francés que, viendo a Ramos venir en la ayuda, resolvió sin muchos agobios pero con menor precisión con el interior de su zurda, picando por encima de nuestro meta excesivamente cruzado y enviando fuera medio gol cantado.
Fue la primera y la última gran ocasión prusiana de la primera mitad. El Madrid no se amilanó, y continuó con el mismo planteamiento de ese ignorante de la táctica que para algunos es Zidane.
A la media hora de juego, el equipo continuaba robando balones arriba. En el 31’, otra pelota recuperada en el medio campo es recogida por un extraordinario Rodrygo, fiel otra vez a sus retos de la Champions. El brasileño, pegado a la derecha, se abrió espacio con la rapidez de un rayo y puso un pase al segundo palo sencillamente maravilloso tanto por lo inesperado, como por la impresionante trayectoria que la pelota describió hasta alcanzar, con la precisión de un neurocirujano, la posición de Karim Benzema. Allí Karim exhibió, una vez más, su faceta rematadora, injustamente menospreciada en no pocas ocasiones, para poner de un gran testarazo el dos a cero en el marcador que, por otro lado, hacía justicia a lo visto en el terreno de juego.
Imagen: realmadrid.com
En el 38’, con el Madrid volcado sobre la salida de balón de la defensa alemana, otro robo de Casemiro “coche – escoba” permitió enviar a Rodrygo. Con un criterio futbolístico impropio de un mico de 19 añitos, condujo con enorme inteligencia hasta atraer a dos rivales y ceder, en el momento preciso, a un Lucas que entraba con mucho espacio gracias a la extraordinaria visión del carioca. Lucas centró atrás a su tocayo croata que, empalmando a media altura una pelota que se le quedaba atrás, se sacó de su chistera de genio un dificilísimo remate que sólo el palo impidió que subiera al marcador.
Continuaron el gran juego y las ocasiones hasta que terminó el primer periodo. Los alemanes, con el cero a cero en el otro encuentro del grupo, debieron pensar que tenían muchas papeletas para quedar eliminados y trataron de cambiar el rumbo del encuentro. Marco Rose dio entrada a Lázaro y a Denis Zakaria por Embolo y Wendt, buscando más poderío físico en el centro y explotar su banda izquierda. Se vio emerger el orgullo germano al comienzo del segundo tiempo y la presión se adelantó hasta la mismísima línea de gol de Courtois, causando algunos problemas en la salida de balón. Pero al Madrid inspirado en casa en una noche europea no le para ni un millón de nibelungos y pronto Rodrygo, en otro sensacional desborde por fuera en uno contra uno, de los que servidor se queda con ganas de verle intentar más, progresó por su banda tras zafarse de su par para poner el tercer remate de cabeza a Benzema que, esta vez, remató cruzado, permitiendo a Sommer blocarla abajo sin excesivas dificultades. Aun así, el “Gladbach” lo intentaba y en el 51’, Plea robó un envío de Ramos a Kroos muy cerca del área. De ahí, abrió rápido a la frontal donde Neuhaus disparó y Modric, completamente omnipresente, llegó a tiempo para estorbar y conjurar el peligro. Los prusianos demostraron que no están hechos para jugar con el marcador en contra y sólo disfrutaron de otra ocasión más a balón parado en el 64’. Mendy cometió una falta inocente. El balón aéreo del saque fue seguido de un rechace que llegó a Plea en el área que, en un gran remate tras control, estuvo a punto de enviarla a la red. Justo es reconocer que tan solo dos minutos antes Kroos, en un disparo desde la frontal con su zurda, había obligado a Sommer a sacarla de la escuadra.
Ahí terminaron todas las opciones germanas. Cuatro minutos después de su ocasión para el dos a uno, llegó una preciosa combinación que dejó a Vinicius con espacios. El brasileño pisó el área y atrajo, en una de esas jugadas desapercibidas para el gran público, atrajo a cuantos defensas pudo para ceder a Mendy. El galo la envió a Modric y éste a su vez a Karim, que continuó tejiendo la pieza de encaje para enviar a Rodrygo de espaldas en la frontal. El jovencísimo paulista aceleró aún más la ya de por sí eléctrica jugada y, con un giro demasiado rápido para la vista, no digamos ya para sus marcadores, lanzo un chut que se fue por poco desgraciadamente, porque toda la acción y en espacial la ejecución final del carioca, merecían haber rubricado un golazo de los que se quedan en la memoria. Vinicius, con esta acción, dejó algo de buen sabor de boca a ese gran público desesperado tras ver, cuatro minutos antes, como se dio mus con 31 de mano para pillar las de perete. Y es que el brasileño, en una gran contra en la que encaraba sólo al meta suizo, cedió horriblemente a Benzema desperdiciando otra gran ocasión a la contra. Me huelo que al joven Vinicius se le pasan demasiadas cosas por la cabeza cuando tiene tiempo de pensar y, en especial, el temor a las repercusiones de otro fallo clamoroso. Uno apuesta a que es más un problema de carácter y juventud que de cómo resolver los duelos ante el portero, al menos, por lo que tuve ocasión de ver antes de que jugara en el Real Madrid. Ojalá que pueda y sepa resolverlo porque en la élite, las condiciones mentales son aún más importantes que las físicas.
En el 70’, Zidane movió ficha y retiró a los dos exteriores brasileños por Marco Asensio y Sergio Arribas, un canterano al que conocéis de sobra todos los que nos habéis seguido en El Diario de Mou. Arribas salió con un descaro increíble y participó cuanto le dejaron, y la pidió aún más. El resto de minutos fue un Showtime del Madrid que terminó por machacar a los germanos. Que el partido no acabara en una goleada de escándalo lo evitaron, por un lado, los palos. Primero uno de Karim, que envió al hierro el rechace de un paradón del meta Sommer a un gran remate de cabeza de Ramos, en la única alegría que se permitió en este partido. El otro, en una bonita jugada entre Arribas, un ya desatado Benzema a esas alturas de encuentro y Lucas Vázquez, cuyo chut se estrelló en el poste de nuevo. Y todavía cabrían más jugadas en esta crónica por mérito, que no por tiempo del amable lector, con las que podrá recrearse en los resúmenes del partido.
Hasta aquí lo sucedido en el terreno de juego. Estas noches europeas, de órdagos ante conjuntos germanos, por mucho que no sean frente al Bayern, le dejan a uno ese inconfundible gusto a triunfo en lo nuestro, en la Champions, que sólo puede apreciar el paladar de un hincha del Real Madrid. Espero que lo hayan sabido disfrutar como merece, porque aunque los tiempos no sean los de hace cuatro años, les aseguro que ni son de los peores que hemos vividos ni de los que están por venir. Ojalá que esta plantilla, por mucho que haya pasado su cenit, sea capaz de seguir sobreponiéndose con carácter y orgullo a las difíciles situaciones vividas hace sólo unas jornadas, allí donde otros con su palmarés y talonario se habrían dejado llevar. Ahora, a corroborar la buena racha de juego y resultados en nuestro importantísimo envite liguero frente al Atleti, y a esperar al día 14, en ese sorteo para Octavos que ojalá nos resulte favorable. Por lo pronto, hoy hemos reído mejor, y entraremos en el bombo eludiendo a la mayor parte de los cocos del viejo continente.