Una crónica de: @MiedoEscenico2
El campo número 7 de la Ciudad Real Madrid fue el escenario de un partido que casi nos pilló a traición, un miércoles a las 12 de la mañana, que servía para recuperar la jornada perdida por los múltiples contagios de COVID del Atlético Baleares hace unas semanas. Raúl tenía problemas para configurar un equipo medianamente parecido al que inició la Liga de esta extraña Segunda B cuya organización domina @luismanper al dedillo. Gila se había lesionado en el partido del pasado sábado, como contó @datemus en su imprescindible crónica, y Chust y Hugo Duro habían viajado a Milán con el primer equipo, lo cual obligó al entrenador castillista a poner como centrales al reconvertido Sergio Santos y al juvenil Álvaro Carrillo. Tampoco estaba disponible Miguel Gutiérrez, con lo que Retuerta ocupaba el carril izquierdo, mientras Guillem se encargaba del derecho de la línea de defensa, por delante de Luis SuperLópez. En el medio centro, Antonio Blanco, con Dotor y Arribas como interiores, Peter por la derecha y Gelabert por la izquierda como volantes, y Hugo Vallejo en punta de ataque.
El filial madridista hizo un primer cuarto de hora primoroso, la verdad. Salió valiente, dispuesto a presionar muy arriba, y consiguió cortar en varias ocasiones los intentos de salida del equipo mallorquín. Una falta directa lanzada alta por Arribas cuando el partido llevaba dos minutos fue el pistoletazo inicial de una serie de jugadas en que el Castilla jugaba en campo contrario continuamente, cortando y buscando espacios, centrando, pero sin apenas incidencia en cuanto a remates.
Corría el minuto 12 cuando Antonio Blanco, que estaba impartiendo un clinic de corte y confección desde el medio centro, dio un magnífico pase en profundidad para la entrada vertical de Arribas hacia la portería. Un defensa balear la interceptó, enviándola a la banda, y allí la recibió Peter Federico, que llegó, vió y centró con su pierna izquierda. Y, al primer palo, de manera absolutamente inesperada, apareció ese tipo que parece que no está, Carlos Dotor, para cabecear de forma inapelable al fondo de la portería de Juan Carlos. Lo de Dotor es un misterio absoluto: un tipo que suele estar en cualquier sitio donde le viene bien que aparezca al equipo, que juega el balón con criterio, que sabe combinar en corto, cambiar el juego, tiene llegada al área y tiene gol. A mí, y espero que me perdonen el atrevimiento, me recuerda mucho en las trazas y en su forma de moverse a Michel, aparte de llevar su dorsal a la espalda. Lo que pasa es que este tipo parece invisible, traslúcido, evanescente. Y, sobre todo, con el don de la oportunidad.
Imagen: realmadrid.com
El caso es que el 1-0 tuvo como consecuencia que el equipo visitante se activara para recuperar el terreno perdido en el campo, en el marcador y en la iniciativa. Y, hasta el minuto 35, sometió al Castilla a esa tortura que a los chavales de este equipo, el más mayor con 22 años, les supone un suplicio. Cierto es que ese tipo de juego que practicó el Atlético Baleares durante 20 minutos solamente puede darse con la aquiescencia del árbitro y, aunque el de hoy no era calvo ni parecía que llegara a serlo en los próximos años, actuó como si lo fuera. Cada salida, cada jugada, cada recepción de los chavales del filial era saludada con un agarrón, una patadita, un empujón, un viaje, que el trencilla dejaba que pasara como pasa la vida. Los chavales, aun así, no dejaron de querer hacer su juego, saliendo con pases, tocando con criterio, y ahí se agigantaron los dos centrales, muy agradable sorpresa la de Carrillo en esta primera parte, y admirable la capacidad de adaptación de Sergio Santos a la posición de central izquierdo.
Hugo Vallejo demostró ser un delantero más del estilo de Benzema, con mucha movilidad, jugando como los ángeles al primer toque y de cara, y tomando decisiones inteligentes, una tras otra. Sin embargo, sufríamos viendo a Gelabert embarcándose en peleas contra sí mismo, tratando de imponerse regateando a unos rivales que parecían más interesados en tatuarle los gemelos que en dejarse embaucar por sus trucos. Hemos esperado con tanto ahínco que César volviera a jugar con el equipo, que no nos importa demasiado que haga esto algunas veces, pero él es primero que sabe que no necesita demostrarnos lo bueno que es con jugadas individuales, y que nos apetece mucho verle compartir la gloria con sus compañeros. Y el balón.
El caso es que ese tramo de asedio y puñetazo del conjunto visitante no consiguió mover el marcador, ni los cimientos del triángulo que formaban SuperLópez, Carrillo y Santos. En los últimos cinco minutos de la primera parte, el Castilla por fin consiguió despegarse a los rivales, esquivando y evitando sus intentos de parar a los chicos con medios poco legales. Probablemente, influyó que al fin el árbitro sacó un par de tarjetas a los baleares, que refrenaron su ímpetu. Se llegó al descanso con una buena oportunidad del Castilla, malograda al final porque no sabemos si Blanco intentó un pase al que no entró nadie, o si intentó un remate que le salió con demasiado efecto.
Imagen: realmadrid.com
La vuelta del descanso se pareció más al principio de la primera parte que otra cosa. El Castilla apretaba, robaba, jugaba rápido y llegaba al balcón del área rival, pero acababa ahogándose en la orilla. Aquí hay que volver a parar, esta vez para hablar de Antonio Blanco. El lector sabe bien que, a este humilde cronista, desde que vio al medio centro del filial en la fase final de la Euro Sub-19, en julio de 2019, Blanco le parece un jugador de un nivel notablemente alto para su edad. Compañero en esa selección campeona de Europa de jugadores como Hugo Guillamón (Valencia), Eric García (Manchester City) o Ferrán Torres (recién llegado al equipo inglés desde el valencianista), el de Montalbán parece un torero por el porte, pero es más futbolista que algunos que hemos visto en Primera División. Su poso jugando el balón, su tranquilidad a la hora de tomar decisiones, su golpeo en largo y en corto con la derecha, y su visión del fútbol están a la altura de su empeño a la hora de robar y recuperar balones, combinando un buen posicionamiento con una actitud defensiva intachable. Recomiendo que se vean los primeros 74 minutos del partido de hoy para saber de lo que hablamos, quizá con demasiado entusiasmo, por lo que pasó después.
En el minuto 51, una falta frontal para el Atlético Baleares, mal defendida por el Castilla, permitió un remate fácil de cabeza a un atacante verdinegro, que fue despejado con apuros por Luis López, con tan mala suerte que le llegó a otro jugador rival. Éste también cabeceó, pero el balón fue al poste, y botó justo hacia SuperLópez, que esta vez se quedó con él. Lo mejor fue que el Castilla respondió con dos jugadas de ataque absolutamente eléctricas, con Peter Federico dejando surco en su banda, y Gelabert más centrado en la posición de media punta, mucho más a gusto en el campo. El Castilla siguió martilleando y Hugo Vallejo estuvo a un tobillo de marcar el segundo a la hora de partido, tras un fantástico centro raso de Gelabert al primer toque, pero un defensa lo evitó en el último momento desviando a córner. Justo después de esta jugada, el técnico del equipo balear introdujo dos cambios en el equipo, uno de ellos Vinicius Tanque, que con el nombre ya lo decía todo. Al medio minuto de estar en el campo intentó marcar de chilena, no digo más.
Otra jugada de peligro castillista finalizaba, en el minuto 64, con un remate de Arribas con la izquierda, que el portero Juan Carlos envió a córner con dificultades. El partido se iba haciendo de ida y vuelta, con un equipo atacando con peligro, y el otro devolviendo contraataques. Se iban turnando en el papel cada uno de ellos, pero es cierto que el Castilla, a partir de un determinado momento, empezó a pagar la intensidad de la presión de la fase inicial. En el minuto 68, Iván Morante reemplazaba a Hugo Vallejo, y el Castilla se preparaba para intentar salir a la contra, nadando y guardando la ropa, con Peter como estilete en caso de poder salir, con la compañía de Arribas, Gelabert y Morante. Los señores barbudos del equipo verdinegro, mientras tanto, empezaban a ganar terreno, y a llegar de una manera tosca en algunos casos, y habilidosa en otros.
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Un error de Blanco, prácticamente impoluto hasta ese momento, desencadenó la fatalidad en el minuto 74. Le presionaron dos jugadores del equipo verdinegro, y se fue de uno pero no del segundo, que consiguió tocar el balón lo justo para un tercero, Vinicius Tanque, que estaba a la espalda del mediocentro blanco. El brasileño envió el balón al área, donde lo recibió Armando Shashoua, que había ganado hábilmente la espalda a Iván Morante. El pequeño delantero inglés, ante la entrada de Carrillo, paró y cruzó el balón raso al palo contrario, donde Luis López no pudo hacer nada por pararlo. El 1-1, de pronto, nos hizo caernos de la cama y nos dimos cuenta, de pronto, de que estábamos viendo un partido de niños contra hombres. Una pandilla de chavales, entusiastas, valientes y decididos, frente a un equipo de tipos curtidos, con oficio, que a la primera que tuvieron medianamente clara, la clavaron.
El último cuarto de hora del partido, abierto con un cabezazo alto de Cobo, vio al Castilla intentándolo con más entusiasmo que acierto. Centros de Arribas, de Gelabert, que morían en despejes de una zaga muy seria y que no tenía inconveniente en despejar a córner o a la banda, con tal de conjugar el peligro como fuera. Raúl se dio cuenta de que su equipo estaba centrando sin delantero centro en el campo, e introdujo en el minuto 81 dos cambios, entrando Kenneth y Salazar por Gelabert y Peter. El problema es que, lo que se ganaba en impacto arriba, se perdía en fabricación de las jugadas, con lo que el juego del filial madridista perdió en fluidez y ganó en profundidad y velocidad. Un centro de Kenneth fue rematado en pifia por Dotor, y despejado por un defensa balear con apuros en el minuto 84, y poco después el lateral izquierdo Retuerta veía tarjeta y acababa lesionado, entrando Xavi Sintes en su lugar.
Y, de ahí al final, una continuación de la demostración de lo bisoño de los jóvenes del filial, y de oficio y picardía de los baleares, haciendo y provocando faltas, y parando el juego lo más posible. El punto conseguido no deja de tener un sabor agridulce, porque al hecho de haberlo conseguido frente a un equipo complicado, se suma ese sabor agridulce de haber perdido dos puntos más que otra cosa, en base a la inexperiencia. Este equipo tiene muy buena pinta, juega bien, sabe dominar, pero le falta ese puntito de cuajo y oficio que te hace saber a lo que tienes que jugar en los momentos difíciles. Sabemos que los chicos lo desarrollarán, pero no hay mucho margen. Esperemos que lo aprovechen.
RESULTADO FINAL
Real Madrid Castilla, 1 – Atlético Baleares, 1
GOLES
1-0 13’ Carlos Dotor (asistencia: Peter Federico)
1-1 74’ Shashoua
REAL MADRID CASTILLA
25 Luis López
2 Guillem
28 Álvaro Carrillo
20 Sergio Santos
24 Retuerta (14. Xavi Sintes, min. 86)
6 Blanco
8 Dotor
22 Arribas
27 Peter Federico (18. Kenneth, min. 81)
10 César Gelabert (31. Salazar, min. 81)
17 Hugo Vallejo (16. Iván Morante, min. 68)
Tarjeta amarilla a Retuerta en el minuto 84.