CRÓNICA | Picotazos, barricadas y antiaéreos: Red Bull Salzburgo 1 – 2 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Se presentaba el Real Madrid por cuarta vez en las semifinales de la UEFA Youth League en los últimos siete años, para enfrentarse en el Colovray Sports Center de Nyon a un Salzburgo que venía de golear en octavos y cuartos de final al Derby County y al Olympique Lyonnais, respectivamente. Raúl alineó a un once dentro de lo esperable, aunque sorprendió relativamente que volviera a contar con Toni Fuidias en la portería, tras la buena actuación de Luis López en el partido contra el Inter de Milán. En defensa, los habituales Sergio Santos, Pablo Ramón, Víctor Chust y Miguel Gutiérrez; en el centro del campo, el trío formado por Blanco, Morante y Arribas, con Dotor escorado a la izquierda, Marvin en el carril derecho y, en punta de ataque, Juanmi Latasa.

El partido empezó no bien, sino muy bien, para el equipo de color rosa chicle. En el minuto 4, una mala cesión de Bryan Okoh permitió a Marvin robar el balón e internarse en el área, incluso irse del portero Antosch. El generoso Marvin puso la pelota atrás y Juanmi Latasa, sorprendido, se tomó su tiempo para controlar y decidir qué hacer con ese inesperado regalo, y la acabó enviando entre las piernas de Okoh al fondo de las mallas. El 0-1 era una noticia magnífica para empezar el partido, y al equipo madridista le concedió serenidad y paciencia para manejar el partido. Durante los primeros veinte minutos, movió la pelota atrás, la sacó jugada con criterio, y la figura de Blanco como director de operaciones se recortaba sobre el césped, lanzando a los jugadores de ataque madridistas con el cuchillo entre los dientes a por la portería rival. Arribas remató al poste poco después, merced a otro error del Salzburgo, que demostraba que su defensa era más vulnerable que otra cosa. 

Imagen: realmadrid.com

A partir del minuto 20, sin embargo, el Salzburgo comenzó a dominar el partido, y a llevar peligro al área de Fuidias. El Madrid solamente podía achicar balones a base de despejes, y la brutal presión a la que los delanteros del equipo austríaco sometían a la defensa madridista y a Blanco, impedía la salida del balón jugado. Aun así, un córner a favor en el flanco izquierdo del ataque madridista acabó en una pared entre el generoso Marvin y Miguel Gutiérrez. El lateral izquierdo, al que el balón le llegó en una posición relativamente incómoda para el remate, decidió largar un punterazo, que rebotó en un defensor y se acabó alojando en la red de Antosch, haciendo subir el 0-2 al marcador. Una vez encontrado el billetero con los tickets para la final, gracias a esos dos picotazos, el equipo madridista se dedicó a ponerlo a buen recaudo. El Red Bull Salzburgo se lanzó al asalto, especialmente buscando el flanco derecho de la defensa madridista, pero el equipo patrocinado por la bebida que da alas se encontró con un tipo teñido de rubio y con un trabuco del 18: Sergio Santos apretó el gatillo contra todo lo que revoloteaba por esa zona desde ahí hasta el final de la primera parte, y ganó todos los duelos en los que se vio inmerso. Solamente un centro desde esa zona puso al madridismo al borde del infarto, en una salida algo insegura de Toni Fuidias, que estuvo a punto de perder el balón, la billetera y la paz espiritual. 

Llegó el descanso, y a la vuelta de vestuarios, se desarrolló un cuarto de hora terrible para los intereses del equipo hoy rosado. El Salzburgo propuso abrir el partido, y los madridistas aceptaron el envite, pensando más en marcar el tercero que en guardar el botín. Y durante ese cuarto de hora, el Salzburgo metió el miedo en el cuerpo de los madridistas, a base de entradas bastante fuertes, y llegadas muy peligrosas. Una penetración de Karim Adeyemi, que tenía a dos rivales delante, se resolvió con un viaje de Sergio Santos que acabó con el delantero alemán en el suelo y el árbitro pitando penalti. Fue Sucic el que, en el minuto 50, convirtió la pena máxima engañando a Fuidias, y sonaron tambores de guerra, mientras que el Salzburgo preparaba a su escuadrón de bombarderos para asolar el área madridista. Blanco no llegaba todos los sitios, y sus compañeros de centro del campo defendían posicionalmente, pero no mordían, con lo que Raúl, que no parece que tenga problema en cambiar de idea, decidió que sus chicos se replegaran, priorizaran estrictamente el impedir que el equipo de la bebida que da alas llegara a rematar a la portería de Fuidias, y limitaran las salidas para tratar de conseguir más goles.

Imagen: realmadrid.com

Para más inri, en una disputa sin trascendencia antes de un saque de banda, Juanmi Latasa cayó al suelo tras un forcejeo con un defensor, y el árbitro checo se invistió de Salomón y zanjó el asunto con una amonestación para cada uno. El problema es que, para el delantero madridista, suponía la tercera del ciclo, con lo que se perderá la final. Aunque todavía podemos dar gracias, porque en la misma situación llegaban al partido Víctor Chust, Antonio Blanco y Miguel Gutiérrez, y los tres consiguieron acabar el partido sin verla. La media hora final, con movimientos tácticos de cada entrenador en forma de cambios, fue una demostración de sacrificio y esfuerzo defensivo de todo el conjunto de Raúl frente al asedio de los de Kramer. Los defensores madridistas, apoyados por Blanco, cargaron sus arcabuces, fusiles, rifles y trabucos, y dispararon a todo lo que llegaba, con alas o sin ellas, al área, con Pablo Ramón y Chust destacando como mariscales en la defensa antiaérea. Cerrando espacios, hasta que se fue Adeyemi, aburrido y reventado, o sacando un balón tras otro, de cabeza, o con patadones, sufrieron como animales bloqueando cualquier intento del cuadro austríaco de alcanzar la portería de Fuidias. Que un equipo con un promedio de más de tres goles por partido acabara con solamente cuatro remates a puerta, uno de ellos el penalti, dice mucho de ese espíritu estajanovista que tiene este equipo, dispuesto a convertirse en una barricada humana cuando haga falta. Con este asedio, con el Real Madrid con tres centrales, el Salzburgo mandando balones a la olla, y con salidas puntuales a buscar el área rival, se llegó al final del partido con 1-2 en el marcador, y un reguero de sudor y de orgullo empapando cada camiseta rosa.

El Real Madrid, con esta victoria, ha conseguido varias cosas: la primera y más importante, alcanzar la final de la UEFA Youth League por primera vez en su historia, una circunstancia extraña, teniendo en cuenta el club del que hablamos. Además, lo ha hecho mostrando una solidez defensiva, una fortaleza mental y un espíritu de sacrificio fuera de lo normal, cuando estamos hablando de chicos de 18 a 20 años que están donde están, más que nada, por su talento. Pero, sobre todo, lo que ha conseguido esta camada de cachorros madridistas es ir aumentando el seguimiento de sus aventuras por cada vez más aficionados madridistas, y han convocado, a ésos y al resto, a verlos el próximo martes, a las 18:00, para jugar la final contra el Benfica, y tratar de hacer buena la maldición del equipo portugués, y buena la tradición del madridista en este siglo XXI. Ojalá se cumplan las dos, y esta generación de chicos cumpla con la tradición de que el Real Madrid no juega finales: las gana.

 

RESULTADO FINAL: Red Bull Salzburgo, 1 – Real Madrid, 2.

 

GOLES:

0-1: 4′ Juanmi Latasa (asistencia de Marvin Park)

0-2: 32′ Miguel Gutiérrez  (asistencia de Marvin Park)

1-2: 50′ Sucic (penalti)

 

REAL MADRID: Toni Fuidias; Sergio Santos, Pablo Ramón, Víctor Chust, Miguel Gutiérrez; Antonio Blanco, Marvin Park (Óscar Aranda, min. 69), Iván Morante, Sergio Arribas (Álvaro Carrillo, min. 85), Carlos Dotor y Juanmi Latasa (Pablo Rodríguez, min. 71).

 

ÁRBITRO: Pavel Orel (República Checa). Mostró tarjetas amarillas a Latasa (min. 61) y Dotor (min. 90).