Una crónica de: @MiedoEscenico2
Se presentaba en cuartos de final de esta peculiar edición de la UEFA Youth League el Real Madrid para enfrentar a otro equipo italiano en el Colovray Sports Centre de Nyon, el Internazionale de Milán, tras haber dejado en la cuneta a la Juventus de Turín en la ronda anterior. Raúl planteó una alineación inicial aparentemente semejante a la de aquel partido, aunque las bajas de Dotor por acumulación de amonestaciones y de Jordi por su expulsión frente a la escuadra juventina le obligaban a cambiar piezas. Además de los cambios obligados, Luis López ocupó la portería en detrimento de Fuidias. Sergio Santos, Pablo Ramón y Víctor Chust conformaban una sorprendente línea de tres atrás, y aparecían como supuestos carrileros Marvin Park y Miguel Gutiérrez. Blanco en el pivote, Morante y Arribas acompañándole como interiores, Pablo Rodríguez partiendo de la posición de falso extremo izquierdo, y Latasa de boya arriba para recibir y distribuir lo que le llegara.
Lo cierto es que, a los cinco minutos, el Madrid ya había rematado dos veces, una fuera de Morante, tras una penetración por banda de Marvin con pase atrás, y otra que paró el portero a Pablo Rodríguez, desde dentro del área. Pronosticábamos un partido duro, por la tendencia del Inter a ir al choque y, efectivamente, la primera parte vio cómo hasta cuatro jugadores italianos eran amonestados, tres de ellos en los primeros 20 minutos. Por el lado madridista, el amonestado fue Miguel Gutiérrez… por pedir al árbitro una amarilla para un rival que acababa de patear la clavícula de Chust. En el minuto 12, un impresionante zurdazo de volea de Morante obligó al portero italiano a desviar a córner con apuros. El equipo blanco se había hecho con el control del juego y Marvin era como un cuchillo caliente entrando en la mantequilla de la zona izquierda de la defensa neroazurra. Aun así, el entramado defensivo interista, con tres centrales expeditivos y dos pivotes por delante, evitaban que las ocasiones creadas cristalizaran en cambios en el marcador.
En el minuto 25, un córner interista acabó con un intento de despeje de espuela de Sergio Santos que salió directo hacia la portería, y solamente los monumentales reflejos de Luis López impidieron el autogol de su compañero. Para ese momento, se comenzaba a hacer grande la figura negra y azul del francés Lucien Agoumé, cortando el juego madridista, iniciando el propio, sacando cada falta, cada córner y con una zancada fuera de común. El medio centro, de 1.86, parecía medir 5 metros de tobillo a tobillo, llegaba a todas y todas distribuía con criterio. Afortunadamente, el resto del equipo apenas le acompañó en esa fase final del primer tiempo, y tampoco ese despliegue se transformó en verdadero peligro. Las salidas del equipo blanco tampoco eran especialmente lúcidas, y no se traducían en oportunidades de gol. Unos últimos minutos de acoso del Inter, que sacó varios córners, llegaron a su fin con un remate desviado de Sergio Arribas, apenas a dos metros de la portería, pero muy escorado.
Llegaba la pausa del descanso con el empate a cero inicial, pero la sensación era de que el Madrid controlaba el partido, el Inter iba poco a poco generando más peligro, y el que cometiera menos errores sería el que lo tendría más fácil para ganar. La segunda parte empezó como la primera, y a los 30 segundos, una jugada trenzada del equipo madridista finalizó con un centro de Miguel Gutiérrez al área pequeña, y un remate de cabeza de Sergio Arribas por encima del larguero. Los madridistas comenzaron a presionar más arriba, y los interistas a salir en velocidad. Otro remate de cabeza de Marvin tras combinar con Arribas invitó a pensar que el interior madrileño empezaba a entrar en combustión, pero un minuto después un despeje de cabeza de Pablo Ramón dejó el balón muerto a los pies de Kinkoue que, afortunadamente, no es delantero, y lo demostró mandando el balón directamente fuera. La sensación era de que el partido se había abierto, y el Madrid comenzaba a conectar cada vez más fácilmente en las salidas.
Blanco comenzaba a aparecer en su versión más dedicada a cortocircuitar el juego interista, Morante acompañaba cada salida, pero quien comenzó a crecer de una manera impresionante fue el pequeño zurdo Sergio Arribas. Emulando a Speedy González (“¡Arriba, arriba!”) se presentó en la zona de tres cuartos para recibir cada balón y encabezar las hostilidades blancas con conducciones que continuamente hacían pensar que perdería el balón, pero no se sabe muy bien cómo (“¡Ándele, ándele!”) se la acababa llevando. En el minuto 57 se fue como un ratón supersónico, dejando un surco en diagonal de derecha a izquierda, superando rivales, y se plantó en el área. Allí le dio el balón a Pablo Rodríguez, que no se lo creyó, hizo un mal control y, ante la salida del portero, le recortó. El portero le tocó, el árbitro pitó penalti, amonestó a Pozzer –buen portero- y el equipo blanco se preparó para adelantarse. El problema es que Chust se encargó de lanzar el penalti y no lo hizo ni muy escorado ni muy raso, y también es cierto que Pozzer hizo un paradón y evitó el gol.
A veces, estas jugadas son trascendentales en un partido de la alta competición, y mucho más si tienes 20 años. El caso es que la jugada fue trascendental porque el árbitro, además de amonestar a Pozzer, sacó al argentino Vezzoni la segunda amarilla, por el brutal tantarantán que había intentado pegarle a Arribas al inicio de la jugada. Una vez el Inter con uno menos, el Madrid pasó unos minutos de perplejidad, como no creyéndose que había fallado un penalti y además tenía al rival en inferioridad. Incluso tuvo el cuadro azul y negro una llegada, que Luis López desactivó con una estirada, y que hizo sentir a sus compañeros de equipo que tenían ahí detrás a un guardia de seguridad dispuesto a que no pasara ni uno sin permiso.
En el minuto 64, en el segundo córner consecutivo, Arribas volvió a demostrar que estaba inspirado. Sacaron en corto, e hicieron la jugada más simple de la historia del fútbol: balón atrás para Miguel Gutiérrez, el lateral lo metió en profundidad al punto en el que entraba Arribas en carrera, y éste dio un pase de la muerte que Marvin Park remató con la izquierda entre una nube de jugadores interistas en el área pequeña. El 0-1 pareció tranquilizar al equipo blanco, y Raúl dio entrada a Aranda por un Pablo Rodríguez que se había dejado la piel peleando con media defensa interista (todos los del lado derecho); poco después, sería Sintes el que entrara por Marvin, para acabar de echar cemento en el medio. En defensa, el Madrid no tenía problema en hacerse un armadillo, con dos líneas, de cinco y tres, bien definidas, mientras esperaba el momento de recuperar el balón y salir a por la yugular italiana. En el minuto 68, otro paradón de Luis López al único remate a puerta del conjunto italiano en todo el partido, un cabezazo ajustado al palo de Casadei, volvió a dejar claro que el cancerbero de 1’92 hoy llevaba el uniforme, la porra y las esposas.
En el minuto 75, los chicos de Raúl volvieron a repasar la lección del contraataque. Sergio Santos despejó de cabeza, Blanco jugó también de cabeza hacia la banda para Arribas, que se la devolvió con un toque lateral, Blanco adelantó esta vez para Latasa, que controló y, agarrado por el defensa, consiguió mandársela a Morante y, éste, también al primer toque, dejó a Arribas entrando hacia el área conduciendo el balón y gritando “¡Ándele, ándele y arriba, arriba!”. Lo fascinante que es que, una vez allí, se paró en seco y trató de hacer un giro. El central Kinkoue, que ya iba lanzado, se lo llevó por delante, y, si hubieran estado allí, se hubiera llevado por delante también dos jarrones chinos y una estantería del Ikea. Se volvió a señalar penalti, y esta vez Miguel Gutiérrez no dudó en mandarlo raso y ajustado al poste para marcar el 0-2.
El Inter no se rendía (hay que decirlo) y seguía tratando de llevar peligro con córners y centros laterales, todo corazón e ímpetu, pero en cuanto a juego estaba literalmente desconectado. Y el Madrid salía, cada vez que lo hacía, con el cuchillo entre los dientes y dispuesto a hacer pupa. En el minuto 83, una de estas salidas acabó con Aranda centrando desde el lado izquierdo para Arribas, que estaba al otro lado del área, solo como si nadie se hubiera enterado de que había llegado allí. Y, esta vez, el chaval poseído por Speedy González, mostró una calma y una técnica fuera de lo común, para templar el balón tiernamente al corazón del área pequeña, donde el hiperactivo Morante lo picaba con la cabeza para establecer el 0-3 definitivo. De ahí al final, ya con el billete para las semifinales sacado, Raúl dio descanso a Arribas y a Latasa, y entraron al campo Peter y Salazar, que en el poco tiempo que estuvieron en el campo, no pararon de generar jugadas de peligro, incluido un remate de cabeza que detuvo Pozzer.
Con esta victoria, los chicos de Raúl consiguen un pase muy merecido a las semifinales de esta competición, en las que se enfrentarán al Salzburgo austríaco, el próximo sábado 22 de agosto a las 18:00 horas. Ahora toca que los chavales se recuperen del esfuerzo, y que aprovechen esta sensación de haber confirmado que lo de la Juventus no fue una casualidad, para enfrentar al equipo austríaco patrocinado por esa multinacional de la bebida que dicen que te da alas… Ojalá el próximo sábado descubramos cuál de los nuestros es el matador que le mete una estocada hasta la bola al toro rojo.
RESULTADO FINAL: INTER DE MILÁN, 0 – REAL MADRID, 3
GOLES:
0-1: 64’ Marvin Park.
0-2: 76’ Miguel Gutiérrez (penalti).
0-3: 83’ Morante.
REAL MADRID: Luis López; Sergio Santos, Pablo Ramón, Víctor Chust; Marvin Park (Sintes, min. 74), Antonio Blanco, Iván Morante, Sergio Arribas (Peter, min. 84), Miguel Gutiérrez; Pablo Rodríguez (Aranda, min. 65) y Juan Latasa (Israel Salazar, min. 84).
ARBITRO: Stegemann (Alemania). Mostró tarjeta amarilla a Miguel Gutiérrez (m. 11), Blanco (min. 46) y Sintes (m. 79).
Imagenes: realmadrid.com