CRÓNICA | A tomar por saco: Manchester City 2 – 1 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Pues sí, amiguetes, sí. Se acabó la temporada y no fue de la manera más agradable. Hoy empiezo la crónica por el final porque Toni, que es un boss que da libertad creativa a sus redactores, me da su bendición para escribir lo que quiera. Y tengo las teclas cargadas de pólvora y de cabreo, como cualquier madridista que haya visto el partido. Confieso que no he entendido la alineación, no he entendido a qué jugábamos, no he entendido los cambios, ni su naturaleza ni su momento, y hoy es de esos días en que no he entendido lo que pretendía Zinedine Zidane,

Habrá alguno que me acuse de oportunista, pero, en mi descargo, le invito a leer otras crónicas en que el equipo no ha estado a la altura, e incluso algunas en que el resultado ha sido favorable. Hoy ha sido uno de esos días en que Zidane podría haber perdido las llaves de su casa, dejarse el grifo abierto en la bañera del hotel o haberse quedado embarazado, porque, en mi humilde opinión, no dio una a derechas. La alineación ya presagiaba ciertas dificultades. Salimos en esta noche de Champions con Courtois en portería, y una línea defensiva compuesta por Carvajal, Varane, Militao y Mendy. La que a muchos aficionados le parecía la más lógica, mientras que a otros nos preocupaba. No solamente por ser la que había recibido tres goles en París, allá por septiembre, sino porque evidenciaba un problema bastante claro: en el Real Madrid actual, moleste a quien moleste esto que voy a decir, solamente hay dos defensas que tengan capacidad para sacar el balón jugado: uno tiene 34 años y estaba sancionado. El otro tiene 31, pero vio todo el partido desde la grada, y ha sido aporreado por la afición desde mediados de la temporada pasada.

Imagen: realmadrid.com

Pues sí, estimado lector o lectora -que cada vez es más evidente que ellas saben tanto o más que nosotros de fútbol- la defensa que presentó el Real Madrid ayer no sabe sacar el balón jugado cuando la presionan. Esto, que parece una tontería, tiene su importancia, especialmente por tres motivos. El primero, que el equipo no tiene capacidad para hacer llegar un solo balón en condiciones a la zona de medio campo que es donde se crea el fútbol. El segundo, que la opción que queda, cuando un equipo como el Manchester City te presiona arriba, es mandarla a tomar por saco, parafraseando a Zidane tras el partido de Valladolid, y como hicimos nuestro @pepo2204 y yo en #ElDivan de @eldiariodemou, para evitarte problemas defensivos. El tercer motivo es que un jugador, harto de pegar patadones, o renuente a hacerlo, puede intentar hacer algo diferente, y quizá equivocarse. Y precisamente fue esta tercera opción, la de equivocarse, la que escogió Raphael Varane para dar inicio a su noche más funesta con la camiseta del Real Madrid. Porque, desgraciadamente, esta noche se recordará por los errores de Varane, y no porque nadie le dio el plano de por dónde encontrar una salida.

Corría el minuto 9 cuando Varane cometió un error, Gabriel Jesús le robó el balón, puso un pase horizontal y Sterling mandó la pelota al fondo de la red madridista, con Militao pasándose de frenada intentando evitar el remate. El 1-0 solamente certificaba una realidad: el Real Madrid estaba ahogado atrás, sin poder sacar el balón con una cierta limpieza. Esto se mantuvo hasta el minuto 20 más o menos, con el City presionando, recuperando, llegando y rematando. No está de más parar un momento para decir que Thibaut Courtois ha sido, con diferencia, el mejor madridista del partido. En los peores momentos, sostuvo al equipo con magistrales paradas y, aunque encajara dos goles, evitó otros cuatro. Sin exagerar ni un ápice. Solamente este dato da idea de cómo fue lo del equipo anoche de color rosa.

Imagen: realmadrid.com

A partir del minuto 20, lo que le dio algo de oxígeno al equipo madridista no fue que empezara a sacar el balón con más facilidad: hizo lo único que podía hacer, correr para recuperarlo en el centro del campo, y a partir de ahí construir algo más. Desde ahí hasta el descanso, el Madrid comenzó a dar más sensación de peligro, y de hecho fue en el minuto 28 cuando pasó algo diferente. Porque, como hablaba con amigos con los que ví el partido, Yolanda y @gdelatorre, en la Champions acaba ganando el que hace algo especial y diferente. Ganar la Trécima en Kiev pasó, por si no se había dado cuenta, lector o lectora, por un delantero que fue a tocar un saque del portero (algo muy poco habitual pero lleno de un instinto especial), un lateral zurdo que centró con la derecha para que un extremo recién entrado al campo y que nunca había marcado de chilena lo metiera, y que fue éste mismo le pegó a la pelota desde 40 metros de forma completamente inusual y marcó otro.

Esta vez fue Rodrygo Goes el que demostró algo especial, estar tocado de una magia diferente en esta competición. Recibió un balón de espaldas y, con un sutil toque con su pie derecho, desarmó a Joao Cancelo, ganó ventaja y espacio para centrar al corazón del área pequeña, y puso el balón en la cabeza de Benzema, que en su versión ariete remató de cabeza a las redes de Ederson, incrustado entre los dos centrales del equipo celeste. El 1-1 dio algo de brío al Madrid, que recordó quién era durante unos minutos, y que siguió recuperando y atacando el área rival. En la parte final de esa primera parte, el partido se convirtió en un vaivén, un encuentro de ida y vuelta, que no acabó con más goles por poco. El descanso ofrecía un mejor marcador que sensaciones, con un Madrid un punto mejor situado en el campo, y un City algo dudoso.

Imagen: realmadrid.com

La vuelta en la segunda parte, y el conjunto general de ésta, fue un dibujo borroso y desteñido del Madrid que se había visto en el tramo final de Liga. Apenas tuvo el balón, se vio obligado a defenderse de los ataques del equipo citizen, y no llegó con peligro al área rival. Decir lo contrario es tontería. Siguió mostrando un atasco cada vez más importante en la salida de balón, cometió errores en la zona de peligro, especialmente Casemiro, Kroos y Modric fueron sombras de sí mismos mientras perseguían camisetas azul celeste, Benzema se aburría y se le veía más defendiendo que atacando, Rodrygo esperaba balones como el que espera a que le recoja Mar Saura en un Corvette, y Hazard… De Hazard solamente podemos decir que salió al campo. No marcó diferencia alguna, no mostró su capacidad para el regate en carrera, no hizo nada destacable, y fue un misterio que permaneciera 83 minutos en el césped. En el minuto 68, otro error de Varane, en una mala cesión de cabeza a Courtois, por no mandar el balón a la banda, o a tomar por saco, costó el 2-1 y la eliminación virtual del equipo madridista. Pero, para qué engañarnos, tal y como estaba transcurriendo el partido, nada parecía hacer presagiar una reacción del Madrid.

El tema de los cambios es otra cuestión bastante llamativa. Cuando, en el minuto 61, Zidane dio entrada a Asensio por Rodrygo, yo, personalmente, no entendí nada de nada. De una tacada, eliminó del campo a uno de los pocos jugadores capaz de hacer algo diferente, introdujo a otro en su lugar que apareció un par de veces y poco más de ahí al final, y desaprovechó la oportunidad de cambiar algo en el partido. Hazard estaba desaparecido y el centro del campo perseguía sombras continuamente ¿No hubiera sido más sensato meter a Valverde por Hazard, que no estaba aportando nada, y dejar a Rodrygo? El caso es que la entrada de Asensio fue como la gaseosa, un poco espumosa al principio, y luego un agua amarga y sin fuerza. Otro misterio es que Zidane no cambiara nada ni a nadie más hasta el minuto 83, en que hizo un triple cambio. Que entrara Valverde por un Modric proactivo y vacío de energía podía entenderse. Pero lo que no parecía tener mucho sentido es que entrara Jovic, casi inédito en el tramo final de Liga, por Hazard. El tercer cambio fue la entrada de Lucas Vázquez como lateral derecho en lugar de Carvajal, que había manifestado molestias desde el inicio de la segunda parte. Carvajal, por cierto, fue de lo poquito aseado de la defensa, con esa actitud aguerrida y proactiva que le caracteriza. Y quedó un quinto cambio sin hacer, mientras Marcelo y Vinicius veían el partido desde la grada.

Imagen: realmadrid.com

Así, fueron transcurriendo los minutos hasta el final del descuento, sin que el Madrid diera, en ningún momento, sensación de poder remontar el partido, ni la eliminatoria. Es decir, que nos hemos ido a tomar por saco de la Champions en octavos de final, por segundo año consecutivo. Probablemente será un partido recordado porque Bale pidió no jugarlo (visto lo visto, hasta parece razonable), porque Varane cometió dos errores impropios de él, porque Zidane no sacó a Vinicius, o porque fue la última vez que algunos jugadores vistieron la camiseta del Real Madrid. Desde mi punto de vista, ha sido un partido en que el Madrid cayó por no saber mandar a tiempo el balón a tomar por saco, cuando era la única opción que le quedaba por no saber sacarlo jugado bajo presión. Lo cual debería invitar a reflexionar sobre el futuro y las necesidades de este equipo.

Hasta entonces, despedimos la extraña temporada 2019/20 con una Liga y una Supercopa en las vitrinas (2 de 4 títulos) y una amarga sensación, un regusto de que se ha terminado una era, y que hace falta refundar algo para que empiece otra. La hegemonía europea del Real Madrid ha tocado a su fin, definitivamente, tal y como la hemos conocido, y llega el momento de construir un equipo de futuro. Y las vacaciones, para los jugadores, para el entrenador y para los que hemos contado sus andanzas durante estos meses. Así que, desde estas líneas, esperando que estos tiempos que vivimos os hayan golpeado lo menos posible, nos despedimos hasta la próxima. Hala Madrid. Siempre.