CRÓNICA | El karma futbolístico (Parte I): Levante 1 – 2 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

El karma es una cosa muy poco clara. Se supone que es eso de que lo que haces, te acaba siendo devuelto. Si es algo bueno, te volverá algo bueno. Si no lo es, te volverá algo peor. Lo cierto es que, extrañamente, el partido que jugó esta noche el Madrid en el Ciudad de Valencia, acabó con victoria blanca. Y que no pareció merecida, a juzgar por el juego que desplegó, especialmente en la primera parte. Pero es que ya la primera parte finalizó con el Madrid adelantado en el marcador, de manera inexplicable.

Para empezar, Solari sorprendió a todo el mundo poniendo a los de siempre. Aunque algunos demostraron un rendimiento muy bajo en la última media hora contra el Girona, aunque viene la vuelta de la semifinal de Copa, aunque hay que hacer rotaciones… Solari salió con lo más parecido a un once titular: Courtois; Carvajal, Varane, Nacho, Reguilón; Casemiro, Kroos, Modric; Lucas, Benzema y Vinicius. Se supone que el Madrid salía a dominar el juego e imponer la calidad de sus jugadores, con el añadido de mantener una concentración muy alta para controlar la tendencia del Levante a lanzar en largo a sus delanteros, especialmente Morales.

Pues no. El partido empezó con el Madrid saliendo muy torpemente con el balón jugado y el Levante lanzando continuamente pelotas arriba, recuperando muy rápido el balón y montando contraataques o jugando con cierto control del juego. Además de eso, hay que decir que el equipo levantinista se empleó a fondo para desarmar el juego de espaldas tanto de Benzema como de Modric, rebañando un balón tras otro, tocando o no los tobillos de los jugadores blancos. Kroos naufragaba, los pases se quedaban cortos, el Levante castigaba preferentemente el ala de Reguilón y no se entendía nada. Estaba el equipo de Orriols en su salsa, sin dificultades para robar, salir y crear peligro.

En la parte central de la defensa madridista, Nacho no acababa de recuperar ese estado de forma que el año pasado le situaba como el quinto hombre por su polivalencia, y volvía a mostrar carencias semejantes a las del día del Ajax, con Varane haciendo su trabajo con un ojo puesto en él para las ayudas. Una tarjeta amarilla en la primera parte condicionó al central canterano para el resto del partido, en una falta clara para cortar una avance de Morales. Para entonces, el Levante había llegado varias veces a la portería defendida por Courtois, especialmente en jugadas a balón parado, de las que la más peligrosa, en el minuto 22, había sido un remate de Roger al palo izquierdo, tras un cabezazo de Rober Pier a la salida de un córner.

Del Madrid apenas había noticias. Benzema se empeñaba en fallar pases cortos, largos y el único remate de que disponía. Vinicius trataba de entrar por banda y se iba de la defensa, pero se dejaba el balón atrás, o se le iba demasiado largo. Kroos fallaba algunos pases, salía a defender a destiempo, se resbalaba… Lucas ayudaba denodadamente a cerrar la banda de Carvajal, y arriba se estampaba una y otra vez contra la defensa levantinista, que pegaba con la complacencia del árbitro Iglesias Villanueva. Entonces, para cuando el partido ya llevaba más de media hora en juego, entendimos bastante de lo que estaba pasando, tras ver una repetición televisiva con la cámara lenta: aunque el último día que llovió en Valencia fue hace más de una semana, en cada jugada en que tocaba el césped, el balón hacía saltar agua al contacto. Ahí comprendimos por qué cada balón del Madrid se atascaba por el camino, y no llegaba a destino, mientras que los lanzamientos aéreos del Levante sí alcanzaban su objetivo. Entendimos así los resbalones, la lentitud exasperante, los pantalones empapados tras ir al suelo. El Levante había decidido llevar el partido a un pantano. Y, efectivamente, había empantanado al Madrid, que tardó en darse cuenta de que tenía que cambiar la forma de jugar. Algo que empezó a pasar a la media hora de partido, también.

Y, curiosamente, poco antes del final de la primera parte, minuto 39, en una jugada tan aparentemente inofensiva como las anteriores, Lucas centró desde la banda derecha, y Bardhi optó por protegerse la cara adelantando la mano y desviando con ella el balón. Aunque el juego siguió, desde la sala del VAR, avisaron al árbitro de que probablemente era penalti, y el árbitro lo señaló así tras consultar la pantalla a pie de campo. En el minuto 41, Benzema lanzaba el penalti y hacía subir el 0-1 al marcador. Para dar idea de lo perplejo que estaba el Madrid, tras el saque de centro, al Levante le bastaron cuatro toques para que Roger se plantara prácticamente solo delante de Courtois y enviara el balón al poste, de nuevo, ante la mirada impasible del belga… y del karma.

Llegó el descanso y la segunda parte empezó con otra sensación. El Levante seguía chapoteando a su gusto, sí, pero el Madrid empezó a jugar el balón dando más fuerza a sus pases, y elevando el balón al tocarlo, con lo que se empezaron a multiplicar las conexiones. Y, con las conexiones, llegaron un remate de Vinicius desde fuera del área, un cabezazo de Benzema que rozó el larguero, otro remate de Vinicius que salió fuera… Las estadísticas dicen que el porcentaje de acierto en los pases largos del Madrid pasó del 38% de la primera parte al 68% en la segunda, y eso explica casi todo.

Aun así, ahora que el Madrid ya estaba con el bañador, dispuesto a demostrar que en un estanque también podía jugar, llegó un jarro de agua fría: un pase en profundidad a la espalda de Carvajal para Morales, el lateral y Varane que fueron a cerrarle, un centro del delantero levantinista y… Nacho llegó tarde, mientras que Roger consiguió tocar el balón lo justo como para que saliera cruzado hacia la red de Courtois. El 1-1 espoleó al Madrid, que trató de remar contra corriente, a sabiendas de que no podía dejarse llevar. Remates de Vinicius, de Modric, de Lucas Vázquez, que naufragaban antes de llegar a portería, frente a un Levante bien cerrado atrás, que trataba de nadar y guardar la ropa.

Llegado el minuto 68, Solari decidió modificar algunos aspectos del juego y relevó a Kroos, que había mejorado en la segunda parte, por Valverde, para meter más músculo y recuperación en el medio. Más remates, de Benzema, de Vinicius, que no conseguían el objetivo. Benzema dejaba su sitio a Bale en el minuto 73, una vez que el técnico argentino era consciente de que el balón iría mejor por arriba que por el suelo. Y, en el minuto 75, un intento de jugar el balón por Casemiro dentro del área, tras un córner, finalizaba con una patada aparentemente al aire de Doukouré que llevaba al medio centro brasileño a rodar por los suelos, dolorido en su pierna derecha. El árbitro señaló penalti, ante las protestas del equipo azulgrana, pero el VAR confirmó lo señalado. Bale se encargó de transformar el penalti y, con él, el 1-2, enviando el balón al mismo sitio que Benzema en la primera ocasión. Tras marcar el penalti, algunos compañeros fueron a felicitar al galés, que se deshizo de ellos con actitud de enfado. Desafortunadamente, será un tema que dará carnaza a los medios los próximos días, y que, sin duda, resulta inoportuno en tiempo y forma.

El último cuarto de hora, una vez que el árbitro dejó de mantener la actitud condescendiente hacia la violencia utilizada por los jugadores del Levante, vio cómo se señalaron faltas que anteriormente habían sido ignoradas, y algunos levantinistas vieron tarjeta. También la vió Nacho en el minuto 85 por segunda vez, con lo que fue expulsado. Y, de manera anecdótica, la vieron también dos jugadores del Levante, uno ya sustituido (Rochina) y otro que no había llegado a entrar en el terreno (Pedro López), con lo que el equipo granota acabó con 11 jugadores en el campo y dos expulsados. En el minuto 82, Vinicius había dejado su puesto a Asensio, con la clara intención de reservarlo para el partido del próximo miércoles de Copa del Rey. Y tras un remate de Bale y otro de Valverde, el partido finalizó con la victoria madridista.

Está claro que, con el juego desplegado, es muy complicado que el Real Madrid aspire a nada, pero no conviene tampoco negar la evidencia de que las condiciones, especialmente en la primera parte, jugaron un papel influyente en esta circunstancia. En la segunda, el equipo blanco se adaptó al medio (acuático) y, desde el momento en que el árbitro mostró el mismo rigor con unos y otros, Modric pudo liberarse algo más para volver al ser el motor del equipo, aparte de su brújula. El partido-trampa que era el pantano del césped fue solventado con algo de fortuna por parte del equipo blanco. Pero… es que esto era el karma, también. El problema es que con el karma puede no ser suficiente para alcanzar la final de la Copa del Rey el próximo miércoles…


Imagenes: realmadrid.com