Un articulo de: @ErZuru2000
Con la venia.
Estimados/as amigos/as, yo ya no me atrevo a decir aquello tan manido de “si ustedes creían que ya lo habían visto todo…” porque es evidente que no, no lo hemos visto todo y más vale que nos vayamos haciendo a la idea de que nos volverán a sorprender, y desagradablemente. Ya sé que es un débil intento de evitarles disgustos sobrevenidos, pero es lo que hay.
El VAR, el VAR es cojonudo, como el VAR no hay ninguno. Casi les faltó a muchos canturrearlo cuando se supo que se iba a implantar este sucedáneo de lo del mundial de Rusia. Y yo, que soy mala persona y mal pensado, intuí, en cuanto supe que mi amigo íntimo Clos Gómez estaría al frente del tema, que iba a ser que no. Peor, si me apuran, cuando supe que el tipo que daría el visto bueno a repeticiones y tomas diversas era un tal Oscar Lago (@oscarlago) que aparece en la bio de su cuenta de twitter abrazado a Johan. No, no se molesten. Tiene la cuenta cerrada. Al parecer D. Oscar es uña y roña de D. Jaume Roures. A más a más, la empresa que patrocina el invento del VAR, es propiedad de D. Jaume Roures, comunista, independentista y forofo del Barça, el ejército desarmado de Cataluña que diría Vázquez Montalbán. Nada bueno podía salir de la conjunción de Clos, Tebas, Mortadelo y Roures. Nada.
La cosa empezó a apestar cuando se supo que un arquitecto llamado Nacho Tellado (entrevistado por varios periódicos digitales de redes sociales) decía haber detectado fallas importantes en el VAR de Roures y así lo había demostrado en ese extraño programa de madrugada de TV al que acuden los mejores tertulianos e intelectuales de toda España. Según palabras del arquitecto, ese otro extraño sujeto llamado Javier Tebas pareció tomarse cierto interés en el propio arquitecto a través de Linkedin. Poco después D. Javier, anunció urbi et orbi que los cálculos efectuados por el Sr. Tellado estaban equivocados, sin que yo, humilde aficionado, hasta el día de hoy haya visto o leído un análisis justificado del Sr. Tebas de los errores cometidos. D. Javier es un tipo peculiar con el que yo no me tomaría ni medio tinto con sifón. ¿Recuerdan ustedes el affaire con el alcalde Vigo a propósito de las uralitas voladoras? ¿Recuerdan la gestión llevada a cabo por D. Javier de ese tema? ¿Recuerdan como este jeta no defendió los intereses de uno de sus afiliados? ¿Recuerdan que este tipo fue asesor de Piterman? Pues si recuerdan todo eso yo, además, les recuerdo que D. Javier también es uña y roña de D. Jaume.
El caso, amigos/as, es que el joven arquitecto fue desapareciendo del programa de TV ese en el que llevaba trabajando cinco años analizando jugadas (sobre todo de fueras juego) y, al decir de todos, con impresionante éxito para satisfacción de su jefe, el tal Pedrerol. Según las palabras del propio Nacho, nadie le explicó nada e incluso alguno de sus compañeros de penurias, empezaron a dejar de seguirle en redes sociales. Hablando en plata, lo que vendría a ser un apestado. La cuestión estaba clara: o alguien había movido la silla del tal Nacho o alguien, de repente, un día se levantó, vio la luz y se dio cuenta, cinco años después, de que todo había sido una apestosa mierda, muy poco profesional y escasamente fiable. El tal Nacho Tellado se estaba quedando con todos y había que echarlo. Quédense con la opción que más les plazca. Yo soy mala persona y mal pensado, creo que el joven arquitecto había pisado el callo que no debía. Pero ustedes mismos. Fue sustituido por otro arquitecto.
Las líneas de colores que antes trazaba el VAR, nunca más se volvieron a ver. Tan es así que en la famosa jugada de Canales, se dio validez a un gol y todavía estamos a las espera de saber. Me temo que nunca sabremos. Esta extraña desaparición, aumentó la sensación fétida de compadreo y amaño. Entiéndanlo, cualquiera se arriesgaba a poner las líneas del VAR exponiéndose a que el Pepito Grillo, que acababan de echar del programa de TV (por razones desconocidas), te demostrase que estaba mal. Cuatro millones de euros, oigan. Cuatro. Así pues, fuera las rayas de colores del VAR.
La sensación alcanzó su punto álgido cuando todos los intelectuales invitados al programa del Sr. Pedrerol se lanzaron, como un solo hombre, en defensa del nuevo arquitecto contratado al efecto y haciendo befa, mofa y escarnio de Nacho Tellado durante el primer programa en el que intervino el novato. Su cálculo, oh sorpresa, daba la razón al VAR por dos centímetros. El Sr. Tellado tuvo la amabilidad de colgar su cálculo geométrico en twitter y el resultado era totalmente contrario. Canales estaba en fuera de juega por diez centímetros.
Uno de estos intelectuales, también contertulio de RMTV y cuyo nombre acabo de olvidar para siempre, tuvo la peregrina ocurrencia de repetir el argumento en el magazine de por las tardes de RMTV. El presentador y Miguel Ángel Muñoz le miraron como se mira a un extraterrestre.
Miguel Ángel Muñoz enseñó el cálculo de Nacho Tellado y afirmó que Canales estaba en fuera de juego por doce centímetros (se equivocó, eran diez), a lo que el personaje invitado contestó diciendo que no, que ese cálculo era erróneo. Miguel Ángel Muñoz, con cierta dosis de mala leche, le preguntó que él cómo lo sabía si las imágenes y los cálculos del VAR no se habían hecho públicos. El personaje invitado se fue por los cerros de Úbeda y todos los que estábamos viendo RMTV supimos por qué. Aquello acabó en twitter y ese personaje se enfadó mucho y se puso a bloquear gente en lugar de dar una explicación argumentada de los motivos por los que el cálculo geométrico del Sr. Tellado estaba errado. Y es así, como se acaba conociendo el material del que están hechos algunos fulanos que presumen de independencia, honestidad, dignidad y valores.
Esta triste historia es conocida por todos ustedes, pero me viene muy a mano para recordarles la esencia del VAR que estamos disfrutando en el fúrbol ejpañol. Para recordar quienes son sus dueños, sus ramificaciones, sus imperfecciones y las consecuencias sobre aquel que ose llevar la contraria. Repito: cuatro millones de euros, la broma.
Les resumo. El Proyecto VAR puede tener errores. Al individuo que descubre los potenciales errores lo echan del programa de TV en el que demostró esos posibles errores. El sujeto que azuzó su despedida es íntimo del dueño del tinglado, el amo Roures. Todos los intelectuales que intervienen en ese programa, como un solo hombre, descalificaron (SIN PRUEBAS) el trabajo de su antiguo compañero y defienden a pies juntillas el del nuevo arquitecto. Desparecen las líneas y rayas de colores del VAR.
Este es el Proyecto VAR. Dudas, sombras, sospechas, falta de transparencia, extraños personajes en su gestión, etc. Pero no todo acaba aquí. Hay más y peor. Hay varios casos de fallos inexplicables, pero retomemos solo los dos más mediáticos.
Aconteció el atropello a Vinicius. El penalti más claro en lo que va de liga. Difícil encontrar algo parecido. Munuera, a escasos metros de la jugada no apreció penalti y gritó lo ya sabido de “¡Balón, balón, balón!”, viendo lo que nadie había sido capaz de ver. Rulli no toca el balón, lo roza con el dedo anular de la mano izquierda o derecha (no recuerdo). El roce es tan leve que hace falta una de esas cámaras superlentas para ver el minimérrimo movimiento del guante de Rulli. Por supuesto ni desviaba la trayectoria ni alejaba el balón del alcance del jugador brasileño, que iba a marcar el empate.
Esa jugada tal cual les he descrito es lo que vio (lo supimos después en aquella bochornosa rueda de prensa de autobombo que dieron el Clos y el Carvallo) el tal Melero y los montes parieron una de las frases del año, tal vez del lustro, puede que de la década o, a lo mejor, de lo que va de siglo. Todo Ok, José Luis y a tomar por culo. Y si te he visto no me acuerdo. Para mayor escarnio de todos nosotros, después nos ilustraron con esto:
Perplejo me quedé cuando leí lo anterior y, que se sepa, ni ha sido matizado ni rectificado. Según Melero era penalti pero no le dijo nada a Munuera. ¿Por qué? Si era penalti, ¿por qué le dijo aquello de Todo Ok, Pepelui? ¿Por qué todo el mundo aplaudió a Hdezbis cuando dio un toque de atención Sánchez Martínez, por el penalti de Varane a Luisito y nadie recriminó a Melero que no hubiera hecho mismo con la jugada de Vinicius? Como diría el gran Mou: ¿por qué?
La jugada era clara y transparente. Fue un escándalo mayúsculo a pesar de los esfuerzos de querer vendernos el asunto como un error humano, sin más (difícil papeleta mientras el Madrid sea el club con más aficionados de toda España). Algunos se agarraron al extraño protocolo del VAR que nadie conoce. Otros, tomándonos por gilipollas o, tal vez, víctimas de su propia gilipollez, dijeron que no era penalti. Algunos haciendo el gilipollas directamente, asumiendo la defensa del Cuerpo Arbitral:
Al mejor periodismo deportivo del mundo todo esto no le gustó nada. De ahí su intento de disfrazar todo el asunto como error humano. Error humano, claro. Por los cojones. Cuela, y ya es echarle buena voluntad, el error humano de Munuera. Con repeticiones y a cámara superlenta, cuesta Dios, ayuda, ingenuidad por toneladas y una fe infinita en la bonhomía del ser arbitral, considerar error humano lo del tal Melero. Salvo que al tal Melero le hubiesen hurtado imágenes que, vistos los últimos acontecimientos, no sería descartable. Aun así, sigue sin cuadrar la confidencia de López Nieto sobre el tal Melero.
Pues si éramos pocos, parió la abuela. Y aconteció lo de Luisito con Cuéllar. La jugada era clara y transparente como la sopa de un asilo. Tan clara y transparente como la de Vinicius. Y al igual que con Vinicius, y al contrario de lo que hizo Hdezbis, no se corrigió la decisión arbitral, ni tan siquiera se le llamó a consultas para que viese la jugada repetida.
Salieron en tropel nuestros amigos del mejor periodismo deportivo del mundo y anexos. Solo un par de ejemplos:
Que si gris, que si jugada fronteriza, que si interpretativa. O las cien mil formas de marear una pobre perdiz. En esto estaban, tan felices, cuando, de repente, apareció una imagen de la misma empresa (Bein) con sede en los USA en la que se veía con claridad y manifiestamente que Luisito cocea a Cuéllar y después le atropella. Las nuevas imágenes las tuiteó un amable señor que se llama Miguel Serrano (no confundir, por favor, con el Latiguillo. Este Miguel Serrano tiene pinta de ser un tipo serio). Esas imágenes ya han sido vistas por todos ustedes. Pero no contento eso, el Sr. Serrano, un día después, colgó el siguiente tuit con la siguiente explicación:
Vamos a ver si he entendido bien el asunto. A las 22:23:35 en los USA se recibe la imagen con la repetición que aclara todas las dudas. Imagen que nunca vimos aquí, en España. Imagen que no sabemos si el árbitro del VAR vio, porque no sabemos si hicieron con él lo mismo que con nosotros. Alguien ha prevaricado. O el árbitro del VAR o el fulano que se encarga de la realización, el famoso Oscar Lago. Este de la izquierda, según miran ustedes.
En crudo: pretenden que demos por buenos los fueras de juego analizados por el mismo VAR (que un tipo externo e independiente ha dicho que pueden estar mal) en base a las imágenes que son proporcionadas por el mismo tipo que las ha hecho desaparecer en otro supuesto esencial para resolver una jugada. Están tardando en llevar esto a los tribunales ordinarios. Algo huele a podrido en Dinamarca…y en el VAR…y en la Liga de Fútbol…y en la Federación del Mortadelo…y en Te queremos, Victoriano.
Visto todo lo anterior, vuelvo a resumir brevemente. Este es el panorama. Un VAR del que existen sospechas sobre su funcionamiento en sentido estrictamente técnico. Un arquitecto, que desarrolló un trabajo similar al del VAR durante cinco años en un programa de TV y del que todos hablaban maravillas, así lo ha demostrado. Ninguna explicación al respecto de esas posibles fallas. El peculiar jefe de la Liga dice que el arquitecto erraba. Ni una sola explicación de por qué y en qué erraba. Solo sabemos que el arquitecto ha desaparecido del programa. Ninguna explicación. Desparecen las líneas y rayas de colores que pintaban para demostrarnos la fiabilidad de sus cálculos en los fueras de juego. Ni una sola explicación por tal forma de proceder.
Desaparecen imágenes esenciales para aplicar correctamente el VAR. Las imágenes existen y a disposición de la empresa que gestiona el VAR. El desfallecimiento de Busquets y de Cillessen desaparece. Las imágenes que demuestran fuera de juego de Dembelé en el partido del Barcelona contra el Villarreal, desaparecen. El famoso penalti del Mascherano a Di María, desapareció. Ahora la coz de Luisito. Y sabemos de otros años de casos de repeticiones tardías o de repeticiones instantáneas, dependiendo de qué equipo. Incluso de falta de repeticiones. Y sabemos que, un primo hermano de la mona Chita, en época de celo, se dedicó a trazar líneas paralelas a Dios sabe qué para demostrar Dios sabe qué.
Pero hay más. Está lo más intangible: por si fuera poco todo lo anterior, nos queda el criterio de la interpretabilidad. El penalti de Varane fue tan claro como el de Vinicius e igual de interpretable. ¿Por qué lo de Varane no se juzgó interpretable y lo de Vinicius sí? Es en este momento cuando nos introducimos en el proceloso mundo de la “interpretación”. ¿Qué es interpretable y qué no lo es? Varane derriba a Suárez. Hdezbis lo ve y avisa. Rulli derriba a Vinicius. Melero lo ve y avisa: Todo Ok, Pepelui, con dos cojones. ¿Quién interpreta al que tiene que interpretar? ¿Te queremos, Victoriano? Pues vamos listos.
Puestos a interpretar, un mal pensado podría argumentar los disparates más absurdos y nadie tendría cojones a llevarle la contraria. ¿Qué le impide a Luisito aparecer con una faca escondida en la media y dedicarse a pinchar a los contrarios en los corners en el transcurso de un partido? Se podría argumentar que lo único que pretende Luisito es hacer catas para seleccionar al jugador más apetitoso a morder. Visto lo visto, Luisito podría partirle la pierna por tres partes distintas a cualquier ingenuo que ose cruzarse en su camino bajo la disculpa de que iba al balón o que, en su caso, que tocó balón. Ya lo hemos visto. Un tal Jaime Rincón en el Marca. Título: A la guerra con Luis Suárez (21/01/2019) y se puede leer este disparate.
Y esto otro mucho más grosero. Motivos para entrarle a saco. Joan Doménech, El Periódico.
Y lo vimos el domingo 20 de enero de 2019. El portero va a recoger el balón con la mano. Luisito entra con la plancha. No hay más que decir. Pichurrín (vergonzoso árbitro y garbancero), Supercroqueta, Mikildini, Isaac Mamporreitor y otros tantos más, opinan que sí hay mucho que decir. Balón suelto y que eso es interpretable. Una entrada con la plancha por delante ahora es interpretable. Y lo de Rulli también fue interpretable. Pero lo de Varane, no. Con dos cojones.
Bengoetxea, el ojo de águila que interpretó que Suárez no piscineó en aquella final de Supercopa, el domingo interpretó que Luisito no entraba en plancha. Y a ver quién le lleva la contraria. Y si hay pruebas irrefutables, como fue el caso, desaparecen. Este es el panorama.
Te queremos, Victoriano sigue vigente, son casi los mismos, aunque Victoriano ya no sea Victoriano y ahora se llame Clos. Y todos los de la secta de Te queremos, Victoriano saben perfectamente en qué consiste el criterio interpretador de Clos Gómez. Lo saben, vaya si lo saben. Melero lo sabe. Todo ok, Pepelui, no. Todo ok, Carlitos, sí. Que Carlitos Clos Gómez sea el jefe de la sección de interpretación del VAR es equiparable a poner a Joan Gaspart de Presidente de la Federación del Fúrbol y los Álbitros.
Carvallo y Clos (C&C) dieron una rueda de prensa. Se escondieron bajo unas estadísticas para descojonarse. Quisieron manipular la realidad y tal vez lo consiguieran. Siete errores, siete de no sé cuantas intervenciones. Siete errores con imágenes (suponiendo que no estuvieran perdidas) con cámaras superlentas. A esos siete errores habría que añadirle el episodio de la coz de Luisito. Todos ellos alumbrados bajo la influencia de los tres factores vistos aquí: posibles fallos técnicos, imágenes desaparecidas y la interpretabilidad de las jugadas según mejor criterio de Clos. Y les parecen pocos. Les planteo un supuesto un tanto absurdo (o no). Contéstense a sí mismos y después pregúntense si ocho errores son asumibles dadas las garantías y medios a su disposición para poder juzgar.
Se tiene usted que operar de apendicitis. Puede elegir clínica. Su médico le recomienda que se opere en la afamada clínica La Mercromina. Y le vende sus excelencias. Operó el año pasado 20.000 casos de apendicitis. Tan solo ocho errores. En lugar del apéndice amputaron una pierna, un cojón, un dedo anular de la mano izquierda, extrajeron un ojo, practicaron una vasectomía, una ligadura de trompas y operaron de fimosis a un judío (que ya lo estaba, claro) por lo que vayan ustedes a saber lo que le amputaron. Hace dos semanas la operación de apendicitis acabó en una cauterización de las almorranas.
¿Usted se operaría de apendicitis en la famosa clínica La Mercromina? Antes de contestar, observe la estadística: ocho errores entre veinte mil. Son poquísimos, los números no engañan. Claro, usted dirá que cómo es posible que una apendicitis acabe que un cojón suyo en la basura. Es muy difícil de justificar. Tan difícil de justificar como lo de Vinicius, la coz de Luisito o lo de la desaparición de imágenes. Dicen que la Fifa ha prohibido hacer públicas las charletas entre el el árbitro de campo y el árbitro del VAR. Les ha avergonzado que un árbitro de élite ante las imágenes ralentizadas del atropello a Vinicius no tuviera otra salida mejor que lo de Todo ok, José Luis.
Vistas las escasas medidas disuasorias tomadas por los jefecillos de los álbitros o por el amo Roures y su adlátere Tebas, ya les cuento yo cual será el contenido de la próxima charleta entre Melero y José Luis después de la enésima tropelía (que la habrá):
– balón, balón, balón
-…espera, espera…dame otra…dame otra
– ha tocado el balón
– vale…vale…vale…Todo ok, Pepelui… y dos huevos duros.