Un articulo de: @marcosbarroso81
Me gustaría contar una historieta, y sólo os voy a robar unos minutos. Mi padre es fácilmente el mayor madridista sobre la faz de la tierra, y ver un partido con él es toda una experiencia, como puede acreditar Teresa Arredondo Moreno. A él le debo la vida y que me haya inoculado esta enfermedad que compartimos todos y cada una de las personas que tienen a bien departir en este grupo.
Me llevó a mi primer partido en el Bernabéu con 7 años y tuvimos la suerte de que fuera aquella exhibición de Jankovic contra el Bayern de Múnich. Me llevó a ver un Tenerife-Real Madrid que ganamos con gol de penalti de Aldana. Nos comimos las dos ligas de Tenerife, con gente escupiéndonos y él retando a todo Cristo. Me ha dado lo mejor que tengo, que es la vida y el Real Madrid.
Pero de todos los partidos que hemos vivido juntos, que han sido menos de los que desearía, me quedo especialmente con uno, que no fue de los mejores pero dejó un recuerdo grabado a fuego en mi memoria. Era el año de la séptima y el Madrid visitaba El Heliodoro. Creo que empatamos a 1 pero es lo de menos.
Mi tío Paco era el director de la Policía Nacional en Tenerife, y consiguió colarnos en la zona VIP. Allí había un señor muy amable que saludaba a todo el mundo y era el centro de atención. Yo que era un adolescente no le puse mucha atención, pero notaba a mi padre nervioso:
-¿Quién es ese señor papá?
– ¿Pero tú eres tonto? ¡Ese es Zoco!.
Pocas veces he visto a mi padre tan nervioso, y se fundió en un abrazo con él. Luego me firmó un autógrafo que conservo como oro en paño.
Casi nunca he visto llorar a mi padre, y menos de alegría. Se merece más momentos como ese.