Un articulo de: @danipuerto6
Yo no te guardo rencor, ni me alegro de tu despido, más bien al contrario. Es un día triste, porque para un club como el Madrid, despedir a su entrenador siempre es sinónimo de desastre deportivo y también institucional.
Me ganaste en aquella rueda de prensa donde siendo sincero y de los más honestos que han pisado aquel atrio donde te presentaron, se te quebró la voz al recordar las tropelías que sufriste por sólo aceptar un sueño, entrenar al Madrid. Me ganaste cuando rodeado de tu familia, dijiste que pese a todo, eras el hombre más feliz del mundo por estar allí en aquel momento, justo antes de soltar un ¡Hala Madrid!.
Salió mal, es la realidad, salió mal porque el club, embriagado de éxitos no supo reponer la calidad que se había perdido, los jefes pasaban más tiempo mirándose el ombligo que al mercado creyendo que los que habían vivido a la sombra del portugués iban a ser más felices, más productivos, sin ver que su sombra era alargada y que al retirarse, desenmascaró a los falsos genios que sólo vivían de los despojos del verdadero crack, uno que pagado de su propia vanidad, voló lejos.
Te han vendido los que apadrinaste como nuevos totems del madridismo, por los que diste la cara cuando no sólo tú te habías equivocado, fuiste su escudo, su paragüas, mejor tú que ellos pensaste, que culpen al sistema y no a sus piernas. En esa confianza ciega, erraste al presentar a tus portavoces, porque en ese grupo de jugadores, hay a quienes les das un dedo y pillan toda la mano. Salió mal porque no supiste transmitir tus ideas o porque en esas ideas, la base era que todos corriesen, se entregasen en cuerpo y alma en el verde y en una plantilla llena de señoritos acomodados, eso de correr se deja para los curritos del salario «mid-level», porque como has descubierto a las malas, las estrellas en el Madrid no corren, no sudan, no al menos para un entrenador que como jugador no fué balón de oro o ganó un mundial.
Pero no todo es tirar balones fuera, cuando una pareja se rompe, siempre hay dos culpables. Tu parte ha sido la de no haber tenido mano dura con algunos, la de permitir que un capitán de vestuario, quisiera serlo también en lo técnico. Quizás, esa permisividad para quien no sabe cual es su sitio, llegase por la necesidad de devolver algún favor, quizás, ese capitán fue clave para tu llegada y por tanto, estabas preso de esa situación y para un tonto con la boca grande, esa es la mejor oportunidad de dejar claro que manda no sólo en el vestuario, sino también sobre tí, sobre el entrenador.
Me extrañó tu tibieza en ciertos momentos, para un vasco de pura cepa como tú, lo de agachar la cabeza no es normal, no fuiste capaz de decir «aquí mando yo» y eso te condenó. Ahora será un volver a empezar, habrá que resetear con alguien nuevo, seguramente alguien muy alejado de tu perfil, un «cabrón» con talante militar que sacuda el avispero del vestuario y haga correr a esos desagradecidos que llamamos jugadores y éstos, más por vergüenza torera que por respeto a la entidad, correrán…. y ganarán. Lo harán y saldrán a echarnos en cara que les criticamos y que la culpa, como siempre no es suya, sino tuya, porque así serán más felices los que se quedan, matando un poco más al que ya se ha ido.
No te guardo rencor, no podría, se acaba de romper tu sueño, durante meses tocaste el cielo con las manos y tu caída ha sido estruedosa, enorme, tu sólo querías triunfar aquí y has fallado, no hay mayor castigo que el auto-impuesto. Sólo espero que en tu marcha seas tan honesto y humilde como lo fuiste en tu llegada y que en tu despedida quedes como lo que eres: Todo un señor.
Que tengas mucha suerte en el futuro, Julen.