Un articulo de: @resurreccion_93
Casi con la paciencia agotada, a punto de bajar los brazos, busco, busco y busco un motivo para seguir creyendo, para mantener mi orgullo, para mantenerme de pie en este banal sentimiento que estúpidamente ha sido siempre un pilar de mi estado de ánimo. Parece absurdo, realmente lo es, pero el sentimientos hacia algo tan intrascendente para el devenir de mi vida, ha marcado muy fuertemente mi estado de ánimo en mis 46 años de vida; sí en los 46 porque cuando mi padre me cogió por primera vez en sus brazos, con su mirada me quiso inculcar muchos sentimientos y valores y uno de los que clavó en el corazón a fuego fue ese orgullo blanco.
Hasta los días que hoy nos toca vivir siempre había encontrado un motivo para levantarme en los momentos difíciles, que ha habido muchos, desde esta «santa» casa siempre se me trasmitía algo que daba pábulo a mi esperanza y en un volver a creer.
Desde que el odioso destino tuviese a bien colocarnos el estúpido escudo dorado sobre la camiseta blanca, parece como si una maldición hubiese caído sobre nosotros. Esa camiseta cada vez menos blanca, cada vez mas llena de euros y vanidades, cada vez mas tiznada de oprobios y humillaciones sigue siendo la mía, pero cada vez me cuesta más reconocerla, el blanco impoluto cada vez se difumina mas gracias a las odiosas actitudes de unos apolos hedonistas que solo piensan en sus egos, en sus cuentas corrientes, en su pobreza intelectual aplacada con dinero… No hay esperanza, no hay sitio para la ilusión… Sucumbo en la depresión, ni siquiera la posibilidad ahora mas factible del retorno de aquel que un día me permitió volver a vivir mi orgullo madridista en todo su esplendor da alas a mi optimismo. Me despierto taciturno porque hasta mi máquina de café express se ha averiado y tengo que conformarme con un aguachirle de café americano, una autentica metáfora de lo que ahora tengo que tragarme, un sucedáneo de Real Madrid.
Y cuando ya casi bajo totalmente los brazos, unas hormigas me devuelven la ilusión, unas puñeteras hormigas me vuelven a hacer creer. Esto no es resultados, esto no es solo grandes momentos, esto es algo mucho más profundo, esas malditas hormigas, me han hecho darme cuenta de que ser del Real Madrid es un honor que no está al alcance de todo el mundo, trasciende el deporte y los resultados y está por encima de esos pobres niños ricos y de su timorato presidente. Ya quisieran ellos poder sentir el Madrid como lo siente Angie, ya quisieran ellos tener la milésima parte de su valor, de su coraje, de su madridismo, de su vida, de su tesón; hoy las hormigas de Angie han recorrido mis músculos y aunque no me han hecho sentir ese dolor que ella lleva con tanta dignidad, si me han mordido el corazón y me han hecho recordar que nada ni nadie me robara aquel sentir que mi padre grabó en mi corazón con su profunda y seca mirada…
HALA MADRID Y NADA MAS
P.D dedicado a @angiemg82