Una crónica de: @Javirodespi – planetacb
Con el prólogo de saber que Fenerbahce será el campeón que defenderá su título, el Real Madrid dio una lección de auténtico baloncesto (salvo en tiros libres) y demostró que la confianza en este equipo es ilimitada, igual que el cielo, algo que se puede ganar este domingo con una nueva final europea.
Un minuto respetuosísimo
Nos vimos sorprendidos por el minuto de silencio por Yvan Manini, ex-colegiado, y que fue recibido de forma respetuosísima por por todo el público, ello fue el prolegómeno de un encuentro donde el Real Madrid dejaba fuera a Randle, Yusta y Radoncic para el encuentro.
Mucho parón con efectividad rusa
Nos pudimos sorprender viendo a Facu Campazzo en el quinteto, pero tuvo una fácil explicación, desquiciar al Chacho, algo que funcionó en los dos primeros minutos pero, tras el primer triple del canario, se encontró más liberado y obligó a Laso a cambiarle por Llull en un primer cuarto donde mandó Higgins por encima de todos los jugadores con sus 10 puntos en los casi seis minutos que estuvo en pista y que solo tenía respuesta por Luka Doncic en el exterior y con Gustavo Ayón, para irnos a un primer cuarto con mucha falta y con el juego demasiado parado pero que sonreía al CSKA por diez puntos de ventaja (30-20).
A triplazo limpio
Ese marcador tan espantoso tuvo respuesta cuando el Madrid empezó a enchufar triples, sobre todo con la llegada de Jaycee Carroll más la aportación de gente como Thompkins y Causeur que, en unión de un mejor ritmo blanco, nos permitió ver un parcial de 4-17 para los blancos que le dio la primera ventaja en el marcador y que puso el partido en un puño, dando igual que ambos entrenadores hicieran decenas de cambios durante estos diez minutos pareciendo más un partido de balonmano que uno de basket, con ello nos fuimos al descanso con un marcador de 46-47 para los de Laso con un 6-9 en triples.
Densidad y coraje
El encuentro se iba poniendo peor que una neblina londinense en cuanto a densidad, cada canasta era un infierno y solo Felipe Reyes, cabreado por sufrir un tapón de Antonov, anotaba cinco puntos consecutivos que fue la espoleta para que el Madrid cambiara radicalmente el chip y anulara completamente el ataque del CSKA que se vio incapaz de generar una sola jugada en condiciones y donde Chacho se desesperaba ante la defensa de Taylor o de Causeur sobre Clyburn, ello puso la máxima ventaja para los blancos por 51-60 que, si no hubiera sido por Hines, el Madrid podría haberse llevado más ventaja que la conseguida a falta de solo diez minutos con 56-63.
La maestría en el banquillo
La lección que dio Laso en el banquillo moviendo sus piezas fue digna de clinic, mantener mucho tiempo a Causeur y Taylor tuvo su premio para que el CSKA se sintiera perdido en ataque, la entrada de Tavares, que supuso otro punto de inflexión, más ese mantenimiento del ritmo machacón con esa tela de araña puesta por el técnico madridista, nos dejaba unos cinco minutos de absoluto sufrimiento a falta de cinco minutos con 71-75 en el marcador.
Los héroes
Así son los llamados a hacer historia, el Real Madrid se puso la capa de héroe y con un basket control, aguantando el balón para lanzar libres, a pesar del paupérrimo porcentaje de tiros libres, una impresionante labor de equipo, con los jugadores ofreciéndose, con Ayón cogiendo rebotes ofensivos básicos, con Llull jugándose un escorzo clave, anotando tiros libres y, en resumen, un equipo que luchará por ganar la décima.
Así terminamos hoy, nuestra próxima cita nos lleva a jugar contra Fenerbahce el domingo a las 20 horas, mientras eso llega, ya saben, sigan sonriendo y sonriendo y sonriendo.