Una crónica de: @Javirodespi – planetacb
Nuestro último OjO de la Copa del Rey nos cuenta que hubo una vez un equipo que no se cansaba de ganar, que celebraba el último título como si fuera el primero y que el sentido de la responsabilidad se superpone hasta el punto de que uno de sus jugadores es capaz de ir a Madrid y volver a Vitoria para ganar una final, éstas son todas las intrahistorias de una blanca historia interminable.
Foto: Esteban Mora / Planetacb
¿Dónde está Felipe?
La atención a medios de la mañana nos dejaba una ausencia que pronto se convertiría en viral por toda Vitoria, Felipe Reyes abandonaba la concentración porque su esposa se había puesto de parto y el capitán madridista fue a conocer a su hijo, saludar a su madre y con un sentido de la responsabilidad fuera de toda duda, volvió para ayudar a sus compañeros a ganar un nuevo título. Ejemplo allá dónde los haya más allá del propio deber.
Un ambiente de gala y con muchos madridistas
Mucho se ha hablado del tema de aficiones y evidentemente, la afición madridista estaba en menor número si tenemos en cuenta que las otras siete restantes se aliaban con quién jugaba contra ellos, pero evidentemente, ante la ausencia de Baskonia en la final, tampoco era plan de volverse loco a animar al rival de los blancos que ya las fuerzas iban justas, por lo que más de una vez pudimos oír a los que vinieron de la capital y que daban alas a los jugadores.
Foto: Esteban Mora / Planetacb
Un Valencia Basket valiente
Si el equipo taronja quiere ser realmente una alternativa y aprovechar el hueco que le está dejando el FC. Barcelona como rival del Real Madrid para disputar títulos, el camino lo ha iniciado en esta Copa de manera irrefutable en que se mostró como un equipo sin complejos y siendo fiel al estilo que impone Pedro Martínez, cierto es que fue muchas veces a remolque en el marcador pero tuvo fe en la victoria hasta tener última bola para lograrlo, muestra de lo que uno tiene que hacer si quiere ser realmente grande.
De Randolph a Llull
Les tengo que confesar una cosa, las votaciones para el MVP de la Copa se cierran un minuto antes de que acabe la final y yo había votado un poco antes a Randolph y Dubljevic dependiendo de quién fuera el campeón, precisamente el momento en que Sergio Llull cogió las riendas para ser, literalmente, el héroe que todos soñamos ser desde niño y no contentarse con esos tiros locos, que jamás entenderemos cómo lo hace, para él fue la gloria final más que merecida, pero el papel que tuvo ese americano que supuestamente solo estará un año, merece una reseña más que merecida, espectacular torneo y espectacular final para ese hombre que a tanto le cuesta sonreír.
Un recuerdo a Álex Suárez
Dos hombres de la plantilla blanca se quedaron sin jugar ningún minuto, uno por razones de ser extracomunitario (Thompkins) y otro es alguien que está desarrollando un papel serio, callado, trabajador y que ayer se puso su merecida gorra de campeón como uno más, Álex Suárez habló el primer día de la Copa para los medios y desde entonces su papel ha sido estar fuera de convocatoria pero con un trabajo ímprobo detrás que solo conoce quién le ve todos los días, un campeón igual que los demás.
No acostumbrarse a ganar
Hace unos años, cuando la selección española de fútbol arrasaba en el mundo entero, recuerdo que se contaban los últimos triunfos en que parecía que los jugadores no lo vivían en el césped igual que el primero y que eso podía ser el bajón que hubo después. Está claro que es una teoría de las muchas que pueden existir, sin embargo, el ejemplo contrario lo tenemos en el Real Madrid, celebrando cada título igual que si fuera el primero. Quién ve a esos jugadores en la pista tras el logro obtenido y ve sus caras de felicidad, sería imposible que pudiera saber si llevaban veinte años sin lograr el título o si era la cuarta copa consecutiva, una de las claves del éxito de un equipo que sigue haciendo historia.
Foto: Esteban Mora / Planetacb
Finalizamos con el arquitecto y sus ingenieros
Este OjO atípico donde los haya, debe finalizar con el arquitecto que ha logrado este éxito y que siempre, como cualquier entrenador que se precie, se mantiene siempre en segundo plano dejando el protagonismo a sus jugadores, hablar ahora de la valía de Pablo Laso no deja lugar a dudas, es seguro que ni el mismo podía soñar con lo conseguido, pero más allá de los títulos ha sido lograr lo que cualquier coach que se precie debe enorgullecerse, tener jugadores que le defiendan a capa y espada, que sean capaces de hacer enormes sacrificios en sus roles para lograr el éxito (ejemplo Nocioni) y que siga trabajando cada día con más ansia para seguir haciendo historia. Pero también dejémoslo claro, Pablo Laso no sería nada sin la ayuda de sus entrenadores asistentes Chus Mateo, Paco Redondo o Lolo Calín, de esos fisios que están hasta las tres de la mañana con los jugadores o sin esa preparación física comandada por Juan Trapero, los ingenieros del arquitecto.
Así finalizamos, sonriendo más que nunca en un lunes de resaca copera y con la satisfacción del trabajo bien hecho por todos los que hemos estado cubriendo esta competición tan espectacular para Planetacb, muchas gracias por la confianza y seguimiento mostrado, nosotros también nos sentimos muy orgullosos.