Un rejpeto p’al’Aleti, hoygan

Un articulo de: @ErZuru2000

El 5 de febrero de 2014 se jugó en el Estadio Santiago Bernabéu el partido de ida de semifinales de la Copa de Nuestro entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid. Antes de empezar se guardó un minuto de silencio por la muerte, pocos días antes, de Luis Aragonés. El respetuoso silencio fue sepulcral, al mismo tiempo que una foto de Luis Aragonés se proyectaba en los marcadores del estadio. Al acabar el minuto de silencio, los ultras y no ultras del Atleti, presentes en el evento, prorrumpieron con aquello de “’’Luis Aragonéeeeeeessss, Luis Aragonéeeeeesss”, que fue respetado del mismo modo.

El 19 de agosto de 2014 se disputó en el Estadio Santiago Bernabéu el partido de ida de la final de la Supercopa de España entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid. Antes de empezar se guardó, o se intentó guardar, un minuto silencio por la muerte, pocos días antes, de D. Alfredo Di Stefano. Durante el minuto de silencio, que no fue de silencio, los ultras cabestros del Aleti prorrumpieron con el cántico en honor a Luis Aragonés que ya les he referido en el párrafo anterior. Luis Aragonés, por cierto, profundo admirador de D. Alfredo, debió removerse en su tumba.

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El 20 de mayo de 2007, el Madrid ganaba, en un partido agónico, al Recreativo por 2-3  para mantener el liderato de aquella liga. Poco después de acabar el partido, en el Vicente Calderón, jugaban el Atlético de Madrid y el Barcelona. El Barcelona necesitaba ganar para seguir peleándole el título al Madrid. El Barcelona ganó 0-6 entre la algarabía y el jolgorio de los aficionados culés presentes y los aficionados del frente cabestro. Y todo a cuento de que el Madrid no ganase aquella liga que, finalmente, terminó ganando.

El pasado sábado 19 de noviembre, Cristiano Ronaldo marcó los tres goles que supusieron la victoria del Madrid en el Vicente Calderón. Dos de ellos en la portería, cuya grada posterior, es ocupada por los ultras cabestros del Aleti. Sí, los mismos del cántico en honor a Luis Aragonés y los mismos que celebraron la media docena del Barcelona.

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Cristiano Ronaldo, al marcar tercer gol de los referidos anteriormente, se quedó mirando fijamente a la grada de cabestros que, previamente, se habían pasado todo el partido insultándole. No hizo nada más, simplemente eso. Los ultras cabestros le (siguieron) llamando de todo, y yo, que no soy especialmente ronaldista, me descojoné a mandíbula batiente. Los ultras periogolfos del Aleti (igual de cabestros que los ultras aficionados), procedieron a afear a Cristiano su pose, alguno, como el tal Manolete, con su despliegue habitual de clase, donaire, estilo, ironía y retórica clásica. Se apuntaron, obviamente, los cabestros periogolfos del culeríonacionalismo.

Sujetos, como el cabestro Manolete, tienen la importancia que quiera darle cada cual. A lo mí lo que me escuece de este cabestro (literalmente) es el sueldo que se está apretando por acudir a la televisión, que yo pago con mis impuestos,  a soltar sus futurologías y gilipolleces varias. Fuera de eso, allá cada cual con los inútiles a los que quiera pagar un sueldo y allá cada cual con el tiempo que quiere perder escuchando a analfabetos funcionales. Para mí el tal Manolete, como paradigma de ultra alético con alcachofa, tiene cero importancia. Y detrás de él la ristra de semovientes que todos ustedes conocen de sobra… Antoñitorruiz, Peperra, Giñakicano, Quemamontesabellán, Hijodemamámiró y un larguísimo e inacabable etcétera de perdedores resabiados con alcachofa. Es decir, como si quieren cantar misa en gregoriano.

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El respeto se gana, no se viene ganado con él de fábrica. Si  no respetas a los demás, malamente puedes pedir que te respeten. Peor aún, si no te respetas a ti mismo; entonces,  estás clamando para que te falten al respeto día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto, segundo tras segundo.

Así pues, a la vista del encabronamiento del frente cabestro y del cabestro con alcachofa, no me queda otra que decirle a Cristiano que “olé tus cojones y que, si acaso, te quedaste corto”. Y ahora, les pido humildemente perdón por la grosería. Y no, hoy ya no me enrollo más. Eso es todo amigos.